Rebeca Jiménez y Benjamín Prado: dos acróbatas agitados y mezclados

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«Si algo caracteriza a Rebeca es su potente voz, tornándose menos rota, más sedosa y refinada a costa de acumular acústicos en solitario»

 

A caballo entre la poesía y la canción, Rebeca Jiménez y Benjamín Prado se aliaron sobre el escenario dentro de la programación del festival Acróbatas. Allí estuvo Jagoba Estébanez.

 

Rebeca Jiménez y Benjamín Prado
Festival Acróbatas, Auditori Barradas, L’Hospitalet (Barcelona)
7 de noviembre de 2021

 

Texto y fotos: JAGOBA ESTÉBANEZ.

 

En el Mediterráneo anochece demasiado temprano. Es el primer fin de semana tras el cambio de hora, augurio inequívoco de que asoma el invierno para quebrantar la cálida brisa del otoño y apurar los puestos de castañas. Pero desde que la celebración de conciertos va volviendo a la normalidad, la noche se vuelve a convertir en templado refugio para los amantes del rock and roll, con todo lo que ello conlleva.

El auditorio Barradas de L’Hospitalet acogía una cita muy especial: Rebeca Jiménez y Benjamín Prado presentando su gira Agitado y mezclado. Lo hacían dentro del festival Acròbates, que ya se encuentra en su edición número dieciséis, con su adagio de aunar música y poesía y por el que han pasado artistas de la talla de Leiva, Jaime Gil de Biedma, Santi Balmes, Nacho Vegas, Elvira Sastre, Karmelo Iribarren o los propios Rebeca y Benjamín. Esta vez, nuestros protagonistas lo hacían al alimón, sumándose así a una tendencia en alza con irrelevante propósito: no importa si es el artista de la música o el de las letras quien lo esgrime para ensalzar su obra. Lo han hecho Loquillo con Gabriel Sopeña, Quique González con Luis García Montero, Robe y Fito con Manolo Chinato, La M.O.D.A. con Federico Olmeda y Antonio José, o Joaquín Sabina con el propio Benjamín Prado.

Rebeca y Benjamín aparecían puntuales en el escenario encasquetados con sombreros de notable ala, botas y brillos en el atuendo (en las lentejuelas de la chaqueta, en el caso de ella, y en la hebilla del cinturón, en el caso de él), flanqueados por una magnífica banda de altos vuelos compuesta por Toni Jurado a la batería, Jacob Reguilón al contrabajo, Toni Brunet a la guitarra eléctrica y Enrique Rodríguez «Enriquito» a la guitarra acústica y trompeta.

La presencia de Benjamín en el micrófono central acaparaba toda la atención, asemejándose a un raído y larguirucho vaquero de más de ciento noventa centímetros de altura, cuando dio el pistoletazo de salida recitando el poema “Caminos” con una voz ronca pero dulce, que Rebeca enlazaría con “Todo llegará”, esperanzador tema homónimo del debut de la segoviana en el año 2008. Cantó «ha sido un año sin compasión», para fundir ambas obras en una sola y que todo cobrase sentido, haciendo referencias a los caminos que el poeta citaba instantes antes en versos como «Todos esos caminos por los que yo te busco / todos esos caminos en los que tú me sigues».

 

«Benjamín dio el pistoletazo de salida recitando el poema “Caminos” con una voz ronca pero dulce»

 

La esperanza y el anhelo, recurrente y axiomático hilo conductor de las artes, seguían presentes en “Pequeño vals – Volverás”, un maravilloso medio tiempo precedido por el poema “XI”, buscando sensatez y aleccionando entre tanta incertidumbre y amores platónicos con duros versos como «Aprende a no querer a los que no te quieran y elige bien a qué le tendrás miedo: no habrá sombra que oculte lo que tú temas ver». Quizás sea por preceptos como este por lo que Rebeca no dejaba de llamar maestro a Benjamín, cuya obra ha orbitado alrededor del rock con diversos libros de prosa y poesía a sus espaldas, mostrando una buena sintonía entre ambos trovadores, curtidos por todos los rincones de este país e incluso fuera del continente, demostrando que son de los mejores en sus respectivas materias. Si algo caracteriza a Rebeca es su potente voz, en unos inicios más desgarrada, tornándose menos rota, más sedosa y refinada a costa de acumular acústicos en solitario junto a su inseparable piano, instrumento en el que se encontraba sentada en el teatro, cantando de una manera holística, sabiendo cuándo y cómo encajar cada sílaba y tono con una refinada banda que en ocasiones sonaba a jazz de los ochenta, fruto del contrabajo de Jacob Reguilón y la trompeta de «Enriquito», disentidos con agudas notas del virtuoso Toni Brunet en manos de una preciosa guitarra eléctrica Guild, todo ello escoltado por Toni Jurado, sabiendo cuándo acompañar con sutileza, haciendo encajar todas las piezas, y cuándo ganar protagonismo. Una banda en la que todo fluye, ya que, a excepción de «Enriquito», que ha sido incorporado recientemente mostrando una huella más flamenca guitarra en mano, se conocen a la perfección: Jurado y Jacob llevan al lado de Rebeca unos quince años, mientras que Brunet, el talentoso y codiciado productor mallorquín, estuvo a los mandos en Tormenta y mezcal (2016, Tormenta y mezcal magic records), último elepé de la cantautora.

