“Should I stay or should I go”: las sombras de una canción inmortal

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«La canción se aleja del pabellón sociopolítico que alborota de un modo brillante y excepcional la obra completa de los Clash»

 

Sara Morales desgrana la historia de la grabación del mítico tema de los Clash “Should I stay or should I go”, bandera del punk británico que enarboló el guitarrista de la banda, Mick Jones.

 

Texto: SARA MORALES.

 

Los tres minutos y seis segundos más gloriosos de los Clash. Escritos y voceados no por su líder indiscutible —también gurú del punk británico— Joe Strummer, sino por su guitarrista Mick Jones, en una de esas jugadas del destino y la suerte que apartan el foco de quien lo suele atraer, para concedérselo estelarmente a un rol secundario que nunca lo fue tanto.

Porque a Mick Jones, igual que al bajista Paul Simonon, le gustaba merodear por los aledaños de la composición de Strummer haciendo aportaciones y lanzándose a la aventura de escribir personalmente y, aunque a este último le debemos el grueso de los hits que hicieron de la banda un emblema de los setenta y los ochenta, así como el latido conceptual de la misma entre ladridos politizados y conciencia de clase, lo cierto es que el tanto de su gran himno, el de su canción más conocida y reconocida por adeptos y dummies del género, se lo apuntó Jones.

Puede que esto supusiera una embestida al ego del bueno de Strummer; no lo sabemos. Pero que su díscolo compañero arramplara con la posteridad creando el tema más sonado de los Clash no debió dolerle tanto como los gazapos y sombras que esconde la propia canción.

 

El dilema que se convirtió en éxito

Cuando en 1981 Mick Jones se sentó a componer «Should I stay or should I go» ya tenía un pie fuera de la banda. Su predilección por la experimentación le había ido alejando de la senda marcada por Strummer y seguida por el resto de miembros, arraigada en la ortodoxia del punk: innovando, pero sin perder identidad; ampliando horizontes, pero sin desviarse demasiado del camino iniciado en 1976.

Entonces Jones era impulsivo, desordenado, reivindicativo fuera y dentro de casa, sobre todo dentro, arrogante incluso para algunos; y en su empeño por la unilateralidad hizo suyo este alarde sonoro y conceptual en el que parece mostrar sus dudas sobre si seguir o no en el grupo, desafiando a sus compañeros con mensajes cargados de indirectas. «¿Debería quedarme o debería irme?», se cuestiona ya en el segundo verso de una lírica que, con los años, también se ha interpretado como la incertidumbre sobre el futuro de la relación con su novia, que andaba atravesando sus horas más bajas justo en aquel momento.

 

«Los problemas internos de la banda se sumaron a las reprimendas de los fans por la marcha del carismático guitarrista»

 

Con un sonido retro punk de base, propio del carisma de los londinenses, y con una fascinante estructura blues elegida para la ocasión, en «Should I stay or should I go» se dispara el contenido hacia cotas íntimas y personales —fuera cual fuera de los dos el motivo de Jones a la hora de desahogarse así— alejándose del pabellón sociopolítico que alborota de un modo brillante y excepcional la obra completa de los Clash.

Al final la canción fue lanzada como sencillo e incluida inmediatamente después en el quinto álbum de estudio de la banda, Combat rock (1982), que trajo consigo grandes críticas, elogios y ventas, pero también la marcha (o expulsión) ya presagiada de Mick Jones enrolada en la etapa más negra del grupo.

 

Oídos que chirrían

Los problemas internos de la banda en aquel tiempo se sumaron a las reprimendas de los fans por la marcha del carismático guitarrista. Un hecho que puso sobre la mesa el futuro inmediato de la formación y lanzó a Joe Strummer a refugiarse en España en 1984, huyendo de su propia sombra y de la de los Clash.

Fue aquí, al tiempo que se enamoraba de Granada, de Lorca, del flamenco y nuestra cultura, cuando se dio cuenta del error que había quedado grabado para siempre en «Should I stay or should I go», con la traducción en castellano de los curiosísimos coros que apuntillan la canción y que entona él mismo junto al cantante tejano Joe Ely.

En su momento, el grupo le pidió al técnico de sonido Eddie García que tradujera aquellas frases del inglés al español para incluirlas en las segundas voces del tema, pero resultó que García consultó con su madre para hacerlo y entre ambos, al ser ecuatorianos, nunca terminaron de plasmar las ideas reales con las palabras traducidas al español latino y de un modo tan literal que resultan ininteligibles, sin sentido: «Indecisión me molesta / si no me quieres, líbrame / Dime qué tengo que ser / sabes qué ropa me queda…». Y así unos cuantos renglones de incongruencias semánticas que irritaron a Strummer cuando comenzó a acercarse a nuestro idioma y reparó en unos errores ya perennes pero que, curiosamente, nunca han conseguido ensombrecer este trago de puro punk.

 

Liderazgo tardío, pero eterno

Con todo y con eso, la canción, que hoy compite con el también clásico «London calling» en una histórica guerra de popularidad, se convirtió en el único single de The Clash en alcanzar el número uno en las listas británicas. Eso sí, hubo que volver a asistir a otra de las paradojas del destino: tal reconocimiento llegó casi diez años después de su lanzamiento, cuando la banda permitió utilizar el tema a la marca Levi’s como banda sonora de uno de sus anuncios de televisión en 1991. Y todo voló por los aires, la canción sonó y se reconoció en el mundo entero, pero los más acérrimos tampoco perdonaron jamás cómo la banda se prestaba a una firma de ropa para obtener publicidad con fines comerciales.

Hoy, esas dudas, ese desconocer si estar o mejor irse, que dejó escrito Mick Jones en esta canción tan enorme y tan controvertida, continúa representándonos en cualquiera de las situaciones que nos deparan. Porque los Clash, además de marcar la contienda de la música reaccionaria a finales de los setenta, también supieron poner sonido a la inseguridad y los titubeos personales, aunque solo fuera porque ellos mismos también transitaban por ellos continuamente.

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