COMBUSTIONES
«Dos mitos de un oficio que muere a chorros. Desangrado por la desafección de los anunciantes, la rapiña de los buscadores, el pasotismo de unos lectores enganchados al titular/cebo»
En una semana negra para el periodismo, con el fallecimiento de Ángel Casas y Jesús Quintero, Julio Valdeón une ambas figuras en su pasión compartida por la música. La de Casas era evidente, como gurú de totémicos programas musicales de nuestra televisión; la de Quintero más escondida, pero siempre latente.
Una sección de JULIO VALDEÓN.
Nuestra Señora de la Guadaña no descansa. En los últimos días descalabró a dos grandes. Dos mitos de un oficio que muere a chorros. Desangrado por la desafección de los anunciantes, la rapiña de los buscadores, el pasotismo de unos lectores enganchados al titular/cebo y la propia basura que brota como un río de mierda que emanan unas redacciones sitiadas. En una era en que la información constituye uno de los principales pasatiempos del público, aunque nadie sabe cómo convertirlo en parné, dijeron chau Ángel Casas y Jesús Quintero.
Cosa importante, tratándose de Efe Eme: ambos mantuvieron una relación apasionada con la música. El tipo de nexo que suelen obviar las necrológicas convencionales, igual que, en su día, olvidaron la relación de Caballero Bonald con las fraguas del cante fondo o el arte de las Vainica Doble o Luis Eduardo Aute. En el caso de Quintero el nexo era menos conocido. Fue mánager de Paco de Lucía, al que hizo una entrevista memorable en 1976. Una que casi le cuesta la carrera, y la vida, al guitarrista. Amigo del Beni de Cádiz, de Camarón, de Curro Romero, del que también fue apoderado, Quintero cultivaba por igual su pasión por el flamenco con su conocimiento del pop setentero.
Ángel Casas fue, directamente, definitivo. Creó Vibraciones, la revista que inaugura la prensa musical en España, al menos en una onda similar a lo que hacían en Francia o Reino Unido, semillero de algunas de las mejores firmas que hemos tenido. Le debemos un libro memorable, 45 revoluciones en España (1960/1970), editado en 1971. Y eso por no hablar de los programas de televisión, como Popgrama o Musical Expréss. Otro gigante, Ramón de España, que dirigió Vibraciones en sus últimos y gloriosos momentos (¡con artículos dedicados, entre otros, a Héctor Lavoe!), escribe que Casas logró metamorfosear en un presentador tipo Johnny Carson o David Letterman. Lo más interesante de la trayectoria de Ángel Casas, con la excepción de su dedicación final a la literatura, fueron los años musiqueros. Pero entonces, igual que ahora, las posibilidades de promoción, y el dinero, estaban en otros géneros.
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