“Mánchester: el sonido de la ciudad. De Joy Division a Madchester”, de Marcos Gendre

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LIBROS

“Las páginas más sugerentes son las que reconocen la huella de Mánchester en los surcos de los elepés”

 

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Marcos Gendre
“Mánchester: el sonido de la ciudad: de Joy Division a Madchester (1976-1991)”
MILENIO

 

Texto: JAVIER DE DIEGO ROMERO.

 

Ciudad avanzadilla de la civilización industrial, Mánchester es también uno de los focos más fértiles de la música popular de nuestro tiempo. De hecho, durante unos años fue el verdadero eje del mundo del pop, la envidia de su vecina Liverpool y de la mismísima capital: los transcurridos entre el florecer gélido de Joy Division y el ocaso extático de la cultura de Madchester. Los años, en fin, a los que el crítico y ensayista musical Marcos Gendre dedica esta obra, editada por Milenio y, según leemos en la solapa, “su esfuerzo más ambicioso hasta la fecha”.

Gendre no es únicamente la voz solista de “Mánchester: el sonido de la ciudad”, sino también el director del coro. Y es que el coruñés entrevera su discurso con numerosísimas citas de los actores de la historia, extraídas de un esmerado acopio de fuentes primarias y secundarias —incluidas varias tesis doctorales—. En el centro de su relato se encuentran, como no podía ser de otra forma, la saga Joy Division/New Order, The Fall y The Smiths. Por brillantez, personalidad y resonancia, conforman, ciertamente, la plana mayor mancuniana, así que no es de extrañar que, por ejemplo, más de la tercera parte de los cuarenta y siete capítulos del libro versen acerca de los grupos de Bernard Sumner y Peter Hook. Respecto a los secundarios, en cambio, hay margen para el debate: el autor estudia en detalle —y con pericia— las trayectorias de, entre otros, John Cooper Clarke o A Certain Ratio, pero pasa fugazmente por nombres como James o Inspiral Carpets (cuyo batería, Craig Gill, organizaba visitas guiadas por los lugares emblemáticos del pasado musical de Mánchester, por cierto), que, para servidor, merecerían mayor presencia. Además de las bandas, se exploran clubes como The Haçienda, publicaciones como el fanzine “City fun” y, desde luego, la legendaria discográfica Factory, también pilares de la escena de Mánchester.

Sabíamos de la destreza de Gendre para hilar nexos e influjos musicales, con frecuencia inopinados: quedó de manifiesto en su libro sobre Vainica Doble y su legado en cuatro décadas de pop hispano (“Vainica Doble: la caricia pop”, publicado asimismo por Milenio) o en el consagrado a Miles Davis y el impacto poliédrico de sus años eléctricos (“Miles Davis: el Big Bang oceánico”, Lenoir). En el que nos ocupa traza, por ejemplo, las ramificaciones de Joy Division, desde clones mancunianos más o menos afortunados como Crispy Ambulance y The Passage hasta Disco Inferno, que reformularon el patrón de Ian Curtis y los suyos ya en la década de los noventa. O vincula, por la naturaleza de su sátira, el álbum de The Fall “Shift-Work” (1991) con el clásico de Frank Zappa “We’re only in it for the money” (1968); y “The infotainment scan” (1993), igualmente de Mark E. Smith y compañía, con “This is hardcore” (1998), de Pulp, en cuanto últimos clavos en los ataúdes del Madchester Sound y del britpop, respectivamente. Incluso, en un pasaje francamente magnífico, va más allá de la música para recorrer los lugares de encuentro entre los videoclips de Derek Jarman para los temas de The Smiths ‘The queen is dead’ y ‘There is a light that never goes out’ y el cine del granadino José Val del Omar.

Pero las páginas más sugerentes de la obra de Gendre son las que reconocen la huella de Mánchester en los surcos de los elepés, las que invitan a imaginar la ciudad por medio de las partituras de sus musicantes. La Mánchester umbría y opresiva de Joy Division, teatro de la alienación; la ciudad maquinal, la que fue cuna de la Revolución industrial, encarnada en New Order y, en su versión más distópica, en Autechre; la ruinosa de la desindustrialización thatcherista documentada por Morrissey; la ciudad-escombrera y sus moradores enloquecidos, cortesía de Mark E. Smith; las calles saturninas, empapadas de melancolía, que dibujó Vini Reilly en The Durutti Column… Imágenes diversas de la urbe norteña moldeadas, no en vano, por bandas muy diferentes entre sí. Lo que no impide al autor bosquejar una identidad común mancuniana, con ingredientes como la paleta musical de tonos grises, los nombres austeros y desangelados de los grupos (hasta que llegaron The Stone Roses), la ruptura de las barreras entre artista y audiencia y —frente al refinamiento y la alta cultura londinenses— la altivez obrera.

Mención aparte merece el extenso y espléndido prólogo de Santi Carrillo. El director de “Rockdelux” ensambla impresiones críticas y experiencias directas con las bandas de Mánchester en un texto que complementa a la perfección este ensayo. Lo hace, por ejemplo, al abordar la recepción de los mancunianos en España, en particular sus conciertos: algunos, memorables, como el de New Order en el Studio 54 de Barcelona en 1984 o el de The Smiths en las madrileñas Fiestas de San Isidro del año siguiente; otros, decepcionantes, como el de Buzzcocks en el Primavera Sound de 2007. Y lo hace también al seguir sus singladuras más allá de la fecha de corte del libro, en los años noventa y en este siglo. De la mano de Carrillo recordamos igualmente locales señeros como el barcelonés Ars Studio, programas de culto como “Arsenal” (TV3) y la boyante industria discográfica de comienzos de los noventa: el disco de New Order “Republic” se presentó a la prensa internacional en marzo de 1993 en el lujoso Hotel Excelsior de Roma, donde alojaron a los periodistas durante un fin de semana. Todo ello, en fin, salpicado de pinceladas de excelente crítica musical (una muestra, sobre The Durutti Column: “Era la introvertida música que hubiese podido hacer Erik Satie en la década de los ochenta si hubiese vivido el estallido punk”).

En los años setenta y ochenta la aldea global quedaba lejos y la música popular aún era en gran medida deudora de su lugar de origen. Un fenómeno que Marcos Gendre ilustra con finura en este libro, erudito a la par que divulgativo y, por encima de todo, muy estimulante. Por parafrasear a Elvis Costello, un brillante desfile por Mánchester.

Anterior crítica de libros: “Vives en las cintas que me grabaste”, de Rob Sheffield.

 

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