Bernardo Bonezzi: El regreso definitivo

Autor:

“Hay mucha electrónica pero también muchas guitarras eléctricas. Creo que es una mezcla bastante insólita, pero es que me parece que siempre he hecho cosas bastante insólitas”

El que fuera líder del grupo de los años ochenta Zombies y compositor de bandas sonoras, acaba de publicar «La esencia de la ciencia», un disco que, esta misma semana, lo devuelve a los escenarios, treinta años después de abandonarlos.

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

 

Bernardo Bonezzi, tras dejar atrás la composición de bandas sonoras (actividad en la que se involucró desde los años ochenta, estrenándose con algunos films de Pedro Almodóvar), regresó al pop con una singular trilogía instrumental dedicada a las horas del día (de 2004 a 2007), luego volvió al formato de canción estándar con el álbum «El viento sopla donde quiere» (2010) y ahora acaba de editar «La esencia de la ciencia», un excelente trabajo de vanguardia pop con el que, además, se anima a regresar a los escenarios, treinta años después de abandonarlos, exactamente desde que tocaba con los Zombies. Parece su regreso definitivo.

¿Tras la «Trilogía de las horas», proyecto instrumental, cómo te animaste a regresar al formato de canción estándar?
En aquel momento, cuando hice esa trilogía sentía, de alguna forma, que no tenía nada que decir con palabras y que todo lo que tenía que decir lo podía expresar con la música. Sin embargo, para el último disco de esa trilogía, el último tema que escribí fue cantado, pero luego preferí que saliera instrumental. Luego, hace dos años, edité «El viento sopla donde quiera», un disco cantado, que fue muy desafortunado porque el distribuidor era Fundación Autor y cerró justo cuando llegó el momento de la distribución, con lo cual me quedé con todos los discos en casa.

¿Por qué decidiste a cantar de nuevo?
Con Zombies cantaba yo, pero empezaron a acomplejarme, me decían que no cantaba bien, luego hice el disco con Didi St. Louis [1984], que cantaba ella. Más tarde me di cuenta que mis canciones las podía cantar yo, que no hacía falta una voz prodigiosa, con el tiempo, con entrenamiento y clases, pues fui cantando mejor. Lo del disco anterior me dejó muy decepcionado por todo el trabajo que había invertido en él, pero me decidí a hacer este nuevo, que ha sido bastante complicado, no sé si porque cada vez me pongo las expectativas más altas o por qué, pero las canciones las compuse de forma relativamente rápida, pero luego no acababa de encontrar el sonido, el tipo de arreglos, el tipo de producción, y lo cogía y lo dejaba como cuatro o cinco meses. De hecho estuvo a punto de no ver la luz, hasta que al final, de repente, se me ocurrieron una serie de ideas, las probé, me gustó el resultado y fue cuando empecé a trabajar más en serio a generar sonidos. Realmente fue lo que me salió, no me propuse voy a hacer otro disco cantado o voy a hacer otro disco instrumental, pero me ponía a componer y salían canciones…

Supongo que eres consciente de este no es un disco fácil, según lo parámetros convencionales del pop español, sin embargo, muchas de las canciones se ajustan al formato pop estándar, y con otra producción y arreglos serían temas, digamos, comerciales.
Ah, sí, ¡claro! Sí, de hecho, eso fue lo que me costó, fue lo que buscaba, porque son canciones pop y músicas, en general, bastante amables. Lo que pasa es que me gustan los contrastes, de ahí que algunas letras sean un poco duras y amargas pero tengan música alegre. Me gusta el sonido del disco, porque hay mucha electrónica pero también muchas guitarras eléctricas. Creo que es una mezcla bastante insólita, pero es que me parece que siempre he hecho cosas bastante insólitas. En cuanto a la dificultad, yo qué sé, si siempre lo he tenido difícil, porque incluso cuando empezaba con Zombies, la canción ‘Groenlandia’, que ahora se ha convertido prácticamente en un clásico, pues no te creas que fue fácil, porque tardó mucho en funcionar. Eran otros tiempos, y nuestra competencia directa era Los Pecos, Julio Iglesias y Rocío Jurado, esas cosas, que llegábamos a hacer promoción a Zaragoza, por decir algo, y nos metíamos en una radio, y decían, ¡¿qué es esto?! Se horrorizaban [risas].

