Fino Oyonarte: «Materializar lo que tienes en tu cabeza ya es un éxito»

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«Ha sido una travesía larga para llegar hasta aquí, con muchos altibajos, pero ha merecido la pena»

 

Paralelamente a su carrera como bajista de Los Enemigos, entre otros proyectos y producciones, Fino Oyonarte retoma el pulso de su carrera solista con su segundo álbum, Arrecife, que ve la luz el viernes 17 de febrero. Una entrevista de Javier Escorzo.

 

Texto: JAVIER ESCORZO.
Fotos: RICARDO RONCERO.

 

Tras una larga y fructífera carrera como bajista de Los Enemigos, productor de algunos discos míticos del rock español y liderando otros proyectos como Clovis o Los Eterno, en 2018 Fino Oyonarte inició una nueva etapa firmando con su propio nombre el magnífico Sueños y tormentas (Buenaventura, 2018). Ahora regresa con un nuevo álbum en el que desnuda canciones y sentimientos. Aunque ve la luz en febrero, este Arrecife (Buenaventura, 2023) será, por derecho propio, uno de los mejores discos que se publicarán en todo el año. Tiempo al tiempo.

 

Arrecife es tu segundo disco en solitario, tercero si contamos el single que sacaste en 2019, pero al escucharlo he sentido que todavía estabas estrenando esta nueva etapa, mucho más serena, más íntima y reposada que lo que habías hecho en tus proyectos anteriores. 
Sí, tengo una sensación curiosa, porque realmente es el segundo disco, pero todavía me siento muy virgen en esta nueva etapa. Obviamente, tengo toda mi trayectoria detrás con Los Enemigos, con las producciones, con Clovis, con Los Eterno… He tenido diferentes proyectos, pero este para mí sigue siendo nuevo, me hace mucha ilusión volver a empezar. El otro día, cuando me llegó el test pressing del disco, me lo puse y me emocioné. Cogí el paquete, lo acaricié… Qué guay que me siga emocionando con estas cosas. Lo pones la primera vez en casa y piensas: misión cumplida. Ha sido una travesía larga para llegar hasta aquí, con muchos altibajos, pero ha merecido la pena. Entonces sí, es un segundo disco, pero creo que este es mi proyecto más personal y sigue siendo novedoso.

 

¿Cómo ha sido la gestación? En 2018 y 2019 estuviste con el primer disco y el single, pero luego hubo disco de Los Enemigos, una pandemia mundial, conciertos…
Justo cuando salió el primer disco ya tenía seis canciones, bocetos, algunas melodías sin letra… Tenía ya bastantes ideas. “Naufragar” es de 2018, por ejemplo. “Entre tú y yo” viene de una nota de voz de finales de 2017 en la que tenía la melodía completa, sin letra, pero sí la melodía y la estructura. Cuando la «maquinaria enemiga» se puso en funcionamiento y decidimos grabar Bestieza [Alkilo Discos, 2020], la dedicación ya fue exclusiva para Los Enemigos. Ya no me salían canciones tan acústicas, a nivel creativo lo tenía más complicado. Además, yo también me encargo de gestionar la autoedición de Enemigos, por lo que apenas tenía tiempo. Tuvimos la mala suerte de que el disco salió el 6 de marzo de 2020, justo cuatro días antes del confinamiento, y nos afectó mucho, claro, todos sabemos lo que ha pasado con el mundo de la cultura. Apenas hicimos conciertos. Con Los Enemigos lo retomamos en 2022 y estuvo muy bien, ahí te das cuenta de lo mucho que significa la música en directo, y te lo digo como músico y como espectador.

 

¿Entonces no aprovechaste el parón para escribir?
Durante el confinamiento escribí, pero poco, me costaba mucho. Ahí hice “A tu lado” y “Avanzar”, que abren el disco y son muy luminosas, te invitan a hacer cosas, que es lo que necesitábamos en aquellos momentos. Y luego hice las dos canciones que cierran las caras del vinilo, “Amor” y “La vida es un sueño”.

