La otra vida: Loquillo, un hombre estoico

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«No me cae mal el tipo que hay frente al espejo. Es leal, tiene pelotas, no se le caen los anillos, viene llorado de casa y saldrá adelante, fijo»

 

El último clásico estaba calentando motores escénicos cuando irrumpió el coronavirus en nuestro país. Loquillo ha aplazado su gira, pero sus proyectos creativos siguen en marcha y él ya ha adoptado una postura clara ante este nuevo golpe social y cultural.

 

Texto: ARANCHA MORENO.

 

«Esta sección se llama “La otra vida”, puede que para algunos esta sea otra vida, pero para mí es la vida en sí misma. Un día arriba, otro abajo… Como decía Sinatra: “¡That s life!”», espeta Loquillo desde San Sebastián. Allí está recluido con su familia, contemplando desde la ventana cómo el maldito coronavirus ha silenciado las calles y derribado nuestras vidas, nuestro sistema sanitario y económico y esa sensación tan europea de inmunidad. Como nos adelantó su escudero Igor Paskual hace unos días, El último clásico (Warner, 2019) estaba cerca de saltar a los escenarios y no ha podido hacerlo. Pero Loquillo, que conduce con fiereza un transatlántico, prevé a distancia cualquier iceberg y siempre está preparado para la tormenta, por eléctrica y punzante que sea.

 

¿En qué momento profesional estabas cuando se decretó el estado de alarma?
La declaración del estado de alarma coincidió con el inicio de los ensayos de la gira de presentación de El último clásico. Después de un año y medio desde mi último concierto, el estado de alarma nos ha interrumpido con todas las fechas cerradas y todo el equipo, músicos, oficina y promotores volcados en los últimos preparativos y cerrando los últimos flecos.

 

¿Cómo te ha afectado esta situación, a nivel profesional? Y a nivel personal, si quieres precisar algo.
A nivel profesional estoy en la misma situación que puede estar cualquier autónomo, profesional o PYME: trabajando para que el día después del fin del confinamiento ninguno de los que forma parte de la organización tema perder su puesto de trabajo. Hemos ubicado las nuevas fechas y estamos trabajando con los promotores y con mi oficina, Big Star. Estamos haciendo lo que nos ha caracterizado siempre, trabajando con seriedad y responsabilidad. En una palabra: empatía. En el plano personal, el confinamiento me lo tomo de una forma estoica. La disciplina forma parte de mi ADN. Cumplo los horarios que me he impuesto.

 

¿En qué ciudad estás, y cómo estás combatiendo esta situación de encierro? Me refiero tanto a la actitud como a las herramientas culturales (o de otro tipo) que estás utilizando.
Estoy junto a mi familia. En el plano físico, profesional o creativo, no ha cambiado mi forma de vida, sigo al pie del cañón. En lo que respecta a la movilidad, tengo que decir que crecí en una casa de 48 metros cuadrados con mis padres, mi tía y mi abuela, y yo dormía en un sofá en el pasillo. Además de eso, serví en la Armada y me acostumbré a no tocar tierra durante semanas y a tener que vivir en un espacio muy reducido. Me adapto a las dificultades y me reinvento a diario, eso también forma parte de mi educación.

 

En lo creativo, ¿te inspira o te paraliza esta situación?
Tengo 59 años. Si tiene que pasarte esto a mi edad para inspirarte es que tienes un background de vida escaso o bien has crecido entre algodones. No es mi caso. Sigo con mi disciplina de trabajo.

 

¿Qué libro, qué disco y qué película o serie te están acompañando durante estas semanas de aislamiento?
En estas semanas de confinamiento estoy compartiendo en mis redes sociales los libros, discos, películas y cómics que me están acompañando en estos días. Estoy recomendando desde Umbral hasta Tintín, desde Paul Simon hasta Stars Wars, Silver Surfer o El Prisionero, de Los Rebeldes a Miles Davis, de Baltasar Gracián a Pavese, de Casavella a H.G. Wells, entre otras muchas cosas.

