La música en llamas: La terrible debacle del edificio 6197

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COMBUSTIONES

«La más absoluta indiferencia, fruto del desprecio o la ignorancia, saludan estos días la debacle del edificio 6197 de Universal»

 

Un incendio en los estudios Universal, en Hollywood, acabó con un tesoro incalculable de másters de auténticas leyendas musicales del siglo XX. Hoy, Julio Valdeón pone la lupa sobre el para muchos inadvertido suceso.

 

Una sección de JULIO VALDEÓN.

 

El 1 de junio de 2008 se declaró un incendio en los estudios Universal, en Hollywood. El devastador fuego derretía las luces de los camiones de bomberos. Ardieron los decorados de varias películas, incluido Regreso al futuro. Aquello parecía el abominable escenario de una película sobre el corazón del puro infierno. Al día siguiente, a pesar de su espectacularidad, fuimos informados de que la compañía había salvado la práctica totalidad de sus másters videográficos y discográficos. Circulen. Todo estaba copiado.

La mayoría de los originales había sido trasladada a archivos más seguros. Apenas perdimos un montón un cartones, plástico y papeles. ¿Seguro? No. Y el pasado 11 de junio Jody Rosen, que ha tenido acceso a los miles de documentos de los informes periciales, publicaba en el New York Times un reportaje con justificado aroma a fin del mundo. El día en que la música ardió. «Fue el mayor desastre de la historia de la música», reza el subtítulo, «y casi nadie lo sabía». Para entender las dimensiones del desastre bastaría con decir que Universal era la propietaria de los másters de compañías discográficas como Decca, Chess, Impulse!, MCA, ABC, A&M, Geffen, Interscope y una miríada de sellos subsidiarios, regionales, etc. Esto significa que entre los tesoros perdidos, están cintas originales, en muchos casos inéditas, de Louis Armstrong, Buddy Holly, Patsy Cline, Louis Jordan, Duke Ellington, Al Jolson, Bing Crosby, Ella Fitzgerald, Judy Garland, Count Basie, Coleman Hawkins, Dizzy Gillespie, Max Roach, Art Blakey, Sonny Rollins, Charles Mingus, Ornette Coleman, Alice Coltrane, Sun Ra… «Los másters para el catálogo de Decca de Billie Holiday probablemente se perdieron por completo». Hablamos de la totalidad de lo grabado por Chuck Berry para Chess, así como de casi todas o todas las sesiones de gigantes como Muddy Waters, Howlin’ Wolf, Willie Dixon, Bo Diddley, Etta James, John Lee Hooker, Buddy Guy y Little Walter. Y las primeras grabaciones de Aretha Franklin. Y los másters de John Coltrane para Impulse!

También perecieron los másters de docenas de singles canónicos, “Rock around the clock”, de Bill Haley and His Comets, de “Rocket 88” de Ike Turner y Jackie Brenston, de “Bo Diddley/I’m a man” de Bo Diddley, de “At last” de Etta James, de “Louie Louie” de los Kingsmen y de “People get ready”, de los Impressions. Añadan grabaciones originales, sesiones, directos y etc. de (y una y otra vez me limito a citar los nombres que enumera Rosen) Benny Goodman, Cab Calloway, las Andrews Sisters, los Ink Spots, los Mills Brothers, Lionel Hampton, Ray Charles, Sister Rosetta Tharpe, Clara Ward, Sammy Davis Jr., Les Paul, Fats Domino, Big Mama Thornton, Burl Ives, los Weavers, Kitty Wells, Ernest Tubb, Lefty Frizzell, Loretta Lynn, George Jones, Merle Haggard, Bobby (Blue) Bland, B.B. King, Ike Turner, los Four Tops, Quincy Jones, Burt Bacharach, Joan Baez, Neil Diamond, Sonny y Cher, Mamas and the Papas, Joni Mitchell, Captain Beefheart, Cat Stevens, the Carpenters, Gladys Knight and the Pips, Al Green, Flying Burrito Brothers, Elton John, Lynyrd Skynyrd, Eric Clapton, Jimmy Buffett, Eagles, Don Henley, Aerosmith, Steely Dan, Iggy Pop, Rufus y Chaka Khan, Barry White, Patti LaBelle, Yoko Ono, Tom Petty y los Heartbreakers, The Police, Sting, George Strait, Steve Earle, R.E.M., Janet Jackson, Eric B. y Rakim, New Edition, Bobby Brown, Guns N’ Roses, Queen Latifah, Mary J. Blige, Sonic Youth, No Doubt, Nine Inch Nails, Snoop Dogg, Nirvana, Soundgarden, Hole, Beck, Sheryl Crow, Tupac Shakur, Eminem, 50 Cent y los Roots. Entre otros muchos. Ah, esperen, también los másters originales de «muchos artistas más o menos olvidados, decenas de miles de discos de góspel, blues, jazz, country, soul, disco, pop, easy listening, clásica… que ya solo existirán como referencias escritas en las discografías».

¿Y cómo ha reaccionado el mundo al reportaje de Jody Rose? ¿Cómo han respondido las principales cabeceras, los telediarios, los líderes de opinión, las tertulias, los cenáculos de expertos, sabelotodos, peritos en nada y columnistas ante la pérdida de un patrimonio incalculable? Pues callados. Mudos. En España, un suponer, y con la excepción, hasta donde alcanzó, de Diego A. Manrique, la tónica fue, es, el silencio. La más absoluta indiferencia, fruto del desprecio o la ignorancia, saludan estos días la debacle del edificio 6197 de Universal. Custodio de una importantísima tajada del patrimonio artístico universal del siglo XX. Ahí tienen la exacta medida del valor que nuestra sociedad concede a la música. Luego algunos llegarán con la bocota sucia de altisonantes palabras sobre el papel de los músicos y el aprecio que sentimos por su trabajo y blablablá. Para llorar.

Anterior entrega de Combustiones:  El día en que Bob Dylan y Martin Scorsese emularon a Jordi Évole

 

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