Sabina, sí o sí

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“El libro de Julio Valdeón demuestra, con datos y una estupenda narrativa, que por mucho que se pueda decir o se trate de embarrar, guste o no, Sabina es una de las figuras artísticas más importantes de nuestra contemporaneidad”

 

El músico y periodista Manolo Tarancón, implicado en la edición del libro “Sabina. Sol y Sombra”, explica cómo la lectura del mismo ha reavivado su interés por quien es figura imprescindible de la cultura española contemporánea.

 

Texto: MANOLO TARANCÓN.

 

Hace unas semanas recibí el encargo de Efe Eme de sumarme al equipo de corrección y edición de “Sol y sombra”, la biografía de Sabina escrita por Julio Valdeón. La cosa no iba solo de ir pescando erratas. También de interpretar e incluso comentar, con total libertad, aspectos que me llamaran la atención. Me puse a ello con los cinco sentidos y el máximo entusiasmo. Es cierto que en los últimos años decayó mi interés por su carrera, aunque desde joven siempre defendí y entendí rotundamente su universo lírico, llegando, por qué no decirlo, a influenciarme en la manera de escribir la cotidianidad, el día a día con historias de la calle que pueden habernos sucedido a todos. Siempre influyó, incluso en mi manera de escribir canciones, la necesidad de cuidar la letra y de elevarla a un nivel superior en lo que supone el todo de una canción.

Hasta “Dímelo en la calle” seguí atento a cada nuevo disco, adelantos y caras B que empezaban a pulular por un internet cada vez más masificado, práctico e incontrolable. Es así como conseguí una casi inaudible grabación de una de las canciones que más me fascinan y que alguien debió de grabar desde su butaca. Juraría que era el año 2000 en el Palacio de Congresos de Valencia. Salió a escena y, junto a sus músicos habituales, se marcó un tema hasta ese momento inédito. Era ‘Peces de ciudad’, y aquella letra y aquellos acordes me llevaron a una dimensión difícil de comparar. Hoy sigue siendo mi canción favorita de su repertorio.

Como puede ocurrirle a cualquiera diecisiete años después, mi vida ha cambiado, mis influencias actuales también, pero, bebiendo de las diferentes fuentes que ofrece el eclecticismo musical, podría afirmar que Joaquín Sabina es uno de mis referentes fijos en muchos sentidos. Y que el libro de Julio Valdeón ha reforzado y reafirmado mi idea. Hasta el punto de volver a creer en un concepto de creación artística unida a un contexto envidiable y que solo Joaquín Sabina y muy pocos privilegiados han vivido con intensidad.

A medida que avanzaba cronológicamente en la lectura del original, me empapaba en paralelo de toda su discografía, y el libro comenzó a envolverme y a arroparme como si estuviera viviendo hoy aquellas historias, aquellas anécdotas que parecen tan vivas y próximas. Desde la imagen de Javier Krahe levantándose de su asiento y ausentándose en La Mandrágora cuando Sabina rascaba acordes de blues para defender alguno de sus temas, por aquello de cometer un sacrilegio contra la pura e intocable canción de autor, pasando por la divertida anécdota de cómo conoció a Chavela Vargas, la influencia de Pancho Varona y García de Diego en casi toda su carrera, el trato con los músicos con los que ha trabajado y sus múltiples recuerdos, su gestión como socio del local madrileño Elígeme, también convertido en sello discográfico, unido a su extraña relación con Manolo Tena, cómo nació ‘Y nos dieron las diez’ y en paralelo ‘Ojos de gata’, de Enrique Urquijo, curiosas anécdotas de producción musical en las grabaciones de sus discos en la década de los ochenta, las perennes fiestas en su casa de Tirso de Molina o el despido de Paco Lucena, su mánager, en el año 2000.

Cómo nació en una habitación de hotel mano a mano con Pancho una canción como ‘Peces de ciudad’ (a la que antes hacía referencia), su polémica con Ramoncín, su charla de más de cuatro horas en La Habana con Fidel Castro y su coherencia con respecto a La Revolución. Cómo Chus Visor (editor de la más prestigiosa editorial de poesía) solo tuvo que enviarle el manuscrito de “Ciento catorce de volando” para que el poeta Ángel González aceptara sobre la campana estar en la presentación de su libro de sonetos que, en un principio, por aquello de los prejuicios, había rechazado. Todo el proceso de gestación y grabación de “19 días y 500 noches” junto a Alejo Stivel y sus colaboradores, y cómo lo celebraron por las calles de Madrid, casi al amanecer, cuando terminaban las mezclas subidos en un descapotable, con la chavalería que salía de las discotecas y que poco entendía lo que ocurría. Los que hemos hecho un disco, en mayor o menor medida, con mejor o peor repercusión posterior, sabemos de esas sensaciones.

