Sidonie: La cabra tira al monte

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«Importa que un concierto nuestro sea especial y original. Y podrá parecer que somos unos payasos, pero lo que sí queremos es que la gente que viene a vernos sonría y se lo pase bien»

El próximo viernes arranca la nueva gira de Sidonie, en la que presentarán en vivo su última producción, «El fluido García». Carlos Pérez de Ziriza se ha puesto en contacto con ellos.

 

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

 

Con el reciente «El fluido García» (Octubre/Sony), el sexto álbum de su carrera, la banda barcelonesa ha vuelto a recuperar los efluvios psicodélicos que marcaban su trayectoria antes de esa búsqueda del estribillo soleado que tanto pulieron en «El incendio» (2009). A punto de iniciar una gira que comienza este viernes 20 en Valencia (Mirror) y que prosigue el 21 de enero en Murcia (Auditorio), el 27 en Donosti (Gasteszena) y el 28 en Gijón (Teatro Albéniz), y que les llevará sin descanso por toda nuestra geografía hasta engrosar la programación de festivales veraniegos como los próximos Arenal Sound, Santander Music Festival o Sonorama, charlamos con Axel Pi, batería y percusionista de un trío (completado por el guitarrista y vocalista Marc Ros y el bajista Jesús Senra) que goza de ese cada vez más concurrido lugar de privilegio, entre la independencia y el más puro «mainstream», en el que pueden permitirse seguir apostando sobre seguro.

Aunque quizá os pueda cansar que se haga tanto hincapié, no se puede negar que «El fluido García» remite a los desarrollos psicodélicos de vuestros primeros trabajos. ¿Lo consideráis una vuelta a los orígenes o un punto más en vuestra evolución?
Es lógico que se tienda a recodar lo que hicimos hace años, pero para nosotros «El fluido García» no es, para nada, una vuelta al pasado o al sonido de los anteriores discos. Lo que ocurre es que la idea de la psicodelia está muy arraigada en nosotros, como género. Eso ya nos unió como grupo desde un primer momento, desde el mismo momento en el que yo ya leí el anuncio de “se busca batería”, ya se especificaba que era un grupo psicodélico. Pero hemos tratado de hacer discos distintos motivados por el cambio. Ahora pasarnos del inglés al castellano, ahora hacer un disco más clásico como «Costa Azul», luego dar la vuelta en busca de la canción más pop en «El incendio», pero la psicodelia siempre ha estado ahí. Incluso en la gira de «El incendio» siempre había una parte de nuestros directos muy psicodélica. Así que nadie piense que volvemos a ningún sitio. Lo que ocurre es que nos encontramos con unas canciones que con las que de golpe podemos experimentar, desde lo que mejor sabemos hacer. Para nosotros «El incendio» fue un superreto de la vida, porque suponía todo un ejercicio de buscar la canción pop. En este disco pasamos página, pero comunicándonos de una forma instintiva con la psicodelia, que es lo que mejor sabemos hacer, por eso es presente total. Solo los Sidonie de ahora, los de 2011, lo podrían haber hecho.

He podido leer en alguna entrevista que no existía un consenso claro entre los tres miembros de la banda a la hora de ordenar las canciones en el álbum. ¿Significa eso que estamos ante una colección de canciones, más que ante un álbum que obedezca a un concepto?
Tuvimos dificultad en ordenarlas, porque el proceso de hacerlo nos parecía vital. La mayoría de las canciones van muy a piñón, son muy contundentes, muy apretadas, y temíamos que en la escucha, tanta intensidad y tan poca balada pudiera agotar a quien lo escuchara. Así que era vital que la única canción capaz de relajar todo esto, que es ‘Bajo un cielo azul (De papel de celofán)’ estuviera en un sitio donde el cambio no fuera muy drástico pero a la vez ayudara a relajar al oyente. Y ese es el ejercicio más complicado. De todos modos, Marc y yo volvimos a experimentar una conexión casi telepática, porque al final coincidíamos al cien por cien él y yo en cuál queríamos que fuera el orden. El no encontrarnos con canciones más lentas nos hacía tener cierto miedo de ahogar al oyente. Y creemos que no es un disco de una primera escucha, porque al principio te deja un poco abrumado. Y a medida que vas sacándole capas vas entrando en el disco.

