Víctor Manuel: Viviendo y cantándolo

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«Hay canciones que me ha dolido que no tuviesen éxito porque yo pienso que son buenas, a mí me gustan, y en todos los discos ocurre, en todos, en todos»

Víctor Manuel, uno de los cantautores imprescindibles de nuestro país, tiene nuevo disco, «Vivir para cantarlo», en el que repasa en formato íntimo parte de su cancionero. Chema Domínguez ha conversado con él.

 

 

 

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.

 
No se puede vivir sin memoria. Y Víctor Manuel siempre ha hecho gala de una perfecta síntesis entre las escenas ya rodadas y un presente inquieto, muy despierto. Tan imprescindible como Serrat o Sabina, Víctor Manuel ha buceado en su cancionero para biografiarlo, narrándolo prácticamente desnudo ante un público que le ha mantenido en la carretera tres años con «Vivir para cantarlo», junto a David San José y Ovidio López, y que ahora nos presenta en un atractivo formato de doble CD más DVD. Hasta el más despistado podría citar un buen números de canciones de Víctor Manuel, pero lo mejor es que descubriría que su poesía sigue siendo espléndida si escuchara sus últimos trabajos como «No hay nada mejor que escribir una canción», «El hijo del ferrroviario» o «El perro del garaje».

Grabado en directo y en acústico, sorprende gratamente el nivel de intimidad, dando claves muy personales del por qué de las canciones. ¿Necesitabas sincerarte?
Esa era la gracia del concierto cuando planteé hacer un concierto, primero en solitario, hacía tiempo que cantaba con Ana [Ana Belén] y quería cantar en solitario, quise hacerlo en teatro, hacer algo pequeño, reducido, manejable; y después pensar qué metía ahí dentro. Y empecé a escribir, a escribir y a escribir, y encajando canciones dentro de lo que escribía. De los recuerdos que tenía, de la profesión, de la vida, y salió eso que se llama biografía de las canciones, explicar cómo nacen las canciones: que se hacen de una en una, a mano, a veces con dolor, otras con satisfacción, y todo eso ha sido el éxito del concierto. Hemos hecho muchísimos conciertos en estos tres años y todos son iguales a esto que hay aquí menos la participación puntual de Miguel Bosé, Serrat, Miguel Ríos y Ana Belén que estuvieron en este de Avilés. Y era justo eso, tratar de que esa línea invisible que hay entre el público y tú desapareciese, y que ellos pudiesen ver que podían estar sentados donde tú estás en el escenario y tú pudieras estar donde están ellos. Y eso creo que se consiguió.

Comienzas la gira en 2009, que desemboca en este nuevo trabajo. Dos años rodando, un público muy, muy fiel, entregado… ¿Qué significa tu público para ti?
Mira, lo que me he encontrado en los teatros es gente, por un lado, de mi generación, aunque los de mi generación ya salen poco de casa, y, por otro lado, gente de otras épocas que te había escuchado y recordaba cosas tuyas. Se sorprendían agradablemente de que estuvieras allí, tan a mano, tocarte, porque físicamente además te podían tocar; y después mezclado con gente mucho más joven que se ha incorporado, supongo, a partir de «Mucho más que dos» (1994) o «El gusto es nuestro» (1996), bueno, de estos últimos quince años. Y ahí se producía para mí una mezcla muy agradable, porque era gente que lleva toda la vida escuchándote y gente a la que muchas de estas canciones, cuando se las explicas, entienden una parte de por qué las hiciste, o una parte de la historia de este país incluso relacionada con el espectáculo. En ese sentido ha sido estupendo.

Sobre «Vivir para cantarlo», dices: «Es un repaso íntimo de canciones conocidas y otras muchas que no han tenido igual fortuna». De esas que no han tenido igual fortuna ¿cuál o cuáles son las que más te ha dolido no ver con esa buena suerte?
Eso ya se me curó con el segundo disco que hice porque ya vi que había unas canciones que iban solas y otras que no iban ni con muletas, y además tú empiezas a cometer la injusticia de dejar de cantarlas. Porque las canciones se prueban, entonces tú pruebas una canción un par de días, si ves que no va muy allá o que interesa a la gente relativamente ya está, se va al rincón de las telarañas. Pero sí hay canciones que me ha dolido que no tuviesen éxito porque yo pienso que son buenas, que a mí me gustan, y en todos los discos ocurre, en todos, en todos. Aquí hay canciones que no han tenido ningún éxito…

