“Invasión”, de David Roas

Autor:

LIBROS

“En general se limita a darnos buenas sacudidas en esa montaña rusa de la literatura que nos aboca al abismo sujetados en raíles”

 

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David Roas
“Invasión”
PÁGINAS DE ESPUMA

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Considerado el mayor especialista en literatura fantástica en España, el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona David Roas atiende su carrera como narrador con un par de novelas y libros con historias que se mueven en ese difuso límite entre el cuento breve y el microrrelato. El último muestrario —“Invasión”— deja claro en la portada, con ese niño de mirada malévola en lo alto de un tobogán, que muchas de las narraciones se van a jugar en esa competición en que la inocencia y lo tétrico luchan para ver quien tiene más poder. Se trata de recoger toda la tradición de literatura fantástica occidental —Poe, Lovecraft, King— y soltarle gotas de presente y una manera de reflejar el mundo de la infancia que descubrió felizmente Cristina Fernández Cubas —a quien va dedicado “Amor de madre”— con “Mi hermana Elba”.

No vienen a ser muchos de ellos literatura fantástica, si tomamos el termino con un purismo de escuela. Básicamente, una definición aceptada de lo fantástico habla de un mundo con unas leyes físicas análogas a las de la realidad (sea lo que sea eso) en el que sucede algo que no tendría que suceder sin que se pueda ofrecer una explicación. Cierto es que “Invasión” recoge cuentos de esta índole. El que la abre, “La casa vacía”, ya parte significativamente de un estudioso de Lovecraft que acude con una beca a Providence a estudiar su obra, una casa llena de maleza en un barrio de impoluta pulcritud le sorprende… También en “Casa con muñecas” ocurre algo que hace dudar al protagonista de sus percepciones y en “Cerezo rosa” una dulce ancianita que guarda un recuerdo entrañable de su marido fallecido evoca un feliz viaje a Benidorm tras su jubilación.

Pero hay más direcciones que enfocan el misterio y lo anormal sin que nada contravenga nuestras leyes físicas; seres —niños básicamente— con personalidades difíciles y ciertas manías extrañas. No hay nada en el relato de ese niño obsesionado por construir ataúdes en donde hacer reposar las muñecas de sus hermanas que suponga una quiebra del mundo conocido; lo que sí hay es un regusto inquietante, una prueba de que la perversión y la inocencia son dos caras de la misma moneda. De la misma forma, en “Amor de madre” nada contraviene que la naturaleza siga su curso, pero todo está lleno de sugerencias malsanas y de una tristeza que late en el fondo de la ternura.

En ocasiones se alían las dos direcciones. “Simbiosis”, por ejemplo, bebe de la también típica relación con los animales en el margen de lo físicamente posible y en “Hambre” el viejo tema del enterrado en vida sufre una curiosa reconversión gracias a la literatura. En general, Roas domina la técnica de mostrarnos el abismo y dejarnos frente a él, no en vano ha estudiado y da clases de cómo desencajar la realidad con la palabra, a veces casi sentimos en la espalda el empujón del mal cuerpo, como en “Altruismo”, pero en general se limita a darnos buenas sacudidas en esa montaña rusa de la literatura que nos aboca al abismo sujetados en raíles.

Anterior crítica de libros: “Bitch she’s Madonna. La reina del pop en la cultura contemporánea”.

 

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