Los cinco planetas de la galaxia de Elem

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«En este disco apuesto más por un indie pop con mayor carga electrónica. Un sonido con el que me siento más identificada y con el que he disfrutado gracias, en buena medida, a la producción de Manuel Cabezalí»

 

El 17 de noviembre ve la luz su nuevo epé, Planeta de cristal. Una colección de cinco canciones, producidas por Manuel Cabezalí, con las que la compositora, cantante y pianista zaragozana se asienta en el pop de autor que define su propuesta. Pero hay más, mucho más, y ella misma nos lo cuenta.

 

Texto: SARA MORALES.
Fotos: JAIME ORIZ.

 

Elem. Así se llama el proyecto musical de Laura Cebrián. Quizá no suene demasiado todavía su nombre, pero Rufus Wainwright ya le echó el ojo a esta compositora, cantante y pianista zaragozana que ronda la treintena, para que le acompañara abriendo su concierto de Zaragoza el pasado mes de julio. Lo mismo hizo Julieta Venegas durante su última gira. En sus directos de Madrid y Zaragoza, Elem fue la elegida como telonera.

¿Pero quién es ella? Con formación en danza clásica, Laura, a los ocho años, comenzó a interpretar sus primeras canciones sentada al piano y a los dieciséis inició los estudios en el conservatorio de su ciudad. Devota confesa de la obra de David Bowie, por su imaginario sonoro sobrevuelan nombres que van desde Zahara y Billie Eilish, a Coldplay, Radiohead y U2, pasando por Carla Morrison, Fiona Apple o Dua Lipa; pero así habla ella misma de sus inicios, cuando decidió lanzarse a la creación de sus propias canciones: «Llegó un momento en el que sentí que, además de interpretar la música, necesitaba componerla, crearla. Quería contar cosas a través de mis propias composiciones y emprender un camino que sabía que no iba a ser fácil, pero que es el único que quiero caminar. Componer y cantar mis propias canciones, tanto en el estudio como en los directos, me ha llevado a disfrutar de la música en otra dimensión, además de suponer un aprendizaje diario. Es un estilo de vida. En ocasiones sí he tenido que trabajar para adaptarme, porque tengo una formación muy académica y el pop es otra cosa, pero me encanta aprender y explorar nuevas formas de expresarme con mi música».

 

Planeta de cristal, el nuevo epé

Tras un primer epé en 2019 llamado Lapso, un segundo trabajo —dos años después— bautizado como Si tú supieras y un estimulante paseo por escenarios estelares, Elem regresa a la actualidad con su tercera referencia, Planeta de cristal.

Se trata de un nuevo epé que verá la luz mañana mismo y con el que la aragonesa continúa apostando por su proyecto personal, atendiendo a esa necesidad de contar historias, de relatar lo que acontece y de desahogarse, con composiciones propias a medio camino entre el pop, el folk y la canción de autor. Un estilo que nació definido hace casi cuatro años, pero que, por inercia natural, ha ido asumiendo una evolución que, ahora, se convierte en la protagonista de esta inminente entrega. Pop de autor, podríamos llamarlo; así le gusta definirlo a ella misma, pero con matices: «En este disco apuesto más por un indie pop con mayor carga electrónica. Un sonido con el que me siento más identificada y con el que he disfrutado como nunca gracias, en buena medida, a la producción de Manuel Cabezalí, con el que trabajo actualmente».

Así es, Manuel Cabezalí (Zahara, Rufus T. Firefly, Soleá Morente, Havalina…) se encuentra tras la producción de Planeta de cristal, mano de oro que ofrece garantías y con el que Elem confiesa haber encontrado una sintonía especial: «Ha entendido mi música perfectamente y tenemos la sensación de que cada canción de este disco es única. Trabajar con él y junto al resto del equipo (Dany Richter en El Lado Izquierdo, Nieves Lázaro y Juanma Padilla) me ha llevado a espacios desconocidos hasta ahora donde me siento muy cómoda».

 

«Tengo una formación muy académica y el pop es otra cosa, pero me encanta aprender y explorar nuevas formas de expresarme con mi música»

 

Cinco canciones, cinco planetas

Profundizando en las cinco canciones que componen Planeta de cristal, enseguida se percibe que se trata de un trabajo confesional, autobiográfico, tal y como define la propia compositora: «Este epé está compuesto por cinco capítulos en los que trato las cosas que nos pasan en la vida, según mis experiencias personales, y sin miedo a sacarlas afuera. Es un disco íntimo y, a la vez, con el que mucha gente se puede identificar. Cinco capítulos que cuentan distintas etapas de mi vida, pero que creo que comparto con muchas personas: las dificultades, el miedo, el amor, las decepciones, la búsqueda de mi camino, el priorizarme a mí misma… Todo esto, a través de una historia que comienza con “Llévame lejos” y termina con “El fin del mundo”, aunque la realidad sea que no termina nunca».

“Llévame lejos”, la dulce canción con la que Elem da el pistoletazo de salida a esta historia suya y, a la vez de muchos, hace alusión a su infancia. «Fue dura y complicada. Hablo sobre el deseo de escapar del miedo, la tristeza y la falta de autoestima», afirma. Enseguida llega la detallista “Catarsis”, con frases angustiosas y al mismo tiempo esperanzadoras como «quiero ir al fin del mundo sin arrepentirme de cada segundo»; Elem la explica así: «Va sobre el momento en el que rompo con todo lo que no me hace feliz y me atrevo a afrontar mis miedos y luchar para dejarlos atrás». Tras ella llega la recuperación anímica, esa euforia que, en sus códigos, suena a un pegajoso electropop llamado como el propio epé, “Planeta de cristal”, y luce como esa habitación en la que se encierra a bailar. “Última superviviente” es sintética y su mensaje rotundo: «Representa mi decisión de ser yo misma, de priorizarme, sin miedo ni complejos»; y, por último, “El fin del mundo”, la más oscura y desgarradora del repertorio: «Es la respuesta a una pregunta que todos deberíamos hacernos: ¿Estoy dónde y con quién me gustaría, o me he resignado a vivir en automático?».

Una colección de pasajes con personalidad propia, que divagan entre el pop íntimo y emocional pero que, a su vez, mantienen ese pálpito electrónico que incita al baile, al desahogo y al exorcismo. Un planeta de cristal con el que Elem busca colarse en nuestras rutinas, a sabiendas de que el trayecto aguarda curvas: «Espero llegar cada a vez a más personas para que conozcan mis canciones, crecer como artista y como persona. Soy consciente de que la música es una carrera de fondo y de que lo más importante es crecer, avanzar y, ante todo, disfrutar del camino».

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