 

Después te preguntaré por esas dos canciones, creo que son especiales. ¿Cómo afrontaste la grabación?
Contacté con César [Verdú, de León Benavente], que es un gran amigo desde hace muchos años, ha sido mi gran apoyo y me ha ayudado muchísimo, hemos producido el disco entre los dos. Se ha mudado y ahora vivimos muy cerca, así que me iba a su casa y grabábamos por tandas. Estábamos unos días y grabábamos las acústicas. Luego parábamos. León Benavente también han grabado un disco, así que cuando podíamos lo retomábamos. Fuimos a Valencia y grabamos las baterías y las bases con Xema Fuertes, con Caio Bellvester y con Alfonso Luna [Tachenko], en los Estudios Río Bravo. Ellos no conocían las canciones, por eso suena tan fresco. Paramos otra vez y a finales de verano ya metí las voces. A través de mi amigo Daniel Lorca me puse en contacto con Philip Peterson y su hermana, que me hicieron los arreglos de cuerda, estoy muy contento de que Philip volviera a implicarse en mi proyecto, con muy poco presupuesto, además, porque él está acostumbrado a trabajar con Lana del Rey, St Vincent, Lady Gaga… cosas muy mainstream, pero me dijo que le encantaba lo que yo hacía, que le parecían preciosas las canciones, y aunque le di un par de ideas, los arreglos son suyos.

 

¿Cuándo terminasteis el disco? Tengo entendido que has tenido que esperar mucho para editarlo.
Sí. Acabamos las mezclas en febrero de 2022 y va a salir un año más tarde. Creo que las canciones siguen teniendo vigencia, hablan de cosas muy personales, pero creo que también son sentimientos universales. Yo escarbo dentro de mí y trato de transmitir esa sensación: emociones, dudas, incertidumbres, reflexiones… Hablo sobre la pérdida, la muerte, el amor, el paso del tiempo, aceptarte como eres…

 

«En el primer disco decía que me sentía afortunado y sigo pensando lo mismo, con todas las dificultades que este oficio conlleva»

 

Musicalmente, el disco continúa el camino del anterior, las canciones más desnudas son las que más se le parecen, pero también veo otras (“A tu lado”, “Avanzar”, “Forma de ser”, “Naufragar”…), que suenan con ritmos algo más enérgicos y con la instrumentación más viva, más presente.
Sí, están más tratadas con grupo, están concebidas así. Veía que esas canciones necesitaban más energía de banda. “A tu lado” la veía más rollo Sargent Pepper’s, veía el piano, pero pensé que si le añadía una batería quedaría mejor. Recurrí a instrumentación de la época: hammond, guitarra eléctrica, mellotrón… El final, por tempo, va cayendo, se convierte en otro ambiente que me recordaba a Mercury Rev, esas canciones tan densas que hacían. “Avanzar” me recordaba a canciones muy luminosas, como las que hacía George Harrison. “Forma de ser” es más Pet sounds, quería jugar con los coros como hacían en “Wouldn’t it be nice”: cómo iban cambiando los coros, cómo se iban mezclando unos con otros, la instrumentación también, hay cascabeles… Estoy contento porque no es un ejercicio de estilo, queda muy personal. Eso me lo dijo Phil y estoy de acuerdo con él. Con “Naufragar” tuve más problemas. Esa canción trata de lanzarte a hacer las cosas por amor al arte, por la mera curiosidad creativa. ¿Qué es naufragar? ¿No tener éxito? No, el mero hecho de materializar lo que tienes en tu cabeza es ya un éxito, ojalá luego tenga un resultado y pueda gustar, pero el éxito ya lo has conseguido. Quería que esa canción tuviese un ritmo obsesivo de timbales, pero no encontraba la forma de hacerlo, y descubrí una canción que no tiene nada que ver, “Mellow blue polka dot”, de Damien Jurado, que llevaba timbales, y me sirvió de referencia para producirla. Al final metí una coral de casi veinte voces, con armonías… Lo tenía todo en la cabeza y me da mucha alegría haber podido materializarlo.