Se han ido más allá del rincón, se han evaporado…
Se evaporaban directamente. Y sin embargo, al cantarlas, al enmarcarlas, al biografiarlas, han tenido un éxito fulminante. Yo ya no sueno en la radio desde hace muchos años, así que canciones de los últimos discos son muy desconocidas salvo para la gente que te sigue. Entonces, sucede que canciones como ‘La doble muerte de Juan Diego’, ‘Ella solo supo dejarse querer’, ‘Cómo voy a olvidarme’ o ‘El hijo del ferroviario’ tienen más éxito que ‘Solo pienso en ti’…

¿Las canciones que arraigan por sí solas, sin gran apoyo mediático, a largo plazo, tienen más éxito?
Sí, y además tienen el poder de que se la estás contando en ese momento, se la estás enmarcando y enseguida se la apropian. A lo mejor, si hubiesen sonado, hubiesen sido más populares pero la circunstancia que se produce ahora es esa.

Con la casi totalidad de los invitados ya habías colaborado sobre las tablas, pero esta era una ocasión especial.
Pues mira, era volver a compartir pero de una manera diferente. Con Serrat comparto a medias ‘Para que te quieran y que tú sepas que te han querido’, pero, por ejemplo, Miguel Ríos me pidió cantar ‘Soy un corazón tendido al sol’ y le dije «la cantas tú», él quería cantarla a medias pero insistí «no, no, la cantas tú, quiero escuchar cómo la cantas tú». El caso de ‘No sé por qué te quiero’ de Ana y Miguel Bosé la cantan ellos, yo les presento y la cantan ellos solos. Quería que fuese así, el recuperar ‘No sé por qué te quiero’ no lo había hecho en ninguno de los teatros de la gira porque necesita voz masculina y femenina, pero me pareció que podría estar ahí la canción y salir una versión bonita entre ellos dos.

Era lógico pensar que pudieran estar otros compañeros de viaje, pienso en Aute, Rosa León, Luis Mendo, Sabina… U otro tipo de nombres.
Ha habido gente que llamé y no pudo estar por una circunstancia o por otra, me dio mucha cosa, por ejemplo, quería tener una versión diferente de ‘Asturias’, que es una canción muy querida para mí, y estaba comprometido Miguel Poveda. Hubiese estado genial y no pudo porque yo cambié las fechas, cuando le di la nueva no pudo estar. Después, yo tenía mi lista, busqué a Arcángel y también tenía problema ese día, Estrella Morente estaba haciendo un corto sobre Dalí en Figueres y después busqué, a ver, que no sea conocida, y busqué una cría que canta maravillosamente y que va a tener una popularidad y una repercusión tremenda cuando se abra más que es Sílvia Pérez Cruz. Buenísima. Y Sílvia también tenía ese día compromiso, intentó anularlo pero no… Llegó ese día y dije «ya está» [risas], se ve que la tengo que cantar yo, que no hay posibilidad de que la cante nadie. Así que mira que cuatro.

Interpretas ‘La parrala’ en tu participación para el disco «Tatuaje» (1999). Tus inicios fueron versionando temas de copla, hermanándola con el folclore asturiano. ¿Qué opinión tienes sobre el género de la copla y su actual auge?
Sí, la canción española, no sé por qué, en mi época se llamaba tonadilla. Y es un género en sí mismo, no se puede asimilar a ningún folclore. Han intentado mezclarlo con el folclore andaluz, y creo que es un género en sí mismo que tiene giros aflamencados, pero que sobre todo tiene detrás unos músicos y unos letristas excepcionales. Hay miles de canciones extraordinarias en el mundo de la copla, y yo ahí hice una incursión con ‘La parrala’; no era la canción que más me gustaba, aunque me adjudicaron esa y, bueno, la canté. Pero la copla siempre me ha interesado mucho porque era lo que cantaba mi madre todo el tiempo en casa. En aquella época, la canción, la copla, penetraba en todos los lugares del país a través de la radio. Encontrabas copla en Cataluña, en el País Vasco, en Galicia, en Asturias… Y a mi madre siempre la recuerdo trajinando por la casa y cantando ‘Ojos verdes’, canciones de la Piquer y, bueno, son canciones extraordinarias.

