La importancia de llamarse Rafael Berrio

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Raúl Bernal: «Lo que podemos hacer nosotros por su obra es darle un tiempo más de vida»

 

Músicos como Mikel Erentxun, Diego Vasallo, Quique González, Fino Oyonarte, Tulsa o José Ignacio Lapido se unen para homenajear a Rafael Berrio en el disco La vida que amo, que verá la luz el 14 de octubre. Arancha Moreno habla con su productor, Raúl Bernal, y con la viuda de Berrio, Gema Amiama, sobre el sentido homenaje al músico donostiarra.

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Foto de Rafa Berrio: EDORTA SUBIJANA.
Resto de fotos cedidas por WARNER MUSIC.

 

«Temo haber vivido mi vida como si ello fuera un simulacro / como si yo tuviera el don de vivir por mí dos veces / de haber dejado a un lado la que importa en prenda de una vez futura / y haber malgastado en borradores la presente». Lo escribió y cantó Rafael Berrio en “Simulacro”, justo diez años antes de marcharse de este mundo. Dándole vueltas a la existencia, entre otras cosas, tejió un cancionero fascinante que dejó huérfano en 2020 y que ahora, dos años después de su fallecimiento, recogen sus compañeros de oficio en un disco de homenaje que Warner publicará el 14 de octubre con el título La vida que amo.

Un disco de amor por los cuatro costados, tallado con entrega, delicadeza y un profundo cariño hacia las canciones que defienden, a capa y espada, todos sus integrantes. Amigos como Diego Vasallo, Mikel Erentxun, Fino Oyonarte, Tulsa, Quique González o José Ignacio Lapido abanderan este trabajo en el que participan también Santi Campos, Daga Voladora, Jairo Martín, Luis Arronte, Toni Brunet y Chencho Fernández. Y todos ellos bajo la coordinación de Raúl Bernal, ideólogo de un proyecto completamente desinteresado con el que reivindican la obra de un músico único: «Era una persona de esas que aparecen cada cincuenta años. Era, sin duda, el mejor».

Rafael Berrio. El hijo ingobernable. El músico que militó en Amor a Traición —en los noventa— y Deriva —en los dosmiles— para refugiarse después, en soledad, en trabajos incontestables como 1971 (2010), Diarios (2013), Paradoja (2015), El niño futuro (201)) y el Epé de los valses (2020), además de aquella aventura, a medias con Joserra Senperena, titulada Adiós a la bohemia (2017). El compositor de canciones capaces de emocionar estadios en boca de La Oreja de Van Gogh o Mikel Erentxun cuya carrera solista, sin embargo, era bastante más discreta. Un músico de culto, un poeta maldito. Brillante, certero y tan personal que acercarse a su obra ha sido un auténtico reto para sus compañeros. «Llevaba treinta años escribiendo de la hostia. Y es difícil cantar a Rafa. Pasa como con Dylan, tiene esa métrica tan personal que, si no entras bien, cuesta mucho trabajo. Hay muchas canciones que no puedes hacer. Cuando intentas emularlo te das cuenta de que no es tan fácil como parece», advierte Raúl Bernal.

 

Gema Amiama: «Es inevitable que duela, revuelva y emocione, pero me quedo con ese gesto precioso de unir esfuerzo y arte para festejar a Rafa con sus canciones»

 

Amor y rabia

Bernal conoció a Berrio allá por 2013 o 2014, cuando este preparaba Paradoja. Se intercambiaron discos y mensajes durante un tiempo y empezaron a trabajar juntos. Hubo un intento de grabar un disco en Granada que no proliferó, pero sí lo hizo una admiración y una amistad que ha llevado al productor a promover este tributo. «Que en este país no se reconozca a los grandes autores, que la cosa quede en cuatro obituarios, da un poco de rabia», admite. Pero en el gremio decidieron paliarlo, y lo que empezó siendo un homenaje pequeño, modesto y casero, se acabó convirtiendo en algo mucho más grande en cuanto corrió la voz. Quizá podrían haber incluido algún nombre aún más mediático, pero Bernal justifica el único filtro empleado: «Las puertas estaban abiertas, pero no queríamos meter a alguien por vender mil discos más si no tenía ni puta idea de quién era Rafa».