Prácticamente me has dado la respuesta a lo que te iba a preguntar acerca de ‘Bajo un cielo azul’, una especie de suite con sus tres partes diferenciadas, a modo de mini sinfonía. ¿Qué pretendíais con ella? ¿La consideráis un interludio, situada justo a mitad de álbum? En todo caso, es un tema que remarca vuestro interés por cuidar las armonías vocales…
Sí, es la primera vez que hemos pensado en el orden del disco como si fuera un vinilo, porque, por fin, se edita en vinilo justo desde su salida a la calle. No como con «El incendio», cuya edición en vinilo fue muy a posteriori. Y es algo que queríamos hacer sí o sí. Con las canciones de su cara A y su cara B. Es una canción de siete minutos y pico, y es de la que más orgullosos estamos respecto a sus armonías vocales. Para mí es muy especial, primero porque es la primera vez que canto en una canción, más allá de un mini coro aquí o allá, y me hacía una ilusión tremenda. Pero, sobre todo, porque yo veía al resto de la banda y al productor, mientras yo mismo hacía percusiones, y captaba lo emocionados que estaban cada vez que metían las voces. Creo que es un paso más en nuestra búsqueda del arreglo vocal.

Seguís siendo una banda que en directo siempre tiene un cierto componente festivo, aunque quizá ya no tanto como hace años, con cierto desbarre al final de cada concierto. ¿Nunca os ha preocupado que eso pueda desvirtuar vuestra música y que mucha gente no os tome en serio?
No nos preocupa para nada. Pero, ojo, hemos aprendido a que no nos preocupe. Yo mismo, al principio, en los primeros discos, era algo que me afectaba bastante. Porque todo el desparrame, todos los happenings que realizábamos, algunos muy excéntricos y muy delirantes, cierto, con aquella pantera rosa o subiendo a un tejón, todo eso no respondía a un delirio, sino a una obsesión por parte del grupo en convertir todo aquello en algo más que un concierto: que la gente se lo pase bien, que se meta en algo en lo que tenga algo que ver. Pero aunque allí estuviésemos haciendo el cabra era algo que nos tomábamos muy en serio. Y al recibir alguna crítica sobre esto, llamándonos payasos, a mí me ofendía muchísimo. Pero he aprendido a asumir que con este tipo de espectáculo, debes asumir esa clase de crítica, que te expones a eso. Y mientras tú lo hagas sabiendo que eso es lo que quieres, y que es lo que a tu público le puede gustar, pues es así como lo voy a defender. Ha dejado de importarme. Sí que me importa que un concierto nuestro sea especial y original. Y podrá parecer que somos unos payasos, pero lo que sí queremos es que la gente que viene a vernos sonría y se lo pase bien. Es mucho más fácil salir al escenario sin preocuparte por el público, simplemente tocar e irte.

¿Siendo como sois fans devotos de George Harrison, habéis visto el documental acerca de su vida dirigido por Scorsese?
Sí, fuimos a verlo cuando se estrenó en el In-Edit, en Barcelona. Todo un ritual. Nos fascinó pero nos pareció un pelín largo, que se recrea muchísimo en la parte post beatleiana y mística de su carrera y su relación con el budismo y la música hindú, en detrimento de su carrera con los Beatles. Pero son tres horas y cuarto, y eso conlleva el riego de que eso ocurra, lo que no deja de ser contraproducente. Pero no por eso deja de estar muy bien hecha.

Este mismo viernes comienza vuestra gira en Valencia ¿Hay cambios en su vuestra banda de directo?
Hemos tratado de ser coherentes con el giro que hemos dado, y por eso nuestro directo va a mostrar un sonido distinto. Con Valdo [teclados] y con Vicen [Martínez, guitarra] tenemos una relación de por vida, pero este disco requería que contáramos con gente como David T. Ginzo [guitarrista que ha trabajado con Anni B. Sweet o CatPeople]. Es una figura que nos ayuda a empastar todo el cambio llevado a cabo con «El fluido García».

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