No solo ‘Groenlandia’, muchas canciones de aquello primeros ochenta, que hoy parece que fueron grandes éxitos, vendieron poco y se han convertido en himnos con el tiempo…
Sí, sí, al cabo de los años, de muchos años.

Hablabas de las letras, y hay un cierto tono triste en las de este disco, ¿no?
En algunas, creo que solo en algunas, en otras, en cambio, creo que hay mucha ironía y sentido del humor, como por ejemplo en ‘Terapia ocupacional’ o ‘Mónica suspira’.

Pues a mí la de ‘Terapia ocupacional me parece una letra dura.
¿Sí? Bueno… [risas]. Pero es una canción de amor…

‘Mónica suspira’, por ejemplo, habla de aquellos que han dejado la ciudad para irse al campo, un clásico entre gente de determinada edad.
Sí, pero tiene humor, aunque parte de una reflexión un poco más profunda: si uno no se encuentra bien consigo mismo, no se va a encontrar bien consigo mismo ni en la ciudad ni en el campo, ni allí adonde vaya. Esa canción seguramente será el próximo single. Hay tres tipos de canciones en el disco, unas más dramáticas, otras más irónicas y otras que algunas de sus frases ni yo mismo sé lo que significan porque las compuse de una manera que empleo desde los tiempos de Zombies, que ya lo hacían los dadaístas, o William Burroughs y el mismo David Bowie, que es coger periódicos y revistas y cortar frases o palabras y hacer una especie de puzzle, de ese modo te encuentras con cosas muy sorprendentes. A veces utilizo este método. ‘Antes del colapso’ está escrita así.

¿Compones con piano?
No, las canciones con guitarra. Cuando componía para orquesta, para cine, directamente en el papel, o en el ordenador, sobre el papel iba componiendo al mismo tiempo que hacía la orquestación.

Es decir, sabes música.
Sí, claro, tuve que aprender cuando empecé a trabajar en el cine: con las dos primeras películas que hice, no sabía demasiado de armonía ni de composición y tuve que encargar los arreglos orquestales a otras personas, y aquello no acababa de ser lo que yo buscaba, con lo cual decidí que tenías que hacerlos yo. O como lo que pasó los últimos años, tener películas de esas de una orquesta de ochenta personas y setenta y cinco minutos de música orquestada, tenía algún ayudante pero le decía «mira, este compás es de aquí a aquí, con estos acordes, armonízamelo para cuerdas, de aquí a aquí le metes la flauta que haga melodía». Es decir, necesité tener conocimientos para poder expresarme.

Acostumbrado al formato del pop, ¿es un subidón contar con ochenta señores de una orquesta poniendo en pie tu música?
La primera vez que una orquesta grande interpretó algo mío, sí, fue un subidón [risas]. De todas formas, una de las razones por las que en aquel momento dejé el pop y empecé a hacer cine era porque de pronto me sentía limitado en el pop. Entonces tampoco había la tecnología que hay ahora, y no podía hacer mucho más que contar con el grupo que tenía y hacer canciones de tres minutos. Lo que me arrastró al cine fue la posibilidad de hacer otro tipo de música diferente y experimentar, porque cuando hago mucho tiempo la misma cosa, me aburro y ya no me sale bien. Por eso me encantaba hacer un drama intimista con un cuarteto de cuerda y luego hacer una comedia con una orquesta y de ahí pasar a una película juvenil con sintetizadores, eso es lo que me llevó al cine. Pero, sí, la primera vez que conté con una gran orquesta, fue un subidón. Ahora ya se va todo el mundo a otros países, pero yo fui uno de los primeros que descubrió que se podía ir a Praga a grabar la orquesta. La primera vez fui con la película «El amor perjudica seriamente la salud», en España grababa con orquestas de veinte músicos, de treinta ya era un lujo, pero de pronto en Praga tenías a sesenta y tantos, cuando la oí… [risas]. Es muy tentador, es peligroso, y eso es algo que no me gusta de la música de cine que se hace ahora en España, que todo parece que tiene que ser con una orquesta enorme y muy aparatoso y, bueno, no tiene por qué, hay películas que a lo mejor no necesitan una hora y tanta de música, la música tiene que estar bien puesta en algunos momentos, y no hace falta que sea orquesta. De hecho, yo gané el Goya por «Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto», que eran unas percusiones electrónicas, guitarra eléctrica, unos teclados, un bajo, una viola, una trompeta y un clarinete, eso era todo; y solo dieciocho minutos de música, que por eso no salió disco editado, porque no daba la duración, pero cuando estaba la música, estaba donde realmente tenía que estar, e impactaba. Pero ahora hay mucha tendencia de llenar las películas de música. Es cierto que con música todo pasa mejor, pero ese es un problema de malos directores y de malos montadores.