A veces llega como natural el enfrentamiento que tuviste, como otros, con la dictadura. Pero escucho ‘El Cobarde’ (1968) o ‘La Planta 14’ (1969) y no sé si calificarlo como valiente o temerario. ¿Eras consciente de lo que podía significar cantarlas?
No, no era consciente, lo hacía porque quería hacerlo. Y una de las historias que cuento en el disco es con ‘El Cobarde’, fui al Festival del Atlántico, en Tenerife, Puerto de la Cruz, la canto y es la primera vez que siento que me están aplaudiendo un huevo y que les gusta mucho lo que llevaba, porque yo había ido a otros festivales con canciones estúpidas que no valían nada y con esa siento eso por primera vez: que aplauden y que les gusta lo que hago. Y no solo eso, sino que la gente más joven del auditorio del Puerto de la Cruz empieza a ir al día siguiente con una sábana para apoyarme, y con ‘El cobarde’ puesto en ella. Parecía que tenía posibilidades de ganar, y yo emocionadísimo. Entonces, había un miembro del jurado que me contaba todo lo que estaba pasando, que era Elfidio Alonso, de Los Sabandeños; y Elfidio, el día de la votación, me dice: «que has ganado, pero que ha dicho el gobernador militar de Canarias que rompamos las actas que hay que votar otra vez», porque el gobernador había visto una canción antimilitar en ‘El cobarde’. Y «qué váis a hacer» le pregunto, «pues romper las actas y votar otra vez», me dice [risas]. Entonces votaron otra vez y ganó la que tenía que ganar, que era ‘Tenerife tiene seguro de sol’, ¿no?

Buen título, desde luego…
Y para la isla, para el turismo y para todo, mucho más útil que la mía. La canción la cantaban Los Mismos. A mí me dejaron el cuarto porque las tres primeras se televisaban para la península, y no querían ni que se televisase la canción. Aquella fue la primera vez que sentí que tenía problemas por una cosa que era bienintencionada, porque estaba convencido de que había hecho una canción pacifista pero la percepción que ellos tenían fue que era antimilitar. Y después, esa canción no solo me dio problemas a mí, también a Pilar Miró que se le ocurrió programarla en Televisión Española en un espacio musical que tenía y le quitaron el sueldo de un mes, le dieron la baja durante un mes por haber puesto la canción. Y ‘La planta 14’ igual, es una canción que yo hago al límite y la prohíben. Iba destinada al primer disco que hice, el de ‘El abuelo Vitor’, y de un tajo la quitaron, la aprueban por primera vez en el año 76, ya muerto Franco. La primera edición de ‘La Planta 14’ es en ese año pero la grabación es del año 1969.

«No estoy desengañado porque no estoy desenganchado. Puedo estar desengañado pero no desenganchado, porque he vivido de una determinada manera toda mi vida con una información exhaustiva de lo que pasa en cada momento, no solo en mi país sino en el entorno»

 

«Soy un corazón tendido al sol» (1978) marca un cambio de rumbo, manteniendo la esencia de Víctor Manuel, ¿fue muy meditado o natural?
Mira, yo había hecho una travesía del desierto larguísima. Había dejado prácticamente de vender discos en 1973, problemas con la censura tremendos, y esa travesía me lleva hasta el año 78, que está agotado un poco todo el periodo de Philips-Polygram, que eran los editores de los discos. Ellos no tenían mucho interés en que yo siguiese, me dijeron con la boca pequeña que por qué no seguía. Me llamaron entonces de lo que era CBS, ahí hubo una gente que me ofreció grabar y lo que dijo textualmente Tomás Muñoz, que entonces era el jefe, fue: «Hombre, un señor que ha escrito ‘Quiero abrazarte tanto’ y ‘Canción para Pilar’ no se le ha podido olvidar». Con ese argumento me contrataron. Yo ya le había explicado a la casa anterior, a Philips, igual que se lo expliqué a CBS, que yo quería dar un giro a mi trabajo, que consideraba que había una cierta normalización política en este país, que tenía un niño de tres años, que me dedicaba mucho tiempo a él y que iba a hacer menos política, o sea, que iba volver realmente a cantar por encima de todas las cosas, aunque políticamente pensase como pensase. Los de Philips no me lo compraron y los de CBS me lo compraron. Me puse a escribir canciones sin más y salió un disco de muchísimo éxito, porque también cambié el modelo de producción, me mandaron a Milán a grabar. Había una persona inolvidable en ese momento dentro de CBS que era Aurelio González, el A&R, y que era un hombre con una visión muy clara de lo que podía funcionar y dónde podría estar el éxito; él buscó un arreglador y me mandaron a Italia, y yo les traje debajo del brazo «Soy un corazón tendido al sol». Fue estupendo para ellos y para mí.