 

Luego hay otro tipo de canciones más desnudas, más íntimas.
Sí, las demás canciones son más sencillas, con acústica o piano. Esas me llevaban a Bill Callahan, a Alexi Murdoch, que tampoco es que lo siga demasiado, pero me gustó mucho cuando lo conocí. A Nico, al Five leaves left, de Nick Drake, que es un disco que amo. “Tan lejos” habla de la relación de pareja y de la incomunicación, todas esas cosas. Esta la hice al piano y me inspiraba en el Paris, 1919, de John Cale, lo que pasa es que no me convencía y la pasé a la guitarra. “Entre tú y yo” parece más personal, pero en realidad es ficción. Hay imágenes de cuando conocí a la persona que amo, pero casi todo es ficción. Tengo que investigar más por ese lado, no rebuscar siempre en mí mismo. Eso lo hace muy bien Josele [risas]. En “Embarcadero”, Joaquín Pascual le da un toque muy onírico. Esa canción es un homenaje a la costa almeriense, tiene un simbolismo muy especial. Mi madre pintaba y me regaló un cuadro que tengo puesto encima del ordenador, lo veo todos los días. No sabía que título ponerle al disco, y resulta que lo tenía delante. Esa canción es un homenaje a aquello paseos por la costa.

 

Cuando hablas de influencias citas a los clásicos.
Es que son referencias que he tenido de toda la vida y ahora han salido. Mi juventud, cuando descubrí a los Beatles, a los Beach Boys, cuando mi hermano escuchaba a Leonard Cohen, a Serrat… “Entre tú y yo” es muy Leonard Cohen, nunca había hecho una canción así. No fue intencionado, simplemente salió. Al hacerte mayor también hay canciones más reposadas, aunque me sigue gustando Hüsker Dü, pero quizás lo aplico más en Los Enemigos que en mi proyecto en solitario. Igual que me puede gustar Lana del Rey, que es muy mainstream pero hace unas melodías preciosas.

 

¿Te será fácil llevar tanta diversidad al directo?
No sé cómo lo llevaré al directo. Creo que funcionará bien con banda, pero también cuando vaya yo solo con mi guitarra. De hecho, hay gente que me dice que le gusta más ese formato, más desnudo. Pero me gustaría hacer algún concierto con grupo, a ver si nos lo podemos permitir, porque las cosas están difíciles y la realidad es la que es.

 

Aunque también hablas de otras cosas, diría que el gran tema del disco es el paso del tiempo.
Sí, con la edad te vas dando cuenta de que tienes que aprovechar al máximo el tiempo que te queda. Con veinte años no piensas en eso, pero en las canciones que hago ahora sí que aparece esa mirada a lo que he hecho y a lo que me queda por hacer. Hay que seguir adelante, compartir con la gente que quieres, hacer canciones… Seguir con el camino que emprendí de joven, el de la música, que me parecía un sueño y aún hoy me lo sigue pareciendo. En el primer disco decía que me sentía afortunado y sigo pensando lo mismo, con todas las dificultades que este oficio conlleva.

 

«“Simulacro” [de Rafael Berrio] me pareció la mejor canción de la historia de España, a la altura de “Volando voy” o de la que quieras»

 

La canción más clara en ese sentido es “Espejo”.
Esa es la más antigua de todas, la toqué en directo muchas veces en los conciertos del disco anterior. Habla de que un día me levanté, me vi reflejado en el espejo del baño y pensé: «¿Quién es este tan mayor?» [risas]. Hay que llevarse bien con uno mismo. En esa canción hay un arpegio como de folk americano, y no lo saqué de Dylan ni de nada clásico, sino de un cantautor muy joven y muy underground que se llama Chris Weisman; un día me puse una canción suya que se llama “The sun comes back”, que es una canción muy pop, sencillita, con una melodía un poco Elliot Smith, y me encantó. Intenté sacar un arpegio como ese y no me salió, pero de ahí nació “Espejo”. Es lo que decía Elvis Costello, que intentas copiar a alguien y al final lo que sale es algo tuyo. Yo no escondo nada, me gusta decir lo que te ha ayudado a llegar a algo. Lo importante es que lo que haces tenga tu personalidad.

