Sophie Auster: La canción de la bailarina

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«Esto un viaje de autodescubrimiento; vas aprendiendo de tus errores y sintiéndote cada vez más cómoda con todo el proceso»

 

Hija del célebre escritor Paul Auster, Sophie debutó discográficamente en 2005. Ahora publica un nuevo trabajo, Next time, que tuvo que detener en pleno proceso de grabación y volver a reconstruir de nuevo. Carlos H. Vázquez habla con ella.

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: JUAN PÉREZ- FAJARDO.

 

Sophie Auster tenía dieciséis años cuando publicó su debut: Sophie Auster (Urban Geek Records, 2005), un primer elepé que también estaba compartido por el dúo One Ring Zero (Michael Hearst y Joshua Camp). Después, una entrega más corta: el epé Red weather (Lost Colony Music, 2012), que contenía seis temas. A este disco le siguió Dogs and men (Naive Records, 2015), álbum de larga duración con el que perfila el mensaje de sus letras.

Hija del novelista Paul Auster y de la poeta Siri Hustvedt, Sophie da más protagonismo a su personalidad musical en su último título, Next time (BMG, 2019), donde Roberta Flack, Ella Fitzgerald, Tom Waits, Peggy Lee o Nina Simone son quienes le ponen voz a los protagonistas de las doce historias del repertorio.

Existe un puente entre este disco y su predecesor (Dogs and men) que mantiene unidas las dos puntas; sin Dogs and men no habría existido Next time. Y si Sophie Auster no hubiera compuesto y producido por su cuenta Red weather, no habría grabado Dogs and men. «Esto un viaje de autodescubrimiento; vas aprendiendo de tus errores y sintiéndote cada vez más cómoda con todo el proceso», desarrolla Sophie.

 

Hombres, perros y futuro

Dogs and men gira alrededor de las rupturas sentimentales con un título que tiene dos lecturas: los perros, que representan la lealtad; los hombres, que representan lo contrario. Sophie lo explica: «Aquel álbum hablaba de relaciones sentimentales y de los sueños. Tiene esa parte que nace del subconsciente. Hay una canción que se llama “Little bird” y otra que es “A dream about Jack”. Lo de los perros representaba a los animales de los que hablo en las canciones, y los sueños y el resto del material lidiaba con los desengaños y ese tipo de cosas. Entendí que el disco se dividía entre estas dos temáticas. De ahí el título».

Cuenta la autora que con Next time ha tenido la misma sensación para abarcar la temática del error, pero poniéndola en un contexto futuro. Sophie Auster traía este impulso del anterior álbum, ya que algunas cuestiones que trata en el presente trabajo son las mismas de Dogs and men. «En este disco me propuse identificar y poner más de relieve esas cuestiones y terminé haciendo canciones sobre los arquetipos femeninos y masculinos. A veces son vivencias personales, pero en otros momentos lo que hago es describir diferentes tipos de relaciones entre hombres y mujeres. Y lo hago desde el humor o inventándome historias o a través de matices culturales y cosas así. Todo nace de mí cuando me pongo en todo tipo de escenarios».

A partir de ahí empieza a pintar sonidos diferentes, como los que hay en la canción “Dollar man”. Auster cuenta que es una letra «muy inspirada por el #MeToo, con ese arquetipo de hombre sediento de poder que intenta aprovecharse sexualmente de una chica y ella lo rechaza de malas maneras». Sin ceder a las presiones, todo fue retroalimentándose hasta dar con la historia.

 

El disco que no pudo ser

La leyenda cuenta que Sophie Auster, antes de grabar Next time, había llevado al estudio otra serie de canciones que finalmente no vieron la luz. Sus padres le dijeron que no había nada de ella en las canciones. «Fui al estudio, empecé a trabajar, y de repente tuve un ataque de pánico porque me estaba dando cuenta que no me gustaba lo que estaba grabando. No tuvo nada que ver ni con los músicos ni con el productor, que eran fantásticos, pero intuí que iba en la dirección equivocada. No eran precisamente mis mejores canciones, estaban como sin terminar». Sophie le puso el disco a sus padres y a un buen amigo y les dijo: «Ojalá digáis que me equivoco y que esto es solo una crisis nerviosa o algo así». Pero directamente le respondieron que era malo. «Lo de “malo” es subjetivo, claro, pero era la gente más cercana a mí: mis padres, mi amigo… Me decían yo no estaba poniendo todo lo que tenía que poner en las canciones, que no era yo, que sonaban descafeinadas y que había ido a lo seguro».

 

 

Lo que la compositora buscaba era un poco de apoyo moral… hasta que sus más íntimos le confirmaron sus sospechas. «Al menos no se me había ido la cabeza y mis temores eran ciertos. Así que empecé de cero. Y fue duro, porque ojalá me hubiera dado cuenta cuando estaba todavía componiendo y grabando las demos, y no en el estudio. Pero qué se le va a hacer», asume riendo Sophie, que no descarta volver algún día a ese material.

Paul Auster es novelista, Siri Hustvedt es poeta, y Sophie es escritora de canciones. «Creo que la poesía tiene más que ver conmigo y con mis canciones, pero no es lo mismo. En la poesía estás haciendo música con las palabras; los poemas tienen su propio ritmo, su propio sentir. En las canciones, la mayoría de las veces, tienes que encajar las palabras en la melodía, y unas encajan y otras no. Es como un juego. Hay que buscar la palabra correcta, la que se ajuste al ritmo, al compás, y que al mismo tiempo transmita lo que quieres transmitir».