A partir de ahí viene una época dorada, con éxitos continuos de muy diferentes temáticas, recuerdo aquel «Desde el pirulí se ve un país», ¿qué piensas hoy de los medios de comunicación?
Ha cambiado tanto, ¿no? Ahora tenemos un exceso de información que en algunos casos la gente sabe reciclarla y en otros se producen auténticos atascos. No digo que prefiriese aquel momento porque siempre prefiero el presente más que el pasado, pero sí tenía uno la sensación de que en aquel momento los objetivos eran más lineales, más claros; tú o yo, yo contra ti, tú contra mí, y no había cosas en medio. Y ahora todo es más difuso, no sabes muy bien quienes son tus amigos aunque tus enemigos pues sabes quienes son, o quien te maltrata de palabra continuamente. Aquella televisión única, desde un punto de vista profesional era extraordinario, salías en un buen programa con una canción y te veían quince millones de personas y si les gustaba, la compraban.

Aún no había competencia, era inmediato y con un público muy amplio.
En ese sentido, era muy cómodo para trabajar.

Después de «Para la ternura siempre hay tiempo» (1986), abandonáis CBS, entre otros, tú, Sabina y Ana Belén, llegáis a Ariola y creas Ion Música ¿Qué sucedió para que os marcharais casi al unísono?
Nos vamos todos y esto nadie te lo contará, ni nunca se sabrá, pero todo tiene un motivo siempre. Cuando hay un directivo equivocado en una compañía consigue que se vaya todo el mundo, y es lo que pasó. Fue un meteorito de estos que aparecen por los sitios, y de repente es director general de una compañía sin haber hecho especiales méritos. Eso le pasa mucho a las multinacionales, o a algunas multinacionales, que de repente se inventan gente. Entonces, aquí a dirigir CBS ha venido todo tipo de gente, gente que venía del mundo de la automovilística, del vino, de las bodegas, pero del Perú… Gente muy variada que no han conseguido destruir la compañía [risas], y en ese momento ese director general que venía de «business affairs», en un lapso de tiempo de seis meses consiguió que nos fuésemos todos.

¿Pero no fue por una causa concreta?
No, no, «hasta aquí hemos llegado, nos vamos», y ni siquiera hablamos entre nosotros, cada uno negoció por separado su contrato. Él consiguió que nos fuésemos todos. Curiosamente después, él estuvo en otra compañía de director general y el mayor éxito que ha tenido es grabarle a Jesulín de Ubrique ‘Te quiero toa, toa, toa’.

Y no se puede decir el nombre del pecador…
No, él cuando lo lea ya sabe quién es.

En el tema ‘Por eso estoy aquí’, de 1970, cantas: «Y me da vergüenza ser izquierdista de café». En el 2001, dices desde ‘Hay más de dos caras’: «Mírame esta mano que una vez fue puño, y con él soñé que cambiaría el mundo, cuando desperté del sueño profundo alguien nos había robado el futuro». ¿Ideológicamente estás desengañado de todo?
No estoy desengañado porque no estoy desenganchado. Puedo estar desengañado pero no desenganchado, porque he vivido de una determinada manera toda mi vida con una información exhaustiva de lo que pasa en cada momento, no solo en mi país sino en el entorno. Y sí es cierto que a veces te pegan unos bajonazos que te hacen realmente desenrollarte y desconectarte, por lo menos temporalmente de las cosas, pero finalmente alguien aparece, te lía y te vuelves a enganchar. Supongo que toda la vida va a ser así, hay momentos gloriosos donde sientes realmente que tu participación política tiene sentido porque ves los resultados inmediatos, y eso me ha pasado más fuera de España que aquí. Yo aquí, durante mucho tiempo, cuando votaba al Partido Comunista primero, y luego a Izquierda Unida, siempre han sido unos «outsiders»; cuando pasé a votar al PSOE empezaron a perder también, siempre pongo los huevos en la cesta mala. Pero sí he tenido la sensación de ser ganador en Chile, por ejemplo, en el referéndum para que Pinochet se fuese, donde tuve una participación muy activa; o en la campaña de Michellle Bachelet para la reelección, que fue sensacional, y además conseguí llevarme para allá a Miguel Bosé, Ismael Serrano… Unos cuantos. Generalmente sentías cómo eso favorecía la campaña de Michelle. Cuando palpas eso y lo tocas muy de cerca, la verdad es que te da mucho gusto: aquí estoy yo, currando por unas ideas y además veo resultado inmediato. Aquí no te ocurre tanto. La canción ‘Hay más de dos caras’ empecé cantándola en los primeros conciertos, después dejé de cantarla porque cantaba demasiado ya, pero sí expresa el estado de ánimo de ese uno en que efectivamente eras puño y chocabas frontalmente todo el tiempo y casi contra todo; entonces, llega un momento en que abres la mano y tratas de no chocar, sino de comprender a los demás también, de que cada uno tiene su parte de verdad y su mundo.