En esta situación tan crítica, ¿qué conclusiones estás sacando de nuestra sociedad, y de ti como individuo?
¿Conclusiones? Pero a ver, ¿hay algo nuevo bajo el sol? A estas alturas tengo clara la catadura moral de muchos estamentos de nuestra sociedad del bienestar, esta pandemia solo lo pone sobre la mesa. Con una vez al día tengo suficiente en lo referente a los medios de comunicación, no hago caso a los quintacolumnistas o a los que piensan que esto es una guerra. En una guerra te bombardean y aquí estamos con Netflix y las redes echando humo, pero los demagogos populistas se llevan la palma, tanto los que piensan que cuando peor, mejor, como los que saltan con discursos de clase. Lo que me preocupa de verdad es lo debilitado que puede salir nuestro sistema democrático tras la pandemia, social y económicamente. Me causa inquietud todo lo referente a las libertades individuales. Cuando termine todo esto, el Estado debería de estar a la altura de sus ciudadanos, que han demostrado una entereza y una fortaleza ejemplar. ¿Y qué pienso de mí como individuo? No me cae mal el tipo que hay frente al espejo. Es leal, tiene pelotas, no se le caen los anillos, viene llorado de casa y saldrá adelante, fijo.

Vuestro sector va a sufrir las consecuencias de esta crisis durante largo tiempo, porque pasarán meses hasta que vuelvan a organizarse conciertos. ¿Te estás replanteando el futuro de la profesión?
La cultura es la gasolina del confinamiento. La música es la banda sonora de la lucha contra el coronavirus. Representamos el cuatro por ciento del PIB, cientos de puestos de trabajo penden de un hilo y es momento de responsabilidad por parte de artistas, promotores, administraciones… Cada cierto tiempo hay una vuelta de tuerca en la industria. Ahora ha coincidido con la pandemia, desgraciadamente. El sector arrastraba una sobreexplotación con la llegada de especuladores que la industria nacional y sus artistas se pasaban por el forro. La burbuja tenía que petar tarde o temprano. Cuando se vuelva a la normalidad deberíamos ser audaces. Aprovechar para cambiar formas y pautas, volver al inicio de todo en la relación y el respeto entre artistas, promotores y público, sin olvidar a la prensa musical, que tiene también un papel que jugar y donde vosotros también vais a sufrir la crisis si el negocio se tambalea. No hablo de la irrupción del Estado en la industria, soy contrario al intervencionismo cultural, genera palmeros y subvenciones por simpatías políticas. El Estado no puede, una vez terminada esta crisis, olvidarse de un sector que ha mantenido la llama de la esperanza. El estatuto del creador, la bajada del IVA cultural o la Ley de Mecenazgo siguen esperando su aprobación. Y lo más importante: el público, que saldrá con más ganas que nunca a disfrutar de sus bandas y artistas de referencia para dejar atrás la pesadilla que estamos viviendo. Hay que estar a la altura y preparados para dar lo mejor de nosotros mismos y ser conscientes de nuestra responsabilidad.

 

A nivel individual, ¿estás trazando algún plan, tú, que eres enemigo del inmovilismo?
El plan ya viene trazado de muchos meses antes. Gabriel Sopeña, Sabino Méndez, Igor Paskual, Josu García y Jaime Stinus ya están con las pilas puestas con textos y melodías para mis nuevos proyectos: el poemario Europa de Mesanza y el próximo disco de estudio, que está muy avanzado.

 

Cuando vuelva la normalidad, si es que lo hace, ¿cuáles serán tus primeros pasos?
El mundo que conocimos ya no volverá, no seremos los mismos. Esta crisis nos ofrece la oportunidad de ser mejores, aprender de los errores y avanzar hacia una sociedad mejor. Las políticas sociales tienen que pasar a un primer plano y punto. Tenemos que ser conscientes de que esta pandemia se ha cebado con la generación que trajo la democracia a nuestro país y que además fue el soporte de muchos hogares durante la última crisis económica. Somos lo que defendemos. Lo primero que voy a hacer va a ser tener la absoluta seguridad de que todas las personas que son importantes en mi vida siguen sin novedad, porque eso es lo más importante. La vida que tenemos y con quien la compartimos, la familia de verdad. Luego me tomaré un whisky ahumado, sin hielo, en vaso bajo. Lo segundo será ponerme a dar órdenes y esas cosas que tanto me gustan… [risas]. En pocas palabras: gestionar el día después junto a mi oficina Big Star y mi equipo.

Anterior entrega de La otra vida: Ariel Rot, fantaseando con Robert Johnson.

 

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