Sí, hay ocasiones en las que en algunas películas la música es accesoria.
Exactamente, muchas veces de repente escuchas una música que crees que va a pasar algo decisivo, una catástrofe, y no, no pasa nada. Es absurdo.

Regresemos al pop y al nuevo disco. ¿Es todo programación?
Básicamente es programación, sí. He tocado algunas guitarras rítmicas, las guitarras solistas las ha tocado un guitarrista fantástico, nos hemos llevado estupendamente y va a ser el guitarrista de mi grupo en directo. Luego, un chico me ayudó a hacer unas programaciones con un programa de ordenador que yo no controlaba, y un par de amigos hicieron los coros. Y nada más, todo lo hice yo.

Escuchando las canciones, lo que hay es la sensación de que te gusta trabajar con muchas texturas y con muchas capas superpuestas.
Sí, absolutamente. Me gusta, en general, la música que no muere a la primera escucha; al revés, me gusta que vaya creciendo con las escuchas. No es mi caso, pero, normalmente, entiendo que en un disco cantado, lo primero en lo que se fija la gente es en la voz y en la letra, pero creo que este es un disco que gana con las escuchas, porque descubres un detalle aquí, otro allí que se te había pasado. Tanto me gustan las capas y las texturas que trabajé mucho en las texturas electrónicas para crear esas capas, lo que pasa es que luego, al ponerle guitarra, bajo, batería, voz, coros, en la mezcla se tuvo que ir más abajo, pero me gustó tanto el trabajo que había hecho de mezcla electrónica y ambientes que, precisamente, he editado otro disco, «Esencias», que es como de música ambient.

¡¿Has sacado otro?!
Sí, lo que pasa es que no para tiendas, por ahora solo está disponible en iTunes, y estará en mi web en cuanto esté operativa. Me gustaron tanto las capas, y había trabajado tanto en ellas que, de alguna forma, me dio cierta pena que se perdieran y las ralenticé, porque esa música no es tan rápida como el pop, y las volví a grabar con los mismos sonidos.

¿Cómo llevas lo de salir de nuevo en directo?
Estoy encantado, porque en el cine los que interpretaban la músicas eran otros, o yo con teclados, pero siempre solo y lo que más he echado de menos durante estos años, más que el directo, de momento, veremos cómo me sentiré luego en directo, era la energía de tocar con otros músicos al mismo tiempo, la energía que se produce en los ensayos cuando las canciones ya te las sabes y empiezan a sonar. Por eso ahora estoy disfrutando muchísimo.

Has estado muchos años alejado de los escenarios.
Treinta años. Algo menos si contamos el programa de televisión de «La edad de oro» [la presentación del disco de Bonnezzi-St. Louis], que era directo, pero, a fin de cuentas, era un programa de televisión. Pero en una sala con gente que ha pagado una entrada, desde enero de 1982.

¿Te da un poco de miedo o de vértigo?
No, la verdad es que no, ninguno. Creo que hay mucha gente que sigue acordándose de mí y de mi música, incluso mucha gente que contacta conmigo a través de redes sociales, que su canción favorita no es de los Zombies, sino de ese disco de Bonezzi-St. Louis. De todas formas, obviamente, tocaremos canciones de este último disco, pero también de toda mi carrera, será un repaso, digamos, puesto al día.

¿Tienes la sensación de que ‘Groenlandia’ te persigue, y que ha eclipsado el resto de producción de los Zombies, que era muy interesante?
Vamos a ver, en ese sentido sí, yo le estoy agradecido a esa canción porque, lo que decíamos, se ha convertido prácticamente en un clásico, y no le puedo tener manía, porque ha sido muy buena para mí. Pero sí que es cierto que eclipsó otras muchas cosas que hacían Zombies y que me parecen muy interesantes, porque éramos muy vanguardistas y hacíamos una música muy sorprendente, incluso oyéndola ahora. Hasta la cara B del single de ‘Groenlandia’, era una canción instrumental rarísima, en la que de pronto las únicas voces eran palabras sin sentido. Y estamos hablando del 80, es decir, hacíamos eso mientras otros grupos se tiraban más por la fórmula de Ramones o de otro tipo de sonido más punk, de canciones de tres acordes.