 

Expectación y catarsis

Desde el principio contaron con el beneplácito de la viuda de Rafael, Gema Amiama, que agradeció profundamente el gesto pero prefirió mantenerse al margen durante el proceso: «Estaba expectante y con temor, porque no sabía qué aire le iban a dar y cómo iban a quedar». Así vivió el momento en el que el disco cayó en sus manos: «Fui escuchando una primero, pero la emoción sucedía, y otras pocas después. A pequeños sorbos en un primer momento; lógicamente me sonaban raras porque no era Rafa, ¡claro! Salvando la emoción y esas primeras comparaciones me fui dejando llevar por el modo singular en el que cada uno había abordado las canciones y fui sintiéndolas de mejor manera. Seguí al día siguiente hasta completar el disco. Fui resonando con cada una y disfrutándolas con tristeza al mismo tiempo. Es un poco paradójico, pero es así». El viaje por La vida que amo ha sido especialmente intenso para ella: «Entrar en esas canciones es activar la ausencia y la tristeza; también la alegría porque le han dedicado unas preciosas canciones, además de las historias que guardan muchas de ellas. De un modo u otro, inevitablemente me sacuden. Cada vez que las escucho entro de nuevo en un bucle emocional, incluso ahora, hablar sobre todo esto me resulta catártico».

 

Gema Amiama: «Mucha gente le está conociendo a posteriori y se apena de no haberlo hecho antes»

 

Ocupas musicales

Repiten cantando por Berrio Mikel Erentxun y Quique González, tras la emocionantísima versión de «Intacto» que grabaron juntos en el disco del primero, Amigos de guardia. Esta vez, Erentxun se atreve con “La misma mujer distinta” y González con “Considerando”, dos canciones que arrastran hacia sus respectivos universos, de las mejores piezas de este sentido homenaje. «La de Mikel es emocionante, es en la que más reconozco a Rafa. Mantiene esa cualidad vibrante, chispeante de la canción, y la voz de Mikel corre con igual espíritu. A Diego le ha quedado preciosa, me ha sorprendido que elija esa canción de Deriva [“No solo de amor”], muy equilibrista con la compostura instrumental, con esas briznas de acordeón tan chulas. Y Quique la ha dejado muy desnuda e impactante. Triste, y al mismo tiempo, muy intimista», describe la viuda de Berrio, que apunta lo bien que ha hilado Fino Oyonarte su “Simulacro”, además de Daga Voladora en “Cómo iba yo a saber” y José Ignacio Lapido con “Abolir el alma”. Prácticamente nadie se ha quedado con las ganas de entrar en su obra y «ocupar» las canciones del homenajeado.

 

Un canto a la vida

Detrás de la musicalidad y el bagaje literario que desprenden las letras de Berrio subyace un claro canto a la vida. Por mucho que se cuestione el motivo de cada amanecer, o tema haber llevado una vida simulada, sus canciones reflejan lo mismo que el título de este homenaje: que amaba la vida. «Rafa era un tío increíble, nada oscuro, no tenía ese peso dramático, era un tío cachondo, te reías mogollón con él. Era un tío ácido, con un humor especial. Seguro que le habría gustado este disco, pero aún más si hubiésemos hecho una fiesta de cuatro días. Está cantado con alegría, con mucho respeto y con mucho corazón», expone Bernal. «El prólogo del libro que recoge todas sus letras [Absolución: canciones de Rafael Berrio] es magnífico, y lo escribió en la habitación del hospital. Y es un canto a la vida, a las canciones, a la bohemia». El suyo era un canto a la vida con cierto humor soterrado, como subraya Gema. Por ejemplo, en “Considerando”: «“Has roto el espejo / una obra a todas luces singular / tu propia versión del arte / de echarlo todo a rodar” es una frase llena de humor en un contexto de un gran desencuentro en la pareja. Aunque yo aún sigo lamiéndome las heridas, como canta Miren Iza en su “Oda al amor efímero”».