 

Es importante que los artistas escriban letras acordes a su edad, ¿no crees? Como oyente, lo siento así, y no siempre sucede.
No siempre sucede, es cierto. Yo sí que lo he intentado, he procurado estar en sintonía con lo que soy y con lo que veo a mi alrededor. Y con lo que estoy sintiendo, porque en mis letras hablo de esos sentimientos. Igual necesito hablar de eso para conocerme mejor. No me sale hablar de coches y de chicas a esta edad. Me preocupan otras cosas y me apetece hablar de esas otras cosas. También hay gente que habla de cosas muy actuales, de cosas que le han pasado justo en el momento en el que ha escrito el disco. Puede valer también, al final son sentimientos universales. El campo es muy abierto y yo me siento muy virgen en ese sentido, porque estoy escribiendo de una forma muy personal sobre lo que me sucede y sobre lo que corroe por dentro. Estoy hablando de lo que conozco.

 

«Yo he tocado para diez, para quince y para veinte. No voy a tirar un concierto porque haya poca gente»

 

Hay dos canciones especialmente conmovedoras, que cierran las caras del vinilo: “Amor” y “La vida es un sueño”.
Esas están dedicadas a mis padres, que se fueron con cuatro meses de diferencia en la época en la que preparaba las canciones. Quería que esas canciones estuviesen, quería dedicarles el disco a ellos, es mi agradecimiento y mi recuerdo. Ya en el primero hubo una canción sobre los dos. Cuando bajaba a verlos, ya en los últimos años, sabía que tenía que aprovechar al máximo el tiempo con ellos, compuse muchas canciones con ellos. Salíamos a pasear… “Amor” es una canción de agradecimiento a mi madre, es mi manera de recordarla con unas imágenes de cómo era, de cómo hacía feliz a la gente que le rodeaba, era muy simpática. Hay imágenes del momento de la despedida, también; cuando llegué, ella ya no estaba, pero tuve un momento de intimidad para poder hablar con ella y darle las gracias por todo lo que había hecho por mí. Es un poco dura, pero necesitaba hacer esa canción y compartirla. Cuando ella falleció pasé unas semanas muy introvertido, escribiendo poemas, recuerdos… Tenía una música escrita tiempo atrás, y me di cuenta de que un texto encajaba perfectamente en aquella melodía. No me lo podía creer, pero fue así.

 

¿Y “La vida es un sueño”?
“La vida es un sueño” es una manera de recordar a los dos, una pareja que se quiso mucho y que nos transmitió a los hijos ese cariño. He tenido esa suerte, hay gente que ha tenido experiencias muy complicadas, pero yo he tenido esa suerte con mi familia. Es una manera de recordarlos, de decirles adiós y explicar lo que he vivido con ellos. Cuando faltó mi madre, yo iba a ver a mi padre y le hacía como entrevistas, le pedía que contase cosas del colegio, de su vida… Una de las últimas cosas que le pedí fue que me hablase de mi madre, que ya no estaba, y me dijo: «He tenido mucha suerte de estar setenta años con ella, nos hemos querido mucho. Para mí, la vida es un sueño». Cuando leí esa frase en el diario, pensé que tenía que hacer una canción con ella. Cuando le daba forma, pensaba en “Martha”, de Tom Waits, con piano, tan melancólica… La letra habla de mis últimos paseos con mi padre, que visitábamos la casa donde nació, tomábamos un café… A veces pensamos que la felicidad es algo muy difícil de conseguir, pero al final es mucho más sencillo. Para mí la felicidad era tomarme un café con mi padre, o ahora puede ser ver una peli, ir a un concierto, leer un libro, desconectar un poco, estar con unos amigos tomando una cerveza.

