Triángulo de Amor Bizarro: «Somos muy salvajes, no sabemos hacer otra cosa que lo que nos da la gana»

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«Pensamos que sería el disco que se iba a poner la peña en su habitación, y ya que no se podía salir de casa, por lo menos ofrecíamos algo para disfrutar»

 

Ni el estado de alarma impidió que Triángulo de Amor Bizarro lanzase al mundo su primer disco homónimo tras más de tres lustros de carrera. Un disco del que Isa Cea habla con Sara Morales mientras la banda se prepara para sus primeros directos.

 

Texto: SARA MORALES.
Sesión foto principal: IVORY XX. Última foto: ROCAFORT.

 

En la mañana del último viernes de junio, desde un Madrid que ya recobra la inercia de esa rutina que había perdido, llamo a Isa Cea, la fulgente bajista y también voz —cada vez más visible, por cierto— de Triángulo de Amor Bizarro. Desde la meseta vamos volviendo a la esperada «normalidad» entre temibles —aunque también previsibles— rebrotes, el habitual caos político y un calor que azota y amenaza justo cuando más necesitábamos salir y respirar.

Ella responde a mi llamada desde la costa gallega y entusiasmada me cuenta que, ayer mismo, volvieron a ensayar después de casi tres meses. Esas cosas que hacíamos antes sin pensar y que ahora, desde la experiencia del confinamiento, retomamos con la ilusión de la primera vez: «Estamos súper contentos de vernos de nuevo y entrar en contacto con los instrumentos, tuvimos que preparar un poco el local de ensayo para tocar con cierta distancia entre nosotros y con mascarilla, claro. Al tener el local en una casita de Abanqueiro (Boiro), la aldea donde hace años instalamos nuestro centro neurálgico, nos es más fácil hacer frente a todo eso».

Lo que se ha vivido, lo que hemos vivido, fruto de la pandemia global, ha cambiado nuestras vidas, nuestra forma de enfrentarnos al «ahí fuera» e incluso a los demás; y pasado el temor y el terror inicial, como matiza Isa, solo nos queda estar a la altura y «apelar al sentido común de cada uno, porque no se le puede exigir toda la responsabilidad y el peso a los sanitarios; esto hay que hacerlo entre todos».

 

Un disco profético

El quinto álbum de Triángulo de Amor Bizarro llegó en el momento preciso. Habían pasado apenas seis días desde que se decretó el estado de alarma en España y, aunque pudiera parecer una locura ante las virulencias psicológicas y la quietud física a la que nos tocó asistir, decidieron lanzarlo: «Teníamos muy claro y decidido que lo íbamos a sacar, a pesar de que para la fecha elegida ya había explotado todo por el coronavirus. Pensamos que sería el disco que se iba a poner la peña en su habitación, y ya que no se podía salir de casa, por lo menos ofrecíamos algo para disfrutar y hacerlo lo más llevadero posible. Comercialmente quizá no fue el mejor momento, pero también fue nuestra manera de aportar un poquito a la situación tan horrible que estábamos viviendo. Además, es un disco al que le hemos dedicado muchísimo tiempo y necesitábamos saber qué opinaba la gente, cómo lo acogía».

La receptividad no pudo ser mejor. La banda, que habita consciente y consistente en las lindes del underground, se alza desde hace años como referente de la escena independiente iberoamericana; y el público, su público, se arma en filas apasionado por el noise, el ruido, la distorsión y ese vaivén postpunk del que son adalides y que repiten en este nuevo trabajo, a pesar de ser uno de los más luminosos de su carrera: «La gente ha respondido muy bien al disco y estamos súper agradecidos de que se le diera una oportunidad, porque gracias a esa acogida el principio del confinamiento, que era tan agobiante, fue un poco más llevadero». Definitivamente, un gran compañero de encierro para unos y otros.

