Niños, de David Roas

Autor:

LIBROS

«Como en la buena literatura de terror, los cuentos de David Roas están compuestos de una serie de clímax que tiemblan en la memoria»

 

David Roas
Niños
PÁGINAS DE ESPUMA, 2022

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Si hay un referente en España de la literatura fantástica, ese es David Roas. Lo demuestra desde su puesto de profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad Autónoma de Barcelona, su dirección del Grupo de Estudios sobre lo Fantástico y sus múltiples ensayos sobre el género. Cuando servidor de ustedes requiere algún argumento de autoridad para alguno de sus escritos donde se trata lo maravilloso, David Roas aparece como una luz que ilumina de claridad todo el texto.

Entre los proyectos que Roas lleva entre manos, no dejan de aparecer libros de relatos. Son siempre narraciones muy cortas, microrrelatos en algunas ocasiones, que saben desarrollar perfectamente esas tramas en las que uno no sabe si ha sucedido algo o no ha sucedido, si es solo la mente del personaje, si es algo aleatorio o si realmente, durante un segundo, se ha trastocado el mundo. La sugerencia y la colaboración del lector, que en ocasiones ha de reconstruir todo, son esenciales para concluir relatos que siempre quedan abiertos.

En su media docena de libros de relatos, la infancia aparece como centro de la acción en múltiples ocasiones y el título de su nueva obra la pone definitivamente en primer plano. La combinación de niños y misterio siempre es aterradora, y David Roas sabe conjugar perfectamente diversos planos de inocencia con situaciones muchas veces banales pero inexplicables. Aparentemente no hay nada extraño en una pareja joven a la que su círculo presiona para que tengan hijos, aunque ellos prefieran conseguir un poco de estabilidad. Tampoco lo hay en que al final, le nazca un niño cuyos llantos son constantes, ni es inhabitual que la televisión programe un documental sobre salmones que remontan ríos, pero el temor al narrar la historia —ni siquiera lo que sucede— resulta inquietante.

Como inquietante es esa feria en Coney Island con espectáculos de freaks, en el más puro estilo de Tom Browning, o el recurrente tema del doble, que en este caso son unos gemelos. O los dibujos de un niño que intentan captar lo que ve en su habitación. O la situación, derivada de lo que ustedes adivinarán, de “Subsistencia”. Hay un confinamiento y una familia se recluye en el sótano de un edificio al que han trasladado todo lo aprovechable, puesto que ya no quedan vecinos. Tras acabar los víveres, el padre sale a buscar alimentos a supermercados, también vacíos de personas, pero llenos de latas de conserva.

Algunos relatos están mejor resueltos que otros, es normal, pero el conjunto irradia una dulzura malsana que aborda todo el espectro de escenarios, desde el ámbito rural —¿qué puede hacer un niño con una mantis religiosa?— hasta las irrenunciables nuevas tecnologías que, en un relato de terror, aportan el plus de lo inesperado. Tenemos a Alexia, y otros servidores virtuales, pero ¿quién habla realmente por el altavoz?, ¿puede conseguir buscar todo lo que le pidas? Lean uno de los mejores relatos, “Voces”, y lo sabrán.

Son una docena de cuentos, un libro con poco más de cien páginas, pero perviven en el lector tiempo después. Se fijan en él imágenes y escenas; como en la buena literatura de terror, los cuentos de David Roas están compuestos de una serie de clímax que tiemblan en la memoria. Igual que recordamos al señor Valdemar o la búsqueda de tumbas en Providence, sucede con sus escritos. Y eso es señal de calidad.


Anterior crítica de libros: Igual que ayer, de Eduard Palomares.

Artículos relacionados