Tarde, mal y nunca, de Carlos Zanón

Autor:

LIBROS

«Hay mucho de Shakespeare en la historia»

 

Carlos Zanón
Tarde, mal y nunca
EDICIONES SALAMANDRA, 2019

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Ahora que ha sido aclamado por Taxi y que ha retomado el personaje de Carvalho, merece la pena detenerse en los inicios de Carlos Zanón en la novela negra hace justamente diez años. Hasta entonces había publicado libros de poesía y alguna monografía musical —sobre los Bee Gees y Willy de Ville— que fueron preparando su entrada en lo noir, el perfecto crisol en el que mezclaría su gusto por lo popular, su hábitat natural —que es la calle— y su canalla mirada sobre Barcelona. Y así surgió, en 2009, Tarde, mal y nunca, que ahora se reedita.

La novela está perfectamente estructurada, con un marco temporal trazado con tiralíneas —un solo día, que ha estado fermentando mucho— y unos personajes definidos con maestría. El egoísmo dentro de un triángulo amoroso es los que sostiene a todos, desde la moralidad explosiva de Epi hasta el hedonismo extremo de Tanveer pasando por el manejo sutil a veces, otras extremadamente defectuoso, de Tiffany al enfrentarse a la situación. Únicamente se salva de la podredumbre la hermana de esta, Jamelia, apocada y tímida, la única con algo de nobleza y la que padece las miserias de los demás en sus propios sueños. Su carácter desvalido es lo que más toca el sentimiento.

Hay mucho de Shakespeare en la historia, una tragedia de libro en la que el destino se ha depositado en los personajes, denso y pegajoso, como una capa de alquitrán. Del dramaturgo inglés vienen este carácter de tragedia anunciada o el lenguaje sentencioso, aliado muchas veces con un tono barriobajero que concuerda con la ciudad que refleja la novela como un espejo. Es una Barcelona de barrios populares y edificios del desarrollismo, bares de serrín en el suelo, noches de prostitutas. Tan desastrada como las vidas que acoge.

Se ha hablado de las conexiones de Carlos Zanón con Vázquez Montalbán; la asunción por parte del primero del personaje de Carvalho parece el argumento definitivo. Y no viene a ser así del todo. La buena novela policiaca no es más que un barniz para hablar de otras cosas, para dar brillo a otros temas. Vázquez Montalbán la utiliza para referirse a la situación política; Eduardo Mendoza, para estrujar una sarcástica mirada a la sociedad; Zanón, para captar la vida en todo su dolor.

Anterior crítica de libros: Memorias fritas, de José Luis Cuerda.

 

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