La otra vida: Ariel Rot, fantaseando con Robert Johnson

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«Alguien dijo que el siglo XXI será espiritual o no será, así que más nos vale empezar a cultivar el espíritu»

 

Lo ha recorrido (casi) todo en Un país para escucharlo, y ahora, Ariel Rot se refugia en sus habituales cuarteles de invierno para afrontar esta compleja primavera anulada por el coronavirus. Así son sus días de aislamiento. Por Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.

 

La madrugada antes del cierre de los colegios en Madrid, algunos noctámbulos andábamos degustando el último viaje melómano de Un país para escucharlo. Nos guiaba, como siempre, Ariel Rot, poetizando los parajes de Cantabria acompañado de Rulo y otros músicos que allí habitan, como Quique González, Los Deltonos, Vicky Gastelo o Alejandro Pelayo. Disfrutábamos el final de la segunda temporada embriagados de canciones, historias y artistas sin ser todavía conscientes de que tardaríamos muchos días en volver a salir de casa. Que los próximos viajes tendríamos que hacerlos con la mente, la memoria y la propia música.

Esos viajes tan nutritivos para Ariel Rot le han abierto «unas cuantas puertas» a nuevos proyectos «distintos y muy estimulantes» que de momento se han quedado en el cajón de su mesa. Ariel, tan argentino y tan madrileño a la vez, acepta las reglas de este complicado juego y detiene su espíritu nómada en casa. «Estamos muy acostumbrados a viajar, a juntarnos a tocar, a sentir el calor de la gente… es lo que llevamos haciendo casi cada fin de semana de nuestras vidas. La idea de estar tanto tiempo sin volver a la carretera y comunicándonos por pantallitas me resulta bastante inquietante y desestabilizadora. Al mismo tiempo, nuestra profesión siempre fue inestable y depende mucho de factores externos, así que para bien o para mal estamos entrenados para momentos de incertidumbre». También ha eclipsado el 19 de abril, una fecha importante en su calendario: «En unos días voy a cumplir sesenta años. Pensaba celebrarlo de otra manera, pero, como te dije, estamos acostumbrados a los cambios inesperados».

Rot está confinado en el centro de Madrid, en la casa en la que vive con su mujer y sus dos hijos. Cada uno tiene distintos ritmos vitales: «Ellos trabajan y estudian así que soy el único que tiene, por decirlo de algún modo, la agenda en blanco cada día». A falta de estudios de grabación y escenarios, ha diseñado nuevas rutas caseras: «Procuro estar en movimiento y al servicio del resto de la casa: cocinar, ordenar, limpiar… son actividades que me sientan bien. Son sencillas, pero la recompensa es inmediata y todos lo agradecen. ¡Me pongo los cascos y no paro hasta que está todo impecable!», confiesa, y casi parece que oímos su contagiosa risa. Aún le queda tiempo para otras rutinas que cultiva habitualmente: «Por supuesto también leo, veo cine, hablo con amigos, toco la guitarra, escribo y canto, pero no mucho mas de lo habitual».

Aunque el ánimo es dispar, intenta seguir la fórmula que le funciona mejor: «Hay días bajos que no apetece hacer nada, pero ya comprobé que la vida contemplativa no me da buen resultado en el confinamiento». Sus musas, que son muy perspicaces, no le han abandonado, pero detectan que hay más movimiento en casa: «Sí que me falta ese punto de intimidad que suelo tener habitualmente en casa y en mi estudio, pero igualmente procuro esforzarme, trabajar con la voz, tocar encima de los discos y revisar viejos temas para no perder la forma, incluso mejorar», explica.

Además de llenar la nevera de provisiones, antes de encerrarse Ariel compró también alimento para sus abultadas estanterías: «Por suerte el ultimo día que estaban las librerías abiertas salí a hacer un buen acopio, ¡prefiero el papel de lejos!, y ya llevo unos cuantos». Estos días lee un poco más rápido de lo habitual y no duda en recomendar Todos quieren a Daisy Jones, de Taylor Jenkins Reid, a los amantes del rock and roll. «Es adictivo y está perfectamente resuelto», asegura. Hay más páginas que han desfilado recientemente por sus manos: «Para los que busquen algo más hondo y literario recomiendo Boulder de Eva Baltasar, lo compré por instinto, sin recomendaciones, por la contraportada y la primera página, que es algo que suelo hacer, ¡y no falló! Es una delicia y encuentras algún tesoro en cada página. Ahora estoy totalmente atrapado con Desnudo en Garden Hills de Harry Crew, un retrato gótico de la América profunda».

Desde que vio The young Pope y The new Pope, de Paolo Sorrentino, Rot no ha vuelto a engancharse tanto a una serie. Las dos pusieron su listón muy alto. En familia aprovecha para descubrirles nuevos clásicos a sus hijos, como Casablanca, Uno de los nuestros «y alguna cosa más a la que el tiempo le jugó en contra», deja entrever. Pero no importa demasiado, porque tienen una buena lista de clásicos pendientes. En el tocadiscos sí están deslizándose vinilos nuevos y jugosos: «Descubrí los directos de Nick Lowe & Los Straitjackets que son pura frescura y buen humor ¡absolutamente contagioso! Para una escucha más serena recomiendo los últimos de Nick en estudio, entre el 2009 y 2011 hizo cuatro discos geniales».

Y aunque lea, escuche, vea, toque y trabaje, la crisis que nos mantiene recluidos también va haciendo cierta mella. «Son momentos de sensibilidad extrema y de profunda tristeza. Soy un tipo de naturaleza bastante escéptica, pero todos estos actos de valor y generosidad nos abren una puerta a la esperanza», dice. Después de ir tanto tiempo acelerando, quizá el frenazo provoque algo más que aislamiento: «Alguien dijo que el siglo XXI será espiritual o no será, así que más nos vale empezar a cultivar el espíritu». Y cuando la vida vuelva, de la forma que sea, habrá que «valorar lo que tenemos». Lo perdido y lo que podamos recuperar. Mientras tanto, seguirá esmerándose a las cuerdas: «Fantaseo con la idea de volver como Robert Johnson después de su encuentro con el diablo», dice, refiriéndose a la vieja leyenda que dice que el legendario bluesman pactó con el diablo para ser el mejor guitarrista de todos los tiempos. Y nos roba una sonrisa en medio de esta brumosa tristeza.

Anterior entrega de La otra vida: el solitario Jorge Ilegal.

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