Un disco escalofriantemente actual, con dosis de vaticinio, gestado hace más de un año pero con el don visionario de adelantarse a los tiempos dejando escrito lo que podía pasar y terminó ocurriendo. Porque justo cuando pudimos escucharlo entero asistíamos a la debacle, a los primeros días del punto de inflexión de nuestra era, de nuestro entendimiento, de nuestra añorado pasado y nuestra infravalorada «normalidad». Y sus canciones cobraron más sentido todavía. Desde la infecciosa «Ruptura» con la que arranca el álbum, sórdida y vírica —parece nacida en un laboratorio—, hasta la fundamental «Fukushima» con ese verso tremendo («Tú eres tu propia amenaza») que, durante aquellos primeros días de aislamiento, nos atormentó a muchos. Isa lo explica: «Esa frase tiene mucho sentido y cobra muchas interpretaciones posibles que encajan con la realidad que estamos viviendo. Ahora la asociamos al presente más inmediato, porque la pandemia se puede hacer la lectura de que nosotros mismos podemos portar el virus ocasionando el contagio y el mal a los demás. Pero, en su día, nosotros le dimos forma pensando en que ya estábamos asistiendo a un momento en el que había esa sensibilidad, esa amenaza en el ambiente, traducida en la falsa democracia de las redes sociales, ese falso poder y libertad que el sistema te hace creer que tienes y que te arrastra hacia corrientes que quizá no quieres… Y todo ello a través de métodos que están mucho más estudiados y urdidos de lo que nos pensamos, con grandes planteamientos de marketing detrás. Al final, posiblemente sin quererlo, tú te acabas convirtiendo en tu propia amenaza, te acabas saboteando a ti mismo para encajar».

 

Sin rodeos, otras inspiraciones y una voz

Isa habla claro. Es tan rotunda como este álbum a lo largo de sus doce cortes. El más sincero de sus trabajos, de ahí que, dieciséis años después de su formación, decidieran bautizarlo de forma homónima. Con un régimen sonoro menos críptico que otras veces, y el discurso en primerísimo primer plano, asistimos a un mensaje explícito, como si hubiera llegado el momento de ser más transparentes que nunca: «Rodrigo, que es quien compone las canciones, tenía muchas ganas de darle una vuelta al plano literario siendo más directo. También teníamos en cuenta el trabajo precedente, Gatopardo (2018), que fue más político. Triángulo de Amor Bizarro, al ser más personal, había que hacerlo más directo y en primera persona». Aunque Rodrigo es quien termina montando la estructura lírica de los temas de un modo sublime, todo parte de una babel creativa en la que cada miembro aporta ideas y experiencias para que, al final, los cuatro sientan esas canciones completamente suyas. De hecho, «Folía de las apariciones», uno de los cortes más radiantes del álbum, se inspira en una pequeña obsesión de Isa: «Estos últimos años estuve bastante loca con Kate Bush. Una de sus canciones más míticas —(«Wuthering heights»)— está inspirada en el libro Cumbres borrascosas y me decidí a leerlo. Lo devoré en horas porque es increíble, es una pasada. Y «Folía de las apariciones», que habla sobre ese amor desesperado y fantasmal, está un poco inspirada también en ese libro, pero ubicado en Abanqueiro en lugar de en la Inglaterra victoriana [risas]».

Una canción embriagadora que durante el período de grabación pudo quedarse fuera del repertorio, pero por la que al final decidieron apostar. Menos mal que lo hicieron, y qué lucidez que fuera la propia Isa quien le pusiera voz, a pesar de que, por su timidez, haya tardado años en convencerse de que es brillante ante el micrófono: «Siempre tuve una lucha conmigo misma por lo de cantar y con el tiempo lo he ido superando. Yo estaba muy cómoda con el bajo y cuando comenzamos con el grupo tenía claro que me quedaría en mi papel de bajista y punto. Rodrigo me ha insistido mucho a lo largo de los años en que me lanzara a hacerlo y al final, me he ido soltando un poco».

