Elvis y el magistral «maratón de Nashville»

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COWBOY DE CIUDAD

Los Nashville Cats. Arriba: David Briggs, Norbert Putnam, Elvis, Al Pachucki y Jerry Carrigan. Abajo: Felton Jarvis, Chip Young, Charlie McCoy y James Burton.

Javier Márquez Sánchez recuerda al Elvis de 1969, año en el que se encerró con los Nashville Cats y registró, en tiempo récord, una treintena de canciones que conforman uno de sus mejores legados discográficos.

 

Una sección de JAVIER MÁRQUEZ SÁNCHEZ

 

Hay quien insiste en afirmar que el Elvis de los setenta estaba acabado, que ni era tan bueno ni tan completo como el de los cincuenta. Pero dejando al margen las pasiones, un repaso a los registros discográficos del de Tupelo ponen de manifiesto que, si bien el chaval que entró en Sun Records era mucho más salvaje e indomable ante el micrófono, su yo cuarentón terminó convirtiéndose en un intérprete consumado capaz de registrar canciones y discos memorables, en los que además de rock había mucho góspel, country e incluso soul. Y la caja que recientemente lanzó RCA/Legacy Recordings es una buena prueba de ello.

Tras haber protagonizado su histórico comeback televisivo en 1968 y una serie de legendarios conciertos en Las Vegas —aún sin los trajes blancos de lentejuelas— al año siguiente, Elvis puso rumbo a la capital de la música country (Nashville, Tennessee) y se encerró entre el 4 y el 8 de junio en el Estudio B de RCA, en Music Row, con los mejores músicos del momento en la ciudad musical del momento. ¿Alguien da más?

From Elvis in Nashville es el título de la caja de cuatro compactos que recoge la treintena —36, para ser precisos— de piezas que Elvis se llevó bajo el brazo tras aquellas cuatro intensas jornadas —conocidas como «el maratón de Nashville»— encerrado con un extraordinario grupo de músicos, el grupo apodado The Nashville Cats; a saber: David Briggs (Dean Martin, B.B. King, Johnny Cash, Dolly Parton), Norbert Putnam (Roy Orbison, Al Hirt, Henry Mancini, Dan Fogelberg,), Charlie McCoy (Bob Dylan, Paul Simon, Tanya Tucker, Bob Seger, Willie Nelson), Jerry Carrigan, James Burton (el guitarrista de cabecera), y los músicos, productores y arreglistas Al Pachuki y Felton Jarvis.

Jarvis, responsable del éxito del Comeback del 68, seleccionó esta extraordinaria formación combinando algún músico habitual de Elvis con una selección de lo mejor de Muscle Shoals, el grupo de músicos de estudio con sede en Alabama que se había hecho famoso por su combinación de sonido sureño, rhythm and blues, soul y country. En definitiva, como ya hiciera con la imagen del cantante en el especial televisivo, ahora Jarvis buscaba renovar su sonido sin que llegara a perder sus raíces sureñas.

El rey del rock estaba eufórico tras el apoyo popular que recibió su triunfal regreso, y cansado de la basura que había estado grabando durante los sesenta para contentar a quinceañeras y seguidores incondicionales, apostó por escoger material de algunos de los mejores compositores contemporáneos, como Paul Simon (“Bridge over troubled water”) o Willie Nelson (“Funny how time slips away”). De aquellas jornadas de trabajo, tan incansables como excitantes, surgió material para los álbumes Love letters from Elvis, Elvis: That’s the way it is y el trabajo conceptual Elvis Country (I’m 10.000 years old), sin duda el mejor largo de Elvis en los setenta y considerado también por muchos —servidor a la cabeza— el mejor disco de estudio del chico de Tupelo junto al álbum góspel How great thou art, de 1967.

 

«Elvis terminó convirtiéndose en un intérprete consumado capaz de registrar discos memorables, en los que además de rock había góspel, country y soul»

 

No es de extrañar que justo cuando trataba de reinventarse y encontrar un nuevo camino —apostando por épicas baladas románticas con poderosas orquestaciones e interpretaciones desgarradoras—, Elvis mirara hacia Nashville y hacia la música country. Fue con el country y el góspel con lo que se forjó su oído musical, y también fue esa música la que compartió con Johnny Cash o Jerry Lee Lewis en los estudios de Sun Philips al comienzo de sus respectivas carrersa. De hecho, este ritmo nunca dejó de estar presente en la mayoría de sus grabaciones, bien de una forma evidente o, en la mayoría de los casos, como condimento que combinaba con otras influencias. Lo cierto es que cincuenta y nueve de sus discos, entre originales y posteriores compilaciones, entrarían en el top cien de las listas de éxitos de música country, y llegaría a alcanzar el primer puesto de las mismas en seis ocasiones. En lo que a sencillos se refiere, esas cifras subirían hasta los ochenta y tres, además de trece números uno.

Poniendo el foco en la caja From Elvis in Nashville, el ingeniero Matt Ross-Sprang (John Prine, Jason Isbell) ha pasado el cepillo para eliminar orquestaciones y coros añadidos con posterioridad, conservando tan solo las voces e instrumentación grabadas en directo durante aquellas históricas jornadas de grabación. En este sentido, mientras que los dos primeros compactos reúnen el material editado oficialmente en los citados álbumes pero limpios de arreglos adicionales, los otros discos se nutren de descartes y tomas adicionales. En cualquier caso, una auténtica delicia para fieles de Elvis o, en general, aficionados a la mejor música del pasado siglo.

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