Clint Eastwood (I): el vaquero televisivo salta al disco

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COWBOY DE CIUDAD

«Hasta seis de sus obras están protagonizadas por los arrullos de Nashville, algunos de ellos entonados por el propio actor»

 

Javier Márquez Sánchez repasa, en dos entregas, la relación del cineasta Clint Eastwood con la música country and western. En esta primera se centra en el disco que grabó en 1963, Clint Eastwood sings cowboy favorites.

 

Una sección de JAVIER MÁRQUEZ SÁNCHEZ.

 

Este mes de noviembre arrancará en Alburquerque (Nuevo México) el rodaje de la nueva película producida, dirigida y protagonizada por Clint Eastwood, Cry macho. Con ese título ha bautizado el cineasta nonagenario esta nueva historia para su filmografía de un personaje en busca de redención, en este caso, un vaquero de rodeo que decide convertirse en mentor de un novato en la materia. Solo con ese planteamiento nos atrevemos a esperar una película con genuino sabor Eastwood, y sobre todo, con algo de buena música country.

A estas alturas no hace falta decir que además de un gran amante del cine, Eastwood también lo es de la música, especialmente del jazz. Buena parte de su filmografía está marcada por bandas sonoras que rinden tributo a grandes del género, además de dedicar una película a plasmar la historia del mismísimo Charlie Parker. En un terreno más práctico, también «amplió» su productora Malpaso a sello discográfico y ha llegado a impulsar festivales y diversas iniciativas culturales, siempre ligadas al jazz, a lo largo y ancho del estado de California.

Pero si hay otro sonido habitual en la filmografía de este artista, ese es sin duda el de la música country. Hasta seis de sus obras están protagonizadas por los arrullos de Nashville, algunos de ellos entonados por el propio actor, e incluso años antes de pasearse por Almería con sus carismáticos poncho y sombrero se atrevió a grabar todo un álbum de country and western.

 

Country con alma de jazz

Clint Eastwood llevaba cinco años ganándose el pan en pequeños papeles de televisión y películas de serie B cuando en 1959 le llegó la oportunidad de coprotagonizar Rawhide, una serie que narraba las aventuras de los ganaderos Gil Favor (Eric Fleming) y Rowdy Yates (Eastwood) a lo largo y ancho del Salvaje Oeste. El joven Yates, naturalmente, era el apuesto y pendenciero del grupo, lo que le valió a Eastwood la imagen de rebelde y conquistador entre el público joven.

A raíz del éxito de ídolos de quinceañeras que habían dado el salto del disco a la pantalla —desde Elvis a Ricky Nelson pasando por Fabian—, a comienzos de los 60 hubo algunos intentos de invertir el proceso, y Clint Eastwood protagonizó una de aquellas apuestas. A tenor del escaso interés del actor por el rock —ya enamorado por entonces del jazz—, y en consonancia con la serie que le había convertido en estrella, la discográfica Cameo-Parkway, especializada en la audiencia juvenil, le propuso grabar un disco de canciones western con un estilo baladista más próximo a los crooners, lo que entroncaría con sus intereses jazzísticos. Gran admirador de Bing Crosby, cuyo repertorio no había hecho ascos a las western songs, Eastwood aceptó.

En tan solo dos sesiones (13 y 14 de mayo de 1963), Eastwood registró en un pequeño estudio de Nueva York las canciones del álbum que saldría poco después al mercado con el título Sings cowboy favorites. No era sin embargo la primera vez que el actor entraba en un estudio. Algunos meses antes había grabado dos cortes concebidos para ser lanzados como ambas caras de un single para «probar el mercado». “Rowdy” y “Cowboy wedding song” hacían gala de una producción mucho más ampulosa —coros «esponjosos» incluidos—, orientada a generar un aura romántica que reforzara aún más la imagen de Eastwood como ídolo de quinceañeras.

Por fortuna, la concepción musical de las canciones que componen el álbum respeta la promesa hecha al cantante, en una búsqueda por reproducir el sonido más genuino de las grabaciones western clásicas, siempre con los Sons of the Pioneers como referentes. De hecho, el fraseo de Eastwood recuerda en muchos pasajes al estilo genuino de Roy Rogers, fundador del citado grupo y nombre fundamental del country and western.

Gene Autry o el propio Bing Crosby son otras referencias que pueden advertirse en este disco (reeditado en 2010 y hoy disponible en streaming), tanto en la selección del repertorio como en la forma de Eastwood de abordar esas grabaciones. De hecho, la mitad de las piezas escogidas —entre ellas “Tumbling tumbleweeds” (compuesta por el otro fundador de los Pioneers, Bob Nolan), “Along the Navajo Trail” o incluso el tema de Cole Porter “Don’t fence me in”— llegaron a constituir grandes éxitos para el eterno crooner que también fue referente de Frank Sinatra. Cabe destacar finalmente como la canción más recomendable del disco la versión que se ofrece de “San Antonio Rose”, el gran clásico de Bob Wills. Una nueva elección nada gratuita si tenemos en cuenta que el denominado «rey del western swing» fue el primero en combinar elementos jazzísticos con su base western.

Sings cowboy favorites salió a la venta a mediados de 1963 y no funcionó mal entre el público al que iba dirigido. Tal vez un nuevo intento habría terminado de afianzar al joven Eastwood como baladista country mientras crecía su popularidad en televisión. Pero una llamada lo truncó todo. Una llamada procedente de Italia en la que le proponían viajar a España para rodar un western «por un puñado de dólares». El actor aceptó y quedó atrás su carrera como cantante. Su relación con la música western, sin embargo, habría de deparar aún grandes episodios.

Pero eso lo dejaremos para otra galopada.

Anterior entrega de Cowboy de ciudad: Una historia de Music Row: de hogar de la música country a escenario de su crimen.

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