 

Las taras de una era

Un disco variado y arriesgado en concepto, gracias a los múltiples registros de Rodrigo a la hora de escribir e impregnar emociones en palabras, y también al memorable nivel de inspiración de toda la banda, vayan las canciones en tono femenino o masculino. Precisamente, esa contraposición vocal, es uno de los tantísimos recursos de opuestos, antítesis y contrarios que esconde el álbum. Un juego de ying yang sonoro y semántico, que logra alcanzar el equilibrio perfecto tras inclinarse por un extremo y el otro constantemente sin patinar: unas llevan la voz de Rodrigo y otras la de Isa; hay canciones pop como «Vigilantes del espejo» frente a cortes de punk sórdido como «Canción de la fama», o la oscuridad de «Ruptura» en contraposición del bálsamo de «No eres tú». Una jugosa y poliédrica travesura de aristas que suena mejor que nunca: «Queríamos que fuera un disco muy radical, con muchos lados, muy bruto… y necesitábamos más que nunca tirar de las dos voces, porque nos facilita el tránsito cuando queremos irnos hacia lados más salvajes, como «Ruptura», pero también cuando vamos hacia lados más pop, como «Vigilantes del espejo»». Una fascinante aventura de contrastes presente desde la oscuridad de la portada del que es, en realidad, el trabajo más resplandeciente del cuarteto. Esto, además de ser intencionado, tiene un sentido muy significativo para el momento que vivimos y que atraviesa el propio grupo: «En general parece que socialmente estamos viviendo un momento muy de medianías, actitudes que no molesten, todo muy correcto, sin salirse de los límites… Y nosotros teníamos claro que no queríamos acomodarnos en eso, queríamos marcar un poco nuestra posición, dar un golpe en la mesa y dejar claro que vamos a ser cada vez más radicales. Que la edad y el tiempo que llevamos tocando nos sirva para poder experimentar más profundamente y no dejarnos llevar por lo que esté bien visto, mal visto o por ganar veinte seguidores más en las redes».

 

«La coartada de Triángulo de Amor Bizarro es la artística, no hay más; no tenemos otra intención, no hay otro motivo por el que estemos aquí»

 

Son tiempos de tiranía de los social media, de la cruenta dictadura del like y la ridícula popularidad digital que, para los artistas y creativos, puede convertirse en sometimiento ante una auténtica carrera de ratas: de un tiempo a esta parte, los contratos de algunos nichos de la industria parecen fluir o no en función de la cantidad de followers. «Hay mucha gente que cuenta contigo (o con tu grupo) en base a los seguidores que tienes, entonces parece que te tienes que comportar de una manera concreta y se empieza a tambalear el significado de lo que tiene o no valor. No se puede valorar algo conforme al número de seguidores, y yo no me dedico a esto para tener que bailar el agua a los que actúan o toman decisiones a raíz de eso. Cada uno que haga lo que le dé la gana, la libertad es lo que importa; es una herramienta que está ahí, que está muy bien y que cada uno la use como le dé la gana. La coartada de Triángulo de Amor Bizarro es la artística, no hay más; no tenemos otra intención, no hay otro motivo por el que estemos aquí. Lo que nos mola es hacer algo que tenga un peso, que dentro de unos años lo siga teniendo y que no sea un producto de marketing; que oye, es muy lícito que quien quiera moverse así y aparecer en bragas un día, a pesar del discurso que tenía, lo haga, pero no es nuestro caso».

 

Una apuesta por ellos mismos

El decálogo de Triángulo de Amor Bizarro, los preceptos éticos, morales y profesionales que siempre ha tenido la banda son innegables. La estructura de un pensamiento, una forma de ir por la vida y por la industria que los ha llevado hasta donde están y hasta el máximo respeto de la escena, por su coherencia y rigor con ellos mismos y su alegato, además del riesgo que siempre están dispuestos a correr, porque eso también va en su naturaleza. «Para nosotros lo importante es poder sacar el siguiente disco y dedicarnos cien por cien a hacer música. Hemos valorado los aspectos que son importantes y los que no; y bueno, a lo mejor no llevamos dos camiones de luces, ni veinte personas de staff, pero para nosotros eso nunca fue lo importante. Sí que lo es que nuestro mensaje sea sostenible. Poder seguir fabricando nuestras ideas y nuestro imaginario sin tener que pagar demasiado peaje».