¿Establecer puentes?
Puentes, por otro lado, con lo que uno considera mejor o más salvable de esta sociedad.

En «El hijo del ferroviario» (2001) incides mucho sobre la figura de los padres y los hijos: ‘Si nos llegan los niños’, ‘Nada nuevo bajo el sol’… David San José está contigo en «Vivir para contarlo», Marina ha dirigido sus pasos a la interpretación. ¿Crees que lo has hecho bien o has cometido algún error fatal y no sabes cuál?
Alguno habré cometido, pero en ese sentido, en que se hayan dedicado a esto sí me siento particularmente responsable y estoy encantado de que se haya producido así; porque oigo hablar a compañeros míos cuando dicen «mis hijos que no se dediquen a esto, que esto es terrible y muy ingrato» y no sé qué les ha pasado a ellos en esta profesión, que a mí me parece la más hermosa del mundo, donde tú, si quieres, puedes ser absolutamente libre porque dependes únicamente de que alguien pague en la taquilla del teatro, compre una entrada para verte o que alguien compre un disco tuyo, esas son tus ataduras. Entonces, en ese sentido, es una profesión bellísima. Así que cuando David dijo que quería ser músico, encantado de la vida. Sin saber si va a ser muy bueno o regular.

A priori, buenos mimbres tiene.
Bueno, pero son profesiones muy duras, hay que trabajar mucho, hay que estudiar mucho y hay que tener una cierta inteligencia también para situarse, para estar al día y todo eso. Y Marina igual, Marina dijo que quería ser actriz. Así que en casa, cuando nos juntamos todos, hay un territorio común en el que nos entendemos y eso, la verdad, es bastante cómodo.

¿Qué piensa alguien como Víctor Manuel cuando ve que el máximo mando policial de Valencia da golpes a la mesa, mientras se refiere a los estudiantes de un instituto como «el enemigo», tras cargar injustamente contra ellos?
Eso hace tiempo que no se veía. Hombre, la policía, o una parte de la policía por lo menos, tiene una gran capacidad acomodaticia y se creen inmediatamente los mensajes, aunque sean subliminales. Entonces ha visto que han ganado los duros y ellos inmediatamente se convierten en duros. No conozco los antecedentes de este señor que pegaba golpecitos en la mesa, pero sencillamente la imagen es impresentable. Un director general de policía es algo más que eso, tiene que hacer política, evidentemente, para algo estamos en el mundo y eso es de una torpeza increíble. Y después, abordar la calle a golpear chavales que lo único que llevan son los libros y las piernas, me parece una pasada. Supongo que han recogido velas, he visto que habían recogido velas porque era un error de principiante, de una torpeza infinita. Y de todas maneras es que no va a parar, porque de lo que están hablando son de hechos objetivos, es decir, la gente se queja porque no tiene calefacción en las aulas o porque se recortan los presupuestos de educación. ¿Por qué no se van a manifestar? ¿Quién se lo va a impedir?

