Acantilados, de Los Zigarros

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DISCOS

«Les estaba sobrando rock and roll y, sin renunciar a él, se han abierto a otros colores e intenciones»

 

Los Zigarros
Acantilados

CULTURA ROCK RECORDS, 2023

 

Texto: SERGIO ALMENDROS.

 

Sin perder un ápice de su esencia, Los Zigarros han firmado su disco más luminoso y amoroso justo en el momento en que su carrera empezaba a pedir un paso al frente, una agitación, una ligera variación en una propuesta siempre encasillada en los términos más estrictos del rock and roll más clásico. Como canta el propio Ovidi en un momento del álbum, les estaba sobrando rock and roll y, sin renunciar a él, se han abierto a otros colores e intenciones. Y es que este Acantilados se presenta sin ningún rubor como toda una declaración de amor y todo un compendio de sentimientos de una persona recién y perdidamente enamorada, con todas las ilusiones, esperanzas, dudas y miedos que eso conlleva. Porque igual que las letras de este trabajo cantan a los cuatro vientos su amor por la persona amada, también reconocen el pánico a que el globo se pinche en cualquier momento o el temor al desengaño y a que todo sea una película montada en su cabeza.

He de reconocer, y creo que a más de uno le pasó lo mismo, que el primer adelanto no llegó a entusiasmarme, y es que “Aullando en el desierto”, con toda su maravillosa esencia a Tom Petty, se entiende mucho mejor en el conjunto del lote, como apertura de un disco que rápidamente presenta una de sus cartas ganadoras con “No pain no gain”, un glam rock que bebe de los legendarios T. Rex y en el que ya se nota la mano de Leiva dando claridad y elegancia a una canción que se eleva gracias al coro góspel.

“Mis ojos” refrenda su gusto por Petty y el aroma a música norteamericana que impregna todo el plástico para, a continuación, servir uno de los cortes más contundentes: ese “Acantilados” que da nombre al álbum y que se presenta potente y arrebatador, sin duda llamado a ser otro de sus hits de referencia en los directos.

Pero las principales novedades llegan a partir de “Barcelona”, cuando toma la palabra el piano, hasta ahora prácticamente inédito en la carrera de los valencianos, para dar color a una de las letras más personales de Los Zigarros, una composición sumergida en un manto Beatle que a mitad de tema salta por los aires y nos trae a los Queen más enérgicos y cerrar de nuevo a lomos de ecos de los Liverpool con unos coros muy reconocibles.

A continuación, la cabaretera y encantadora “Como quisiera” presenta las dudas y el miedo, para continuar el juego de títulos con “Casarme contigo”, curiosamente la expresión menos rock que pueda uno imaginarse y que es la que contiene las guitarras más rotundas y rocosas.

Al parecer, el germen de este paso adelante estilístico habría sido “100.000 bolas de cristal”, un corte de evidentes reminiscencias de música disco que no se habrían atrevido a sacar sin que el bueno de Leiva les diera el espaldarazo definitivo; y bien que brillan sus acordes hasta llevarnos a “Por fin”, canción de nuevo al más puro estilo de los Queen del “Don’t stop me now”, que marca el punto álgido de la felicidad. Para encarar el final, “Rock rápido” entronca con Los Zigarros más esperables, aquellos de “Hablar, hablar, hablar” o “Dentro de la ley”, trallazos que les colocaron en las primeras filas del rock patrio con una carrera que esbozan en esta letra, antes de cerrar el álbum con “El monstruo”, la primera balada a piano de su carrera, una confesión a cabeza agachada, una recopilación de todos los fantasmas que acechan entre euforia y euforia.

Cuánta culpa ha tenido en estos nuevos bríos la producción de Leiva y cuánto ha venido desencadenado por el momento personal de los hermanos Tormo es una ecuación complicada de resolver desde la distancia, pero a buen seguro que ambos elementos han sido parte fundamental para que Los Zigarros se hayan decidido a arriesgar, acertando el tiro con la flecha del amor.

Anterior crítica de discos: Holy waters, de Puma Blue.

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