 

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Fe en sus canciones

Las trece canciones de Berrio son un regalo que le devuelve, en parte, a la vida. «Es inevitable que duela, revuelva y emocione, pero me quedo con ese gesto precioso y generoso, que hayan reunido su esfuerzo, ganas y arte, sobre todo arte, para festejar a Rafa con sus canciones», declara Gema, que dice sentirse profundamente agradecida. Cabe preguntarse hasta qué punto el homenajeado se sabía tan bien acogido por sus colegas de oficio: «[Se sentía] Querido, muy querido. Yo se lo recordaba muchas veces, porque era muy fuerte el sentimiento de cariño que despertaba en mucha gente. Imantaba».

Su perfil de músico de culto, tan ingrato a veces, no empañó la relación que mantenía Berrio con su propia obra: «Él tenía una fe y una confianza absoluta en sus canciones. Ahí no tenía duda. Es verdad que fue de público poco numeroso, y que en los últimos años a cuentagotas fue en aumento, pero no le oí quejarse nunca por ello. Vacilaba, además, y su ilusión era poder llegar a un aforo de 150 personas. Esa era su pretensión, pero sin ningún tipo de presión hacia sí mismo. Siempre estuvo muy contento de chulear de un público intelectual, culto, que entendía sus canciones. Se lo dijo en varias ocasiones a la prensa, que en los últimos diez años valoró muy satisfactoriamente su trabajo». Algunos, sin embargo, han llegado tarde: «Mucha gente le está conociendo a posteriori y se apena de no haberlo hecho antes. C’est la vie, que dicen los franceses».

 

Justicia a destiempo

La vida que amo es el último de una serie de homenajes que se le han dedicado a Berrio a modo de despedida. Es inevitable preguntarse si ahora, que ya no está, por fin se hace justicia. «Justicia es todo lo que están haciendo desde que nos dejó todos los que han querido resaltar su obra», defiende Gema. Ella se esfuerza en imaginar al propio Rafael recibiendo todas estas muestras sonoras de cariño: «Estaría pavoneándose y moviendo el cuerpo como una grulla. Estaría orgulloso, sonriente, feliz y lo clamaría a los cuatro vientos. El chico tenía su coquetería», confiesa. Ella es la única dueña del disco en el que todos los participantes han colaborado de forma altruista.

 

Raúl Bernal: «Todo el mundo lo hizo por amor, nadie pidió nada»

 

«Todo el mundo lo hizo por amor, nadie pidió nada. Ha sido mucho trabajo, un trabajo muy largo, pero fue bonito. La gente sigue haciendo discos por amor a los discos y a las canciones», defiende con cierto alivio Raúl Bernal. Su labor, la de todos los músicos participantes, ha sido la de soltar un reguero de migas de pan para indicar el camino hacia la música de Berrio: «Es un disco bonito, muy de corazón y muy de verdad, pero no le hace justicia a lo que ha aportado Rafa a la cultura de este país. La única manera que tenemos de hacer justicia es acompañar, ponerlo en valor nosotros. Es acudir a la ayuda de esas canciones, que no pueden morir. Lo que podemos hacer nosotros por su obra es darle un tiempo más de vida».

«Y ahora es tarde / algo tarde / pues temo ir ya malherido / temo haberme consumido / como si yo tuviera el don / de vivir dos veces», escribió Berrio en “Simulacro”. Aquel temor que flotaba entonces, de alguna forma, se resuelve en este homenaje. Él se ocupó de rubricar canciones esenciales para no vivir en vano y sus amigos están difundiendo su legado. Siempre que suene una canción de Rafael, Berrio vivirá dos veces.

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