Na fermosa Galicia (1970), de Los Tamara

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DISCOS DESCATALOGADOS

«Ni de lejos otra garganta española tuvo tal amplitud de registros. Canta susurrando y susurra cantando, grita y se exalta, retiene las palabras y maneja el silencio como nadie»

 

En su permanente reivindicación de grandes discos imposibles de encontrar en el mercado, César Prieto nos habla esta semana de Na fermosa Galicia, el debut de Los Tamara, formación que lideraba una gran figura de la música gallega, Pucho Boedo.

 

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Los Tamara
Na fermosa Galicia
ZAFIRO, 1970

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Pucho Boedo es un dios en Galicia. Y Los Tamara su evangelio. Si no son ustedes gallegos, será difícil que lo comprendan, porque es un fenómeno que no se da en ninguna otra parte de España. Desde su niñez, en el barrio de Monte Alto de La Coruña —obrero y popular, cercano a la Torre de Hércules—, donde ve que su padre y su hermano son asesinados por su condición de anarquista, hasta su final, enfermo en Mallorca, su vida da para una abrumadora biografía en la que lo veríamos inmerso en aventuras tropicales, guerras, viajes de lujo, historias de un Madrid nocturno y cientos de aventuras más.

Como cantante es excepcional. Ni de lejos otra garganta española tuvo tal amplitud de registros. Canta susurrando y susurra cantando, grita y se exalta, retiene las palabras y maneja el silencio como nadie. En su extensa carrera como vocalista atesora discos de americana y sirtaki, twist y canción italiana, y veinte mil estilos entre los que destacan rodajas soul buscadas desesperadamente por los coleccionistas y entre los que se coló, en 1964, la primera composición pop en gallego: “Galicia, terra nosa”.

 

Fundación de Los Tamara

Los Tamara se habían formado en 1958 en el pueblecito marinero de Noia de la mano de Prudencio Romo, otro titán. Arreglista genial, fue el director musical de la banda y el que le dio el toque especial para vestir cada canción de esos detalles que las salpican de sensaciones. En 1961 el grupo es contratado para una gira por Francia. Palabras mayores, recalan en el Olympia, compartiendo cartel con Jacques Brel y con Charles Aznavour.

De aquellas, Pucho había pasado como solista por otras orquestas, Los Trovadores o Los Satélites; estos últimos habían estado tocando un tiempo en Venezuela y al volver trajeron a Galicia la música caribeña, mucho antes de que se inventase la salsa. Pucho se quedó un tiempo en el trópico y poco después de volver a España es cuando lo contrata Prudencio, que se había quedado sin vocalista, para la gira del país vecino.

Pues bien, tras doce años editando una cantidad ingente de epés, primero con la francesa Bel Air y después con Zafiro, Los Tamara aún no tienen álbum. Y salvando las objeciones de su discográfica —letras de poetas vetustos… además en gallego— editan las doce canciones de Na fermosa Galicia. Prudencio Romo se ha empeñado, y no solo eso, consigue envolverlo de un trabajo artístico impresionante. Pensemos que la música del disco era algo en las antípodas de la música comercial de sus singles.

 

Ramón Farrán, director musical

De momento, la carpeta está formada por antiguos pergaminos del siglo XIV y dentro hay un extenso comentario de Sebastián Martínez-Risco; de aquellas, presidente de la Real Academia Gallega. Tras esto, estén atentos, que vamos a citar un nuevo nombre: Ramón Farrán. Un nuevo monstruo, que contrata Prudencio para que le ayude en los arreglos y la dirección musical. Miren quien es: baterista de jazz, de los primeros, ha tocado con Frank Sinatra, Louis Armstrong, Miles Davis, Tito Puente o Celia Cruz; escojo cinco entre cientos. Como productor, es quien define el sonido de las percusiones en la rumba de carácter más pop trabajando con Peret y Los Amaya; y no solo eso: es capaz de ser director musical de Julio Iglesias, Los Brincos, Serrat y decenas más. En diferentes épocas, claro. La conexión con Serrat nos sirve para engarzar con las canciones de nuestro disco.

Es sabido hasta la saciedad que la publicación en 1969 de Dedicado a Antonio Machado, poeta —qué curioso, también en Zafiro— supuso una superación de su carrera y de la música española. Tanto el concepto —desenterrar un mito de la resistencia republicana y darle formato pop—, como los arreglos de Ricard Miralles, leves o épicos según corresponda a la canción. Pues bien, Na fermosa Galicia, editado un año después, viene a ser el Dedicado a Antonio Machado gallego. No solamente por defender algo arrinconado como la lengua gallega, tomando a sus mejores poetas, y llevarla a estilos populares, sino por la importancia de los arreglos que en “A canzón d’un mariñeiro” resultan inequívocamente serratianos. Hasta se puede imaginar cantada por el del Poble Sec.

En un par de ocasiones, Pucho es un verdadero crooner atlántico. En “Recordo”, por ejemplo, que pasa sin transición de la exaltación a la confidencia, o en “Pensamientos”, la única en castellano, aunque sobre poemas breves de Rosalía de Castro. El inicio con gaitas da paso a un recitado, que de pronto se convierte en una garganta de crooner, canta diciendo, con coraje contenido, expresando todas las texturas. Las gaitas son también definitorias en “Na norte de Curros”, excepcional diálogo entre las dos que aparecen.

Estas son las líneas generales, pero también hay destellos de otras estéticas. “Queixas” tiene ambientación de club nocturno, acaricia y de golpe se levanta clara y potente; la más afín al estilo que marcaba Nino Bravo, que por aquellos días también empezaba a cantar. “A enfermeda d’Añón” levita en un principio soul, y Pucho canta como si Wilson Pickett hubiera nacido en Galicia. Pero la canción más representativa quizás sea “O vello y o sapo”, inicio épico que pasa de golpe a una flauta bucólica y a una sinfonía de vientos. La letra es sensiblera, pero el canto es creíble, con verdadera rabia, con melancolía, con desengaño. Era su canción preferida y la última que canto en televisión. Observen en el siguiente vídeo con qué rabia levanta el puño cerrado Pucho, cómo canta. Todo el dolor de su pasado, desde su padre asesinado hasta su enfermedad final, lo eleva al cielo tal como expresa la letra.

Como decimos, Pucho Boedo es un referente en Galicia. Lo adoran desde la viejecita que acude al campo de la fiesta, hasta los rockeros más underground que no dejan de versionarlo. Los últimos, Novedades Carminha hace poquísimo. Desde luego, no puede ser por la música. ¿Qué habrá en él? Por supuesto ese puño y con él la defensa: la de una cultura, la de una actitud —aún con su éxito— a contracorriente, la del carisma como valor artístico, la de vivir como le dio la gana, la del cariño que repartía… Todo es uno y lo mismo. Pues bien, ¿se querrán ustedes creer que este disco, de alguien que es emblema de la cultura gallega, de canciones que llevaban esta lengua al gran público con un exquisito cuidado musical, hace treinta años que está descatalogado?

Anterior entrega de Discos descatalogados: La rumba y la marcha (1978), de Chango.

 

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