Una autenticidad que cada vez cuesta más encontrar por estas lindes y que precisamente les encadena a los límites de la escena independiente, condición de la que se sienten satisfechos: «Siempre nos hemos mantenido en ese perfil underground, es la forma de sobrevivir. Siempre pensamos que no queríamos establecernos en Madrid porque terminaríamos perdiendo un poco nuestra identidad. Nosotros somos muy salvajes y no sabemos hacer otra cosa que lo que nos da la gana».

El ejercicio de esa libertad que profesan se transmite también en sus canciones, y en este Triángulo de Amor Bizarro queda patente, una vez más, por la cantidad de giros y palos que tocan sin volverse locos por la homogeneidad y, al mismo tiempo, sin perder un ápice de coherencia. A pesar de los años y las vueltas del mundo, siguen siendo ellos mismos: «Nacimos en una aldea y seguimos ensayando en una aldea, y no podemos movernos mucho de ahí porque no sabemos cómo hacerlo para no estropearlo. Esto es nuestro hábitat». Y quizá sea su salvajismo, en esa apuesta a ultranza por su propia naturaleza, el que les lleve a sentirse plenos y cómodos en el registro de la experimentación. De ahí que su música, envuelta siempre en el maravilloso caos del sonido con azotes noise y pespuntes post punk, sea siempre identificable. Una forma de sonar única, personal e intransferible que les identifica a pesar de su versatilidad. «La experimentación es el lenguaje en el que más cómodos nos sentimos. Crear significa hacer algo que todavía no exista, y aunque se repitan patrones, siempre intentamos partir de sitios diferentes para hacer las canciones. En este disco hemos usado instrumentos que normalmente no usamos, nos hemos apoyado más que otras veces en loops y en producir con el ordenador los temas desde la base cuando, hasta ahora, quizá tirábamos más de la fórmula clásica de guitarra, bajo y batería. En este disco incluso hay canciones en las que no hay guitarras. Nos interesa escapar un poco de lo que hemos hecho anteriormente y partir de un sitio nuevo y, una vez estamos en ese sitio nuevo, saltar de un lado a otro para despistarnos a nosotros mismos».

Sin miedo a salir de la zona de confort y con la valentía de probarse a ellos mismos. Sin olvidar el ruido y los pedales de distorsión que llevan implícitos en su ser desde su nacimiento, pero con la osadía y la grandeza de arriesgar ganando una y otra vez.

 

«Es importante que nuestro mensaje sea sostenible. Poder seguir fabricando nuestras ideas y nuestro imaginario sin tener que pagar demasiado peaje»

 

 

Del trasfondo a Fukushima

Nunca olvidaré la primera vez que vi a Triángulo de Amor Bizarro en directo. Fue el 12 de junio de 2007 en la plaza de Toros de Madrid. Los cabezas de cartel de aquella cita eran nada menos que Smashing Pumpkins, The Killers y Kasabian, pero los gallegos habían sido convocados también para presentar su primer elepé ante el público madrileño; y lo que se preveía como un calentamiento previo para recibir a los grandes nombres se convirtió sin duda en uno de los más colosales descubrimientos del nuevo milenio. El impulso ensordecedor que derrocharon, la tralla atronadora que traían a cuestas, el envoltorio de entropía sonora con trasfondo y la actitud de entrega hicieron que, desde aquella noche mágica hace casi trece años, muchos nos afiliáramos a su equipo. Con nada que envidiar a los dinosaurios foráneos, los cuatro de Abanqueiro llegaron, se impusieron con humildad y arrasaron. Isa, sorprendida, se ríe cuando le hablo de aquello y me ayuda a recordar: «Me acuerdo perfectamente de ese concierto; telita. Fue un día que hicimos Alicante, Lisboa, Santander y Madrid; aquello fue una matada de las guapas. Imposible olvidarlo».

