Sintiéndolo mucho, el documental que nos devolvió a Sabina

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Joaquín Sabina: «Este documental me ha vuelto a poner en ese estado en el que todo el tiempo se te ocurren cosas y todo el tiempo tienes ganas de hacerlas»

 

Ayer, 15 de noviembre, tuvo lugar en Madrid la presentación ante los medios de Sintiéndolo mucho, la película documental sobre la vida y obra de Joaquín Sabina, dirigida por Fernando León de Aranoa, que llegará a los cines mañana jueves. A la cita, presidida por el propio Sabina, el director de la cinta y Leiva, asistió Marta Sanz. un encuentro en el que también salió a relucir la reciente gira anunciada, Contra todo pronóstico.

 

Texto y fotos: MARTA SANZ.

 

Bajo un plomizo cielo gris, en un céntrico hotel de Madrid, se desliza entre una nube de fotógrafos y comitivas Joaquín Sabina, que llega puntualísimo a su cita para hablar ante la prensa, junto a Fernando León de Aranoa y Leiva, del documental Sintiéndolo mucho. Desde que se presentó hace ya dos meses en el Festival de San Sebastián, los tres se han enfrentado a cámaras y preguntas en muchas ocasiones, siempre apoyándose con gestos y palabras. En este enésimo encuentro, horas antes de que la película se estrene en los cines, aún se agarran las manos casi a cada respuesta, y derraman agradecimiento por el proyecto que les ha unido.

Este documental, grabado a lo largo de trece años, recoge momentos puntuales de la historia de Joaquín, muy vinculados a su carrera, partiendo de una ebria y divertidísima sesión compositiva en Rota, hace más de una década, junto a Pancho Varona y Antonio García de Diego, hasta los nervios palpables que le recorrieron minutos antes de subirse al escenario del Wizink con Serrat, aquel aciago 12 de febrero de 2020. Tras la caída, llegó una complicada recuperación que se solapó con el comienzo de la pandemia y con años en los que el ubetense ha sido prácticamente incapaz de componer. «Los sentimientos, la inspiración y las ganas de contribuir con algo artístico son muy difíciles de improvisar. Yo paso por etapas secas, como esta última, que ha sido la más larga de mi vida. Y sé que me estoy traicionando a mí mismo, porque no estoy haciendo lo que tanto me gusta hacer, que es escribir y componer. Si este documental ha sido una felicidad para alguien ha sido para mí, porque me ha vuelto a poner en ese estado en el que todo el tiempo se te ocurren cosas y todo el tiempo tienes ganas de hacerlas», reconoce.

 

“Sintiéndolo mucho”, la canción, y el rodaje

El resorte que llevó a Sabina a pelearse otra vez con los versos con entusiasmo fue, de hecho, la canción que cierra y da nombre al documental, y que Fernando con acierto le pidió a Leiva. «Durante un ensayo que hicieron, y que yo grabé, me encantó ver su complicidad, la manera tan delicada en la que conversan, y me pareció que proponerle a Leiva que hiciera la música original de la película era la mejor idea posible, porque conoce el sonido de Joaquín muy bien», aseguró el director. Sabina le da la razón, cuando cuenta que «vio el documental casi antes que nadie, y estaba entusiasmado. Esta es una de las mayores cualidades de Leiva, porque su entusiasmo es muy contagioso. Y entonces, estando un día en mi casa, me dijo que el documental merecía una canción a medida, y así empezó la historia de “Sintiéndolo mucho”». El músico madrileño lo reafirma de una manera más poética. «El documental llevaba implícita una misión que desconocíamos, que es que nos volviéramos a sentar Joaquín y yo a componer después de tantos años».

 

Fernando León de Aranoa: «Me pareció que proponerle a Leiva que hiciera la música original de la película era la mejor idea posible, porque conoce el sonido de Joaquín muy bien»

 

Las imágenes musicadas por esta desgarradora canción son también duras y entrañables. A pesar de la cercanía de las cámaras, Joaquín asegura que Fernando fue «exquisitamente prudente y no hubo ningún problema. Además, era tan amigo y lo quería tanto, que le dije que grabara todo lo que quisiera, que entrara, que saliera. Nunca me sentí acosado por una cámara, jamás». El director, por su parte, confiesa que en este rodaje tuvo que dejar a un lado la metódica programación cinematográfica y «rendirse al caos» que rodea a Sabina, para mostrar momentos vivos y sin artificio. «Para mí lo que lo que arma, lo que da sentido al documental es, si tengo que resumirlo de alguna manera, compartir lo que yo siento como un privilegio, que es el de la compañía de Joaquín, su proximidad durante todos estos años. Y quiero que el espectador, viéndolo, tenga esa misma experiencia», admite, y cree, de hecho, haber conseguido su propósito: que la película se parezca a Sabina a través de pequeños retratos. «Diez años después, tenía una sensación como de baúl con muchos tesoros, con muchos momentos que habíamos grabado y vivido, que yo sentía que eran muy valiosos y decidí que no podían estar más años enlatados», afirma Aranoa.

