Mi paraíso, de Los Secretos

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DISCOS

«Canciones que se adaptan a plantillas clásicas, pero que devienen en cajas de magia melódica, de sensaciones atenuadas pero fuertes»

 

Los Secretos
Mi paraíso
WARNER MUSIC, 2019

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

En nuestro país Los Secretos ya no es un grupo de música, es una institución. Más incluso, llegan a ser una estética. Sus canciones son fácilmente reconocibles: los estribillos que te esperas, las letras que giran sobre los mismos motivos, los juegos de guitarras y los solos, la voz de Álvaro… Por eso resulta tan fascinante que, con estas premisas y desde algo tan conocido, puedan extraer oro. Al acabar la última nota de la última de las doce canciones de Mi paraíso uno respira y piensa: «Lo han vuelto a hacer, han vuelto a emocionarme y sabiendo lo que iba a venir, me han empapado de sensaciones».

Tras el arduo trabajo que supuso su disco de versiones, la gestación de Mi paraíso, con canciones aparentemente tan «Secretos», no ha sido tampoco fácil. Su último disco con composiciones propias es de hace casi diez años, las nuevas canciones y la inspiración se estragaron un tanto por la decepción ante los nuevos mecanismos musicales. Cuando definitivamente se deciden a trabajar sobre las melodías que habían estado componiendo, el disco duro se había estropeado. Quizás, en parte, haya sido una suerte, porque así pudieron volver un poco a la grabación directa, a sus orígenes, a empezar todas las canciones con un riff de guitarra sin buscar más añadidos para lo que es cristalino.

Por supuesto, sigue habiendo las mismas influencias, nunca las han negado. Jackson Browne, los Eagles o Fletwood Mac; incluso alguna pulsión nuevaolera. Y pequeños detalles en ciertos fraseos; en el estribillo de “Lejos” parece que va a arrancar el “Suspicius mind” y en el de “Prisionero en tu memoria” se acercan al compás de “Umbrella”, para después convertir la canción por arte de magia en una tonada country a lo Patsy Cline. También country es “Entre mil caras”, con la temática habitual en ellos de la vida del músico en la carretera, y cercanos a los Beach Boys los coros de “Las flores de septiembre”. Saben coger de aquí y de allá y construir con ello un estilo inconfundible.

También habitual es el recuerdo de Enrique Urquijo, que inspira una de las mejores letras, la de “Si pudiera parar el tiempo” en el que Álvaro pide escuchar a su hermano una vez más. No dejan de componer una historia de chicas al límite que es “Dinero por amor”, ni de vestir las canciones de amores desgarrados y alcohol entre la niebla, con trajes de sonidos de mariachi abolerado y tex-mex; ahí está esa increíble preciosidad que es “Párpados pintados”.

Porque el disco, y la carrera de Los Secretos, está lleno de esto, de canciones que se adaptan a plantillas clásicas, pero que devienen en cajas de magia melódica, de sensaciones atenuadas pero fuertes, de la felicidad del sentir luminoso y evocativo.

Anterior crítica de discos: Érase una vez, de Depedro.

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