De alguna manera, aunabais pop y experimentación, ¿no?
Sí, exactamente, por eso cuando me dio la sensación de que se me había agotado la línea de experimentación con el pop fue cuando pasé al cine. Estoy muy contento porque creo que he conseguido un sonido bastante personal e inconfundible. Y eso me parece bueno.

¿No has tenido la tentación de reflotar, si no al grupo, sí a la marca Zombies?
No, no, lo que sí es una pelea, en la que llevo más de diez años, es con las diferentes compañías que se han ido haciendo dueñas de los másters del grupo, para que, por lo menos, me dejaran hacer una reedición en condiciones, remasterizada con los medios actuales, pero parece que no les interesa. No lo entiendo, porque de todos los grupos, incluso de gente mucho menos conocida que nosotros, se han hecho reediciones, pero no hay manera. Es algo que me queda ahí. Pero, bueno, aunque en el pop solo he tenido un éxito, siento que mi carrera ha sido muy exitosa, por otras cosas, por ejemplo por la música de «Farmacia de guardia», en el momento que la hice no era ni el de ‘Groenlandia’ ni el músico de Almodóvar, era «el de Farmacia de Guardia». Me han pasado cosas de ese tipo, y el Goya, y todos los trabajos, tampoco ha sido una casualidad, queda mucho trabajo hecho.

Claro, pero los años ochenta se han mitificado hasta el extremo y es lo que pesa. ¿No estás cansado de la carga de La Movida?
Yo estoy cansado porque se ha exagerado mucho y todo parece mucho más bonito de lo que realmente fue. Lo que sí es cierto es que fue el único momento en la historia donde hubo un florecimiento de todas las disciplinas artísticas al mismo tiempo, y eso es algo que no ha vuelto a pasar, ha podido haber un buen momento para el cine, un buen momento para la moda, un buen momento para la música, para lo que sea, pero todo, al mismo tiempo, solo fue entonces, y eso es lo que me parece interesante. Pero tampoco era para tanto, se politizó mucho, porque interesaba dar una imagen de moderna, pero al principio solo queríamos divertirnos.

¿Por qué dejaste la composición de bandas sonoras?
Porque acabé muy cansado, el último año sobre todo. En un año y pico hice cinco películas, con muchísima música, con muchísimo trabajo, de orquestas grandes, y estaba muy cansado, he hecho casi cincuenta películas, y decidí tomarme un descanso. También, de alguna forma, trabajaba tanto que cuando no estaba trabajando, no componía absolutamente nada, huía del piano, de la guitarra, de todo, no quería saber nada. Ese descanso me vino bien para descubrir, después de tantos años, cuál era mi música, porque la había perdido totalmente tras todos esos años haciendo bandas sonoras. Porque, obviamente, en el cine, por mucha libertad que te deje el director, siempre tienes un guión, una historia, y no te puedes salir de ahí. De pronto me encontré con libertad absoluta para hacer lo que me diera la gana, y no sabía qué era lo que me iba a dar la gana, al final tiré por ese camino, el de la trilogía, y fue relativamente bien. Ahora me gustaría mucho volver a hacer una película, una película sencilla, no una gran producción de estas que se intentan hacer ahora, sino como estas de que te hablo que hice en los ochenta, con veinticinco o treinta minutos de música, y una formación de cámara de ocho músicos.

Estas son las fechas de la gira de Bernardo Bonezzi:
15-II Madrid. Fnac Callao.
22-II Valencia. Fnac.
02-III Barcelona. Fnac Triangle.
15-III Bilbao. Rock Star.
16-III Vigo. Mondo Club.
22-III Salamanca. Camelot.
23-III Santiago. Capitol.
13-IV Madrid. Caracol.
14-IV Barcelona. Razzmatazz.
26-IV Valladolid. Porta Caeli.
05-V Valencia. Loco Club.

Artículos relacionados