 

Un productor con oído externo

Red weather fue producido por la propia Sophie, pero admite que fue muy complicado. Cuando era pequeña, la compositora neoyorquina dio clases de canto y estudió algo de música, pero se dio cuenta que en realidad lo que mejor sabía hacer era escribir canciones, no tocar. «Después de todo, lo que he hecho ha sido de oído, así que no estoy demasiado capacitada para ponerme al nivel de los músicos de sesión, y me cuesta horrores transmitirles lo que quiero. No tengo la formación musical necesaria para decirles que quiero esto de tal manera o preguntarles si pueden hacer esta otra de una forma determinada, porque básicamente soy autodidacta. Esa parte me costó y también fue difícil conseguir el sonido que yo quería». Para buscarlo, salieron a la calle y se pusieron a aporrear cubos de basura.

 

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«Me decían yo no estaba poniendo todo lo que tenía que poner en las canciones, que no era yo, que sonaban descafeinadas y que había ido a lo seguro»

 

A pesar de todo, va a pasar bastante tiempo antes de que Sophie vuelva a autoproducirse. Es mucho trabajo. Llegado un punto, dijo que ya estaba, que se acababa la grabación. «No podía más. Ser la compositora y la productora es demasiado trabajo. De todas formas, creo que es mejor tener a un productor, alguien que aporte sus ideas al proyecto, que sepa cómo articularlas». No obstante, recuerda que estuvo en Italia para una sesión de fotos y puso el epé: «Pues no suena mal —pensó—. ¡Está bastante bien! La verdad es que conseguí hacer lo que quería, pero fue difícil».

Para Next time, Sophie Auster contó con Tore Johansson, productor sueco ganador de un Grammy que ha trabajado con Franz Ferdinand, Suede, New Order o Martha Wainwright. «Tore es muy creativo y tiene mucha imaginación. Cuando le llevé las canciones estaban solo con guitarra y voz y lo primero que me dijo fue que debíamos hacer que la base fuera el piano y la voz. Me gusta que haya piano en las canciones, pero yo no lo toco, así que las adaptamos y desde ese momento cobraron otro sentido. Creo que el piano siempre aporta una atmósfera de drama». Tore entendió bien lo que Sophie Auster buscaba y poco a poco fueron creando un sonido con mucho más empaque, como en los discos de los cantautores de los sesenta. «Tore materializó el sonido que yo tenía en mente y creo que eso le convierte en un productor fantástico. Te sugiere o añade cosas que ni siquiera se te habrían pasado por la cabeza. Y esas son las colaboraciones más fructíferas, cuando alguien te empuja con delicadeza fuera de tu zona de confort, ya sea para llevarte en la dirección que querías ir o en una en la que ni siquiera habías pensado estar».

 

La música de Jesús Quintana

Por las arterias sonoras de Sophie Auster se desangran Tom Waits, Roberta Flack, George Harrison, Nina Simone, Ella Fitzgerald, Peggy Lee… Next time evoca el sonido de los años cincuenta y sesenta, ¿pero cómo alguien tan joven puede cantar una música tan antigua (en el mejor sentido de la palabra)? «Cuando era muy pequeña empecé a cantar jazz, standards de jazz, y canté en algunos clubes de Nueva York. Creo que no tenía ni catorce años. Cantaba cosas de Billie Holiday, Sarah Vaughan y de muchos clásicos del blues y del jazz». Esta música que enganchó a Sophie Auster era la que estaba en su órbita, pero ella siempre fue reacia a escuchar la música de moda, incluso cuando era una niña. Aunque eso no significa que no estuviera y esté interesada por la música actual.

 

 

De todas las canciones de Next day, “México” es una de los cortes más destacados. El single formará parte de la banda sonora de la película Going places, el spin off de El gran Lebowski con John Turturro (Jesús Quintana) como director, guionista y protagonista. “Black water”, otro de los cortes del álbum, también continuaría por el mismo camino, pero a modo de homenaje a las canciones con las que Sophie Auster creció. «Quise volver a las raíces, a cuando empezaba a descubrir la música y cosas que escuchaba de pequeña, como artistas que me influenciaron, los que hicieron que pensara que quería dedicarme a esto, los que me emocionaron. Las canciones que cantaba de niña en mi habitación, delante del espejo. Quería capturar ese espíritu. Es mi “(In my) solitude” (Billie Holiday) particular», añade.

Sophie canta una estrofa de “Is that all there is?” (Peggy Lee) durante la entrevista. Le encanta bailar. «Yo creo que es una buena respuesta a los problemas». También las dudas, pero estas no desaparecen nunca, ni siquiera con la edad. «Yo tengo dudas todo el rato, pero no hago mucho caso y sigo avanzando. Mi actitud hoy en día es la misma que tenía cuando empecé: pruebo algo y veo qué tal funciona. O me pregunto si ese de allí querría trabajar conmigo, pero si me dice que no, pues es que no. Ahora soy menos tímida para hacer ese tipo de proposiciones, me siento con más confianza».

Antes, cuando la gente me preguntaba qué hacía, yo respondía que escribía canciones», recuerda Sophie Auster poniendo voz de niña. «Ahora digo que soy cantante, que me dedico a la música. Me llevó tiempo interiorizar que era una artista. Cuando empiezas, no tienes mucho con lo que respaldar que eres artista, pero luego sigues trabajando y entonces sí empiezas a sentirte segura de ti misma». Esto es a lo que se dedica y esto es lo que es Sophie Auster, alguien que sigue soñando con ser una bailarina en Nueva York.

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