 

Leiva: «El documental llevaba implícita una misión que desconocíamos, que es que nos volviéramos a sentar Joaquín y yo a componer después de tantos años»

 

Sintiéndolo mucho, el documental, la música y el disfraz

En el documental se plasman muchas sensibilidades de Joaquín Sabina, como su pasión por la tauromaquia o su amor por las letras, que ha trasladado a la música. «En mis canciones hay más y mejor poesía que en mis sonetos. Yo recuerdo noches interminables de charla con Javier Krahe, cuando estábamos en La Mandrágora, y si teníamos alguna pretensión artística era huir, como de la peste, de la letra de las canciones que se oían en la radio. Queríamos ponerle un gramo, un tinte de poesía a la canción en español», cuenta durante la rueda de prensa. Muchas de esas canciones guardan referencias cinematográficas, un arte por el que ha caminado habitualmente Sabina —personal y profesionalmente—. «Yo vivía en Úbeda y el único escape que había de ese mundo gris, —era todavía el franquismo— lluvioso y lleno de curas y militares, era el cine de los domingos. Y claro que iba siempre. Pero luego, ya mayor y ya siendo amigo de Fernando, me empecé a enamorar de sus primeras películas, de Familia, de Barrio, y lo que más me llamó la atención era el magnífico oído que tenía para las conversaciones de la gente. Eso me sigue impresionando. Me parece el más grande entre los grandes», cuenta.

Algunos de esos guiones que le emocionaron, quizá fueron inspirados por su propia música, como desvela Fernando León de Aranoa: «Joaquín tiene un oído para la calle y para la coloquialidad increíble, que no es tan fácil. A veces, cuando hago una película, me pregunta por referencias cinematográficas y yo termino hablando de libros, de poesía y de música, que me han influido tanto o más a la hora de contar historias. La música me gusta mucho porque es un motor de arranque para mí, me coloca emocionalmente en un sitio desde el que es más fácil escribir. Y, a lo largo de los años, lo he hecho con muchas canciones y muchas veces he utilizado su música».

 

Joaquín Sabina: «La gira se llama Contra todo pronóstico, así que ni yo mismo sé si va a ser la última. Desde luego, si no es la última, va a ser la penúltima, pero no pienso anunciar nada. Creo que en el título está dicho todo»

 

Dentro de pocos meses tendremos la oportunidad de volver a disfrutar de nuevo de esas canciones, con un nuevo disco —compuesto junto a Leiva y que verá la luz el año que viene— y con una amplia gira que vende todas las entradas en cada fecha anunciada. Por ella le pregunta un periodista, al que Sabina lee entre líneas. «Yo no tuve planes durante los años de la pandemia y la verdad es que estaba bastante mudo en el sentido artístico. Pero ahora, a raíz del documental de Fernando, me he ido calentando. Leiva también me ha calentado mucho, hasta el punto de tener canciones para un disco y de haberme animado a irme de gira. En realidad, tú lo que me estás preguntando es si esta va a ser la última gira. Yo quiero contestarte que la gira se llama Contra todo pronóstico, así que ni yo mismo sé si va a ser la última. Desde luego, si no es la última, va a ser la penúltima, pero no pienso anunciar nada. Creo que en el título está dicho todo. Lo que sí pienso es disfrutar de ella, porque las giras, sobre todo por Latinoamérica, a mí me curan de todas las tonterías», afirma, aunque confiesa ante ella una inimaginable carga de responsabilidad: «siempre pienso en que esa gente que está ahí ha ahorrado un dinerito para comprarse una entrada, habiendo mucha más oferta cultural ha decidido venir a verme a mí y llega con una esperanza desmesurada de que les dé algo que yo pienso que no les voy a poder dar, que siempre los voy a defraudar. Eso cada día que salgo a escena”.

A pesar de su indisimulada vulnerabilidad, Joaquín sigue respondiendo por el disfraz que vistió en otras etapas de su vida. «A lo que llaman imagen pública, yo le llamo caricatura. Hay una caricatura del borrachín putero y noctámbulo… en alguna parte de mi vida se pareció un poco a la realidad. Ahora ya no se parece nada», admite. «Yo pienso que lo último en lo que debe estar Joaquín es en demostrar. Hace muchos años que está escribiendo y componiendo para deleitar, y no para convencer. Y yo creo que se la ha ganado por derecho», ataja Leiva. «Eso de la caricatura tiene mucho que ver con la juventud y con el aguante. Solo quiero decir que tengo 73 años y, en la época de la caricatura, nunca soñé llegar a los 50, así que soy un superviviente», concluye Sabina.

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