«Los Premios de la Música se suspenden», este titular lo pudimos leer hace pocos días («El País», 20 de febrero) y el argumento principal era el desbarajuste de la SGAE ¿Cuáles son los pasos que crees debe seguir la SGAE tras el derrumbe que provocaron presuntamente Teddy Bautista y José Neri?
Los Premios puede ser que se recuperen, lo que pasa es que nunca se recuperarían de la forma en la que estaban hasta ahora. De los Premios, practicamente pagaba el espectáculo la SGAE e iba como acólito AIE, entre los dos sostenían los premios de la música. Primero, si los Premios de la Música quieren ser algo tienen que abrirse, tienen que abrirse a las músicas, a las diferentes propuestas donde participe todo el mundo que de una forma u otra esté relacionado con la música. Que sea de alguna manera como es la Academia de Cine, que representa un poco a todos los profesionales que se dedican al cine. Si de alguna manera se consigue armar eso, puede que se hagan antes de fin de año. También por petición de las compañías de discos, que si en un momento dijeron, hace años, que para ellos sería mejor hacer estos premios en primavera porque es la época más floja de venta de discos, ahora como ya todas las épocas son flojas, prefieren que se haga de cara a la campaña de Navidad. Entonces, probablemente, se recuperen en noviembre. La SGAE, para recuperarse, hay una cosa que lleva haciendo desde que ocurrió la entrada de la Guardia Civil en la sede y que nunca ha dejado de hacerlo, que es recaudar y repartir. Eso sigue haciéndolo. La casa sigue funcionando en todos los aspectos, lo que está en cuestión es el departamento digital, lo que era la Sociedad Digital de Autores y su posible dispersión económica, que es en lo que está la Audiencia Nacional y en lo que estamos internamente nosotros también con los auditores, tratando de ver si eso que se le pagó en un momento determinado a una empresa llamada Microgénesis estaba bien pagado o era excesivo. Cuando sepamos eso, que en realidad faltan días para saberlo, sabremos exactamente cuál ha sido el perjuicio que hemos tenido la Sociedad de Autores y los autores en particular. Saber cuánto se le ha pagado de más porque, evidentemente, el trabajo está hecho, se les pagaba por unos trabajos. Lo que no se sabe es si esas órdenes de pago eran excesivas o no. Otra cosa es la imagen distorsionada que ya venía de SGAE antes de todo esto, y la que se produce que es la intemerata, que son todos los medios de comunicación diciendo lo que se les pase por la cabeza, y por supuesto condenando a la gente antes de que sea condenada. Teddy Bautista ha hecho un trabajo extraordinario dentro de la Sociedad de Autores durante muchos años, extraordinario. Ha puesto a la Sociedad en unos niveles de recaudación que ni soñábamos hace treinta años y después, seguramente, ha tenido distracciones con gente que ha trabajado para la Sociedad en estos últimos años. Si Teddy se hubiese retirado hace cinco años hubiese sido estupendo, porque estos últimos cinco años se podrían borrar y no pasaba absolutamente nada.

¿Tienes cuenta en alguna tienda digital, echas de menos la época en que los discos daban vueltas?
Me da pena cuando veo las tiendas de música cómo están, o departamentos concretos de grandes almacenes cuando ves que hay telarañas. Pero sí, sí, tengo cuenta en Spotify y compro habitualmente en iTunes. Y así se escuchará la música en el futuro, no lo concibo de otra manera. Echo de menos, a veces, tener físicamente el artefacto y ver quién ha producido una canción que me gusta mucho o quién la ha arreglado, eso sí que le falta a las tiendas virtuales y no les costaría ningún trabajo hacerlo.

Sí, en el mismo archivo o en uno que acompañara con esa información.
Que lo abres si quieres, y ves quién está detrás de la canción, quién es el autor…

El autor, y que revisasen los géneros porque la mayoría forman parte del terreno de la comedia.
Sí, un poco más de información se echa de menos.

Luis Pastor se pregunta «Qué fué de los cantautores» en su nuevo disco. ¿Cuál sería tu respuesta?
[Risas] Recordé cuando leí el titular del disco de Luis una canción muy satírica con los cantautores que decía: «Qué me dices, cantautor de las narices».

Si, la interpretó Aute: ‘Autotango del cantautor’.
Y esa es una canción que debe tener más de treinta y cinco años, ya estaba cuestionado entonces. No, yo creo, no sé en qué tono la ha tomado Luis, pero me dio la impresion por la letra que era bastante cariñosa o bastante afectuosa hacia los cantautores, como no podía ser menos viniendo de él y dedicándose a lo que se dedica. Pues qué fue de los cantautrores, mira, hay tantos que se han quedado por el camino que ya ni cantan, que se han retirado. En general, los cantautores viven mal, han vivido siempre mal de la música con muchas penalidades y ha habido algunos privilegiados que les ha ido bien pero son los mínimos, no llega a ser ni el cinco por ciento de esta profesión. Lo que sí echo de menos, ten la completa certeza, es que cualquiera que haga ahora una canción crítica no va a sonar en ninguna radio, en ninguna televisión. Nosotros, la ventaja que teníamos cuando nos incorporamos a esta profesión es que había complicidad al otro lado; teníamos unos complices que estaban en las radios, en las televisiones, y te programaban; pero porque era su vida también. Eso se acabó, ahora la programación te la hace una máquina en Estados Unidos o en otro lugar, con algunos ritmos para que la cosa fluya y nada más. ¿Entonces, qué cabida tiene ahí un cantautor y encima crítico? Es imposible.

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