La lectura en solitario de “X” (diez en números romanos), que igual que el anterior está incluido en el poemario El enamorado, daba paso a “Calada hasta los huesos”, una joya melódica cantaba con rabia contenida, haciendo alarde de un jazz reposado con un riff de guitarra eléctrica, donde Rebeca cierra el tema en solitario a los teclados, como lo hace desamparada, en un callejón, la protagonista de la letra. Viajamos después al otro lado del charco, en concreto a Argentina, y lo hacemos por dos motivos. Primero, por el poema que le dedica Benjamín Prado a Alejandra Pizarnik en “Lo que me dijo en sueños Alejandra Pizarnik”, y segundo por “Aerolíneas argentinas”, alentador tema habitual en todos los conciertos de la segoviana, fruto de un escrito de su hermana, la actriz Lucía Jiménez.

Benjamín subía revoluciones junto a Rebeca con el poema “Tú ya me entiendes”, directos versos con «a veces» como anáfora. El escritor enlazaba con “Una ventana tiene más vidas que un espejo” para que brotase de las baquetas de Toni Jurado “Dispárame”, y pasar el ecuador del concierto con “Mil maneras”, tema muy poético incluido en Valiente (2011), segundo elepé de Rebeca, producido por Carlos Raya. Un público muy animado aplaudía los versos de “Las reglas del juego” para acompañar junto con la armónica en Sol de Benjamín la entrada de la rockera “Nada importa tanto”.

 

«Un concierto lleno de magia en el que, una vez más, la música, la poesía y la cultura en general nos sirvió de refugio»

 

Ponemos rumbo a México, donde el poema “Mataron a Susana Chávez en Ciudad Juárez” introduce “Tormenta y mezcal”, uno de los éxitos más aplaudidos, para habitar el país donde Rebeca residió durante una temporada y dar paso a “Tú verás”, una maravillosa ranchera compuesta por la cantautora, la prueba de que, como ella misma indica, tiene alma de mexicana. Y así termina de demostrarlo con “La llorona”, una tremenda versión publicada en 2019 donde la cantante no deja a nadie indiferente, desapareciendo del escenario y entrando por la puerta principal cantando a capela entre el público, para terminar exprimiendo su voz al máximo en las últimas estrofas: «¿Qué más quieres? / ¿quieres más?».

La larga ovación fue más que merecida para continuar con “Me emborraché” tras “XII”, antesala del estreno de un tema que han compuesto Rebeca y Benjamín, “Calaveras y estrellas”, un poema que aún retumba en mi cabeza: «A veces no hay mensaje en la botella / a veces no hay más cera que la que arde / la vida se parece a un tatuaje de calaveras y estrellas», símbolos inequívocos de que se trata de algo biográfico escrito para Rebeca. Y el listón sigue subiendo: «A veces el amor fue solo un juego / a veces fui de cara y salió cruz / pero tuve el valor de encender otro fuego y después de la sombra viniste tú».

Tras más de hora y media, “Despertarme contigo”, probablemente el éxito más conocido de Rebeca Jiménez, ponía el broche final a un concierto lleno de magia en el que, una vez más, la música, la poesía y la cultura en general nos sirvió de refugio. A veces la distancia la presencia adorna, y ahora más que nunca, tras habernos visto privados de espectáculos con salas llenas durante un lago periodo, somos conscientes de lo necesaria y urgente que es la cultura. Gimme shelter.

 

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