En aquel directo, entre sus electrizantes decibelios en espirales de brutísima y enérgica distorsión, caló el mensaje. Y las intenciones conceptuales que iniciaron con aquel disco seminal son las mismas que promulgan todavía: «Hay muchas batallas por las que pelear, pero quizá nuestra particular batalla sea contra la desigualdad en general, porque es de las cosas que más me repatean. La desigualdad de género concretamente también, por la parte que me toca en la vida y por mi papel en el grupo, y eso que en la banda son superfeministas y van a saco con la lucha, son de las personas más comprometidas con el tema, pero sigue siendo una lacra social intolerable. Pero se trata de reivindicar igualdad en general, porque cuando hablamos de feminismo hablamos de igualdad, no queremos que nos regalen nada, no quiero nada más, solo lo mismo. También vamos contra la desigualdad provocada por el abuso de determinados sistemas económicos, e incluso de algunos partidos políticos que apuestan por las diferencias, el racismo, el clasismo y hacen que la brecha entre clases y estamentos sea cada vez más grande. Últimamente queda más claro que nunca lo importante que es aprender de la historia».

Una realidad sociopolítica a la que nos toca asistir, nos guste o no, que el grupo transforma en canciones que empaticen con el receptor desde el primer instante. Algo así ha ocurrido con «Fukushima», canción que lanzaron como adelanto de este nuevo álbum y uno de los tótems de los Triángulo de Amor Bizarro de 2020. Un tema áspero, infeccioso y contagioso, en el que Isa ve claramente la clave de su éxito: «Aborda un asunto que puede interpretarse de muchas maneras, tanto a nivel de virus violento o explosión nuclear, como el hecho de enfrentarse a una nueva era de tecnologías que nos dominan y nos abruman. Es fácil sentirse identificado porque además empasta muy bien el mensaje con la música, acaba teniendo ese rollo que te arrasa bastante».

 

Si nada de esto hubiera ocurrido

¿Cómo serían Triángulo de Amor Bizarro y su conexión con el público si la pandemia, con todas sus secuelas, no hubiera tenido lugar y el disco hubiera visto la luz en otro momento? Isa lo tiene claro: «Es un disco que tiene muchas visiones, tiene un lado apocalíptico y otro esperanzador, y eso cala en todos los temas. Es un disco muy del presente, muy de hoy, por eso ha llegado tan bien a la gente en este momento porque, más allá de lo que ha ocurrido con el coronavirus, el álbum habla del momento que estamos (y estábamos) atravesando como sociedad. Hay muchas conexiones con el cambio de era, la lucha tecnológica, la desigualdad humana, el feminismo… y todo eso está impregnado en él».

Solo hacía falta que la gente se decidiera a escucharlo, a darle una oportunidad. Al hacerlo nos hemos encontrado un disco mimético y redondo. Quizá haberlo lanzado al mundo en el momento más crudo que recordamos como sociedad contemporánea no haya sido una locura, porque si algo ganó parte de la población receptora con el confinamiento, fue un tiempo para sí misma que, dentro de la rutina, jamás habría tenido, un tiempo obligado y no elegido, pero tiempo, al fin y al cabo. «Eso ha sido el lado más positivo de todo esto que hemos vivido, recuperar un poco esa conexión con uno mismo, que nos hacía mucha falta. Ahora solo queda ver lo que nos dura, porque el capitalismo nos barre, ya casi no hay ni filosofía ni arte; por eso es tan importante que la cultura siga fluyendo, que no se pare nunca». De hecho, la banda ya tiene previstos dos conciertos: el próximo 16 de julio en Madrid (La Riviera) y el 17 en Barcelona (Parc del Fórum), con aforo reducido y cumpliendo con las directrices de salud y seguridad establecidas.

«Aunque haya que esperar para volver a los conciertos que recordamos —yo, además, llevo muy a rajatabla las medidas preventivas—, es importante que quede clara la necesidad de la cultura y el arte en estos momentos. Son las dos únicas cosas, junto a la filosofía, que apelan a la humanidad en este mundo que tenemos y ambas nos han salvado a muchos estos meses atrás».

 

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