Red Moon Yard, rock de latido budista

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«Nuestras canciones tienen la mirada puesta en el pasado, pero con los sonidos del presente y con un mensaje en la lírica absolutamente budista»

 

Red Moon Yard aterrizan en la escena con un disco de mensaje espiritual, que verá la luz a mediados de mayo, y un concierto —el próximo 18 de abril en Madrid— para presentarlo. Hablamos con su líder, Marcos F. Fermoselle, para que nos cuente la misión que han venido a cumplir a través de su propuesta rock. Por Sara Morales.

 

Texto y fotos: SARA MORALES.

 

El espíritu y la voz de Red Moon Yard resuenan entre las paredes vacías de La Sala, el espacio del Wizink Center destinado a conciertos alternativos de menor escala pero de gran calado. La banda del polifacético Marcos F. Fermoselle (cantante, compositor principal y guitarra rítmica) anda entre cables y pruebas de sonido, el próximo 18 de abril van a presentar su álbum de debut ante el público madrileño y toca prepararse para la puesta de largo con horas de ensayos y complicidad. Allí nos colamos.

Red Moon Yard, que beben de la música americana pero se gastan una identidad muy propia y genuina, llevan tres años preparando el disco con el que se van a presentar en sociedad, Pureland. Verá la luz a mediados de mayo de la mano de Warner, pero antes, además de haber podido ir escuchando algunos temas como “Queen of my sorrows”, “Samsara” y “Weird song”, y estando a punto de salir a la calle el cuarto single, “Kiss in disorder”, han querido poner en manos de sus seguidores su semblante de directo con este concierto que andan preparando y que consideran «una gran oportunidad»: «En vivo nuestro sonido es bastante distinto al del estudio. El público lo va a sentir diferente a pesar de ser lo mismo. Es cierto que añadimos algunas canciones más a las del nuevo álbum, en concreto cinco, pero lo hemos hecho por completar el directo con un mayor empaque. Nosotros no hacemos versiones, todos los temas son propios, son nuestros», matiza Marcos.

La fuerza y la electricidad del escenario quizá puedan chocar en algún punto con el detallismo y la pulcritud con la que han trabajado sobre Pureland en el estudio, pero la coherencia de Red Moon Yard promete mantenerse firme, pues la razón de esta aventura la tienen clara: «Creo que tenemos un ADN diferente, las canciones tienen la mirada puesta en el pasado, en las grandes bandas, pero con los sonidos del presente y con un mensaje en la lírica absolutamente budista. Hablamos de la interdependencia, de la impermanencia, de la vacuidad, del karma…», explica el líder abriendo de par en par uno de los rasgos esenciales del carácter de la banda, el budismo.

 

«Hablamos de la interdependencia, de la impermanencia, de la vacuidad, del karma…»

 

Bajo la luna roja

Cuenta Marcos que, sin darle una importancia especial al momento de su bautismo como grupo a la hora de decidir el nombre de la banda, eligieron llamarse así por ese sentido tan especial y onírico que lleva implícita la luna roja. «Estábamos buscando un nombre que estuviera compuesto por tres palabras y no por dos, por el hecho de distinguirnos. Pero no sé, es solo un nombre, nos podríamos haber llamado de muchas maneras; eso sí, creo que es un nombre inspirador y da pistas de la música que hay detrás».

Efectivamente, basta situarse frente al escenario mientras afinan los instrumentos y comentan la jugada con el técnico, para percibir que todo lo que brota de Red Moon Yard tiene un sentido, una finalidad, y esta es la relación creativa —en este caso la música— con una filosofía y una forma de comprender el mundo muy espiritual. «Hay mucha gente que ya ha ido escuchando lo que hacemos y que anda metiéndose un poco en el budismo e interesándose por ello. Y a mí con eso ya me está mereciendo la pena esta aventura», confiesa Marcos consciente de que un trasfondo así en las canciones, en mitad de la rutina frenética de hiperproductividad que marca los tiempos de la sociedad de hoy, es un bálsamo y un refugio humano, tanto a nivel individual como social.

 

Transitando la tierra pura

Pureland, el nombre del disco con el que la banda arranca su carrera y epicentro de la velada del día 18 de abril en La Sala del Wizink Center, ya dice bastante por sí mismo: «Significa “tierra pura, sitio puro”, que para los budistas es un lugar al que quisiéramos ir algún día, un sitio que existe en el universo. Pero también tiene que ver con que la música que ofrecemos en Red Moon Yard es pura. Yo no soy del sector, soy nuevo en esto de la música a estos niveles, pero un día mientras tocaba pensé: “¡Pero si yo ya estoy en tierra pura haciendo esto!”, y de ahí salió el título del álbum. Todo lo que hemos hecho ha sido a base de aprender, poco a poco. Y confieso que, a veces, miro a mi alrededor y me parece un disparate todo esto, un disparate maravilloso», detalla. «He tenido la suerte de asistir a muchos mundos y este de la música no es muy diferente a los demás. Tiene sus peculiaridades, está claro, pero si eres un insider en muchos mundos —que en mi caso estoy acostumbrado a serlo—, pues te toman como tal y así te aceptan, a los de ese mundo les parece que lo haces bien y dan las razones que consideran para aceptarte. El mundo de la música tiene unas características muy similares a los otros mundos, con una diferencia muy importante que, además, es lo más bonito: la parte creativa. No vale con que tengas intensidad, no vale con que seas inteligente… Tienes que tener la posibilidad de que tu creatividad enganche con la gente. Y eso no se da siempre, se da muy pocas veces. Surge o no surge. Y, si surge, todo fluye distinto», concluye Marcos.

 

«En vivo nuestro sonido es bastante distinto al del estudio. El público lo va a sentir diferente a pesar de ser lo mismo»

 

Red Moon Yard, formado por Javier Schoendorff, Tomas Novati, Mateo Novati, Raquel Martín y el propio Marcos Fermoselle, como decíamos, bebe de influencias americanas tipo Tom Petty, John Mellencamp, Woody Guthrie o Crosby, Stills o Nash and Young, a las que se suman también ecos de Fleet Foxes o los primeros Wilco. «Estamos influenciados por mucha gente y por ninguna, porque en realidad no tenemos una referencia musical, el sonido surge solo. Sin embargo, todo lo que son arreglos, composiciones musicales y demás están influenciadas por las grandes bandas del pasado, sí».

Pureland está compuesto por diez temas, todos ellos en inglés; Marcos explica los motivos: «Musicalmente salió así. Yo nací en Cuba, con una familia cubana muy ligada a Estados Unidos. El inglés es un idioma universal, todo el mundo habla inglés. Además, como mi intención con esta banda y este disco es transmitir un mensaje, pensé que en inglés podría tener más acceso. El disco pretende ser un disco con un mensaje budista. Yo ando metido en esto porque me lo pidió mi lama, mi maestro, y hablamos de llegar a hacerlo de esta forma en que está sucediendo. Él, hace ahora justo un año, falleció. Y para mí es un gran honor hacer este concierto y ofrecérselo a él, los budistas creemos que nadie se va nunca del todo, creemos que todo continúa».

Y así, con todo este retablo de ideas y de sonidos, aterrizan Red Moon Yard en la escena. A través de un disco inminente que promete reflexión, disfrute y deleite, a través de un concierto «original y que va a sorprender al tener ese tono budista muy presente», como apunta Marcos, y a través de unas intenciones esenciales muy trascendentes: «Y todo ello sin dejar de ser una banda de rock, que es lo que, sin duda, somos», finaliza.

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