 

Emparentada con este disco está la versión de “Simulacro” que grabaste para el homenaje a Rafael Berrio. Cuando la escuché, me pareció que la habías hecho totalmente tuya, podría haber estado en tu primer disco y no hubiese desentonado.
Conocí a Berrio muy tarde, me lo presentó Javier Sánchez, de La Buena Vida y de Ama, en el concierto de homenaje que le hicieron a Pedro San Martín, el bajista de La Buena Vida, en la sala Apolo de Barcelona. En aquel camerino conocí a Rafael Berrio. Empecé a investigar, a escucharle, y aluciné. “Simulacro” me pareció la mejor canción de la historia de España, a la altura de “Volando voy” o de la que quieras. Me dio un pelotazo en la cabeza. Lo escuché mucho, hablamos varias veces, nos veíamos cuando él tocaba en Madrid, yo llevaba sus discos en el coche cuando me iba a tocar… “Simulacro” me impresionó tanto que quise hacer una versión con la guitarra para tocarla en directo. Tenía otra de “Satellite of love” de Lou Reed, pero últimamente tocaba más la de Berrio, me llegó muy profundamente. Se lo dije a Rafa una de las últimas veces que le vi. Desgraciadamente no ha podido escucharla, pero la hice con todo mi cariño. La letra era muy complicada, tenía que estudiarla cuando me iba a andar por las mañanas, porque como te confundas en un verso ya te caes por las escaleras y llegas al precipicio [risas]. Es una letra increíble. Creo que la voy a mantener en directo, no solo por recordarle, sino porque es una canción increíble. Ojalá el disco de homenaje sirva para dar a conocer su obra y sus discos; Diarios y 1971 me parecen alucinantes.

 

Supongo que en ese disco de homenaje a Rafael Berrio, La vida que amo, surgiría la colaboración con Raúl Bernal, que participa en tu Arrecife, porque él fue uno de los que se encargaron de coordinarlo, ¿no?
Sí, él coordinó el homenaje y grabó también un órgano en mi versión, quedó muy elegante. No queríamos hacer algo con cuerdas, como la original de Rafa, que es brutal. Quise desnudarla y darle todo el protagonismo a la letra, pero Raúl me mandó los arreglos de su órgano y quedaron muy bien. A partir de ahí, ya le propuse que colaborase también en mi disco.

 

Una vez le pregunté a Rafael Berrio si se sentía cómodo como artista de culto, y me respondió que él no quería ser una superestrella, que su máxima aspiración era conseguir ochenta seguidores en cada ciudad, que con eso ya tenía suficiente para mantener su carrera, seguir grabando discos y girando. Tú tienes mucho más que eso con Los Enemigos, pero ¿te marcas algún tipo de meta en tu carrera en solitario?
Como cualquier artista, quiero que mi música se escuche y la pueda tocar en directo. Pero la realidad es la realidad, lo tengo muy claro. Con el disco anterior me hice unos treinta conciertos solo, con mi guitarra acústica, y fue bastante duro, pero también fue muy gratificante tocar para poca gente. Una vez, con Clovis, fuimos Cristina y yo a tocar un domingo, en una matinal, y solo fueron dos personas. Les preguntamos cómo se llamaban y tocamos para ellos dos. Se me olvidarán muchos conciertos de tres mil personas, pero ese no lo olvidaré jamás. Me gustaría, como decía Rafael, que en todos los conciertos hubiera ochenta, noventa, cien personas, poder tirar con eso, tocar, grabar mis discos… De momento vamos a sacar este, que lo conozca la gente. Me gustaría hacer algún concierto con grupo. Con el anterior solo hicimos uno con banda; luego hicimos alguno con trío de cuerda, que quedó muy bien, pero ahora me gustaría tocar un poco más con la banda. Lo estamos preparando, de hecho. Pero la realidad es la realidad. Y también seguiré defendiendo las canciones en acústico, que puedo hacerlo perfectamente. Ojalá dentro de poco podamos decir que ya tenemos esos cien espectadores en cada concierto, pero yo he tocado para diez, para quince y para veinte. No voy a tirar un concierto porque haya poca gente.

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