Los años de decadencia tras el ictus, donde comprendes el giro en la temática de sus canciones. Su estupenda relación con otros pesos pesados como Miguel Ríos, Joan Manuel Serrat, Ariel Rot, Hilario Camacho, Caco Senante o Pedro Guerra, que además descubre unos discos estupendos de adaptaciones y versiones. El choque de trenes con Fito Páez tras publicar ese “Enemigos íntimos” que nunca pudo llevarse al directo. Su caótico proceso de grabación en Buenos Aires. Su casa en Rota, la relación con Benjamín Prado y su escapada mano a mano a Praga para componer “Vinagre y rosas”, de donde volvieron de vacío pero con más de una historia digna de contar.

julio-valdeon-sabina-sol-y-sombraEn definitiva, al leer “Sol y sombra” entiendes sin manías que Sabina es alguien de un volumen extraordinario, de una envergadura que asusta cuando analizas su entorno artístico e intelectual. La narración te absorbe, te lleva a todas y cada una de las situaciones con la sensación de tener el ojo pegado a la mirilla mientras los acontecimientos se suceden, con unas muy bien hiladas declaraciones de más de cuarenta personas de su entorno, muy bien insertadas y comentadas por el propio autor, que da fe y se moja en todos y cada uno de los análisis de sus discos.

Joaquín Sabina, ese autor venerado u odiado por el público y la crítica. Ese escritor de canciones capaz de dejarnos versos como “Por decir lo que pienso sin pensar lo que digo / más de un beso me dieron y más de un bofetón”. O “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”. La magistral “Y morirme contigo si te matas / y matarme contigo si te mueres / porque el amor cuando no muere mata / porque amores que matan nunca mueren”. “No conocían el mar y se les antojó más triste que en la tele”, resumiendo la historia de dos adolescentes que desaparecieron de su hogar buscando el mar, poniendo en jaque a la policía de media Europa. “Te llamaré mañana, hoy se me hizo tarde / esa forma tan cobarde de no decirnos que no”, “Corre dijo la tortuga, atrévete dijo el cobarde / estoy de vuelta dijo un tipo que nunca fue a ninguna parte”.

En un país como el que habitamos parece imposible posicionarse en el centro de la diana, ese escenario en el que se puede disfrutar de parte de la discografía sabiniana y a la vez defender con los ojos cerrados los primeros discos de Pink Floyd o ser fan incondicional de Stephen Stills, de Dylan o de los mejores álbumes de Pearl Jam. No hay más que ver cómo lo veneran en Latinoamérica, sin condiciones, sin peros. España mantiene una de esas culturas en las que uno está obligado a posicionarse: o contigo o contra ti. Donde parece que vayamos a estallar si no sentamos cátedra previamente y lanzamos el chascarrillo, muchas veces facilón y despiadado. El libro de Julio demuestra, con datos y una estupenda narrativa, que por mucho que se pueda decir o se trate de embarrar, guste o no, Sabina es una de las figuras artísticas más importantes de nuestra contemporaneidad.

Que Julio Valdeón nos haya brindado este “Sol y Sombra” solo podemos verlo como una gran noticia. Una biografía necesaria, completa e instructiva que se devora disfrutando cada vivencia, cada anécdota, como si estuviera sucediendo ahora mismo. Un texto que puede acercar al escéptico al mundo sabiniano y hacer disfrutar al que se considera un seguidor incondicional de su carrera. En definitiva, un libro para todos. No es que sienta Efe Eme como mi casa y me posicione. No tiene que ver con el encargo laboral de corregir e interpretar un texto. Tiene que ver con las sensaciones que de forma natural ha despertado su lectura. Nadie me obliga a este texto. Solo sé que necesitaba escribirlo. Así, sin más, chapó.

 

—Puedes adquirir «Sabina.Sol y sombra» en La Tienda de Efe Eme.

 

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