Los Suaves en diez canciones

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Tras más de cuatro décadas de hard rock, entre versos y preciosismo costumbrista, en once discos memorables, la huella de Los Suaves continúa indemne. Hace ya seis años que se alejaron de los focos, sin embargo, sus canciones continúan vistiéndose de vigencia y atemporalidad. Jagoba Estébanez repasa diez de ellas.

 

Selección y texto: JAGOBA ESTÉBANEZ.

 

Hay una sensación laberíntica y adictiva en grupos como Los Suaves que, en ocasiones, trasciende a la propia música: una actitud, un puente por el que transitar entre la derrota y la melancolía.

Pueden ser necesarias imágenes, además de sonido, para llegar a comprenderlo; como las del cortometraje Una ciudad llamada perdición (Iurgi Urrutia y Haimar Olaskoaga, 2000), donde un boxeador retirado que toma bourbon en los tugurios de una ciudad deprimida fuerza su propio asesinato, a manos de su femme fatale, tras pasar la noche con ella. Un disparo a bocajarro que pone fin a todos los finales felices y a la justicia divina a la que Disney, y la catequesis, nos habían acostumbrado. Y, como no podía ser de otra manera, en dichos suburbios lúgubres aparecía Yosi Domínguez, la voz de Los Suaves. Pero el quid de la cuestión es que esa derrota no olía a tufo, sino que había estilo y dignidad en ella, una aceptación (no resignación) que el protagonista afrontaba a modo de antihéroe, recordando que podemos elegir la actitud frente el fracaso. «It’s better to burn out than to fade away», escribió Neil Young una vez; palabras, que años después, replicaría Kurt Cobain antes de abandonar el mundo.

Las excelsas letras de Yosi Domínguez son las de un perdedor nato: anhelos y no pertenencias; tristezas y no alegrías; miedo y no libertad; alcohol y no sobriedad; desamor y no amor. La desesperación que le supone la rutina, en lugar de la estabilidad del acomodamiento. Quizá esto último fuera uno de los motivos por los que decidió dejar el cuerpo de policía para convertirse en cantante de rock, un lugar desde el que no solo se convirtió en un semidiós para sus seguidores, sino también donde encontró su casa.

Cuatro décadas de poesía en forma de trallazos de rock duro. Un trampolín a los sueños en los que conviven un ejército de fieles que acoger en las caídas y que claman al cielo el regreso del grupo, retirado de los escenarios desde 2016. Aquel año, Yosi sufrió una grave caída durante un concierto en Santander, causándole un traumatismo craneoencefálico por el que estuvo en coma, además de una pierna y hombro rotos. Maldita sea su suerte.

 

1.- “Ese día piensa en mí”, de Ese día piensa en mí (1988)

No se me ocurre mejor pieza para iniciar esta lista que una que trate sobre el fin. Yosi Domínguez se enfrenta a su óbito a golpe de una potente batería y guitarras eléctricas enfadadas, con frases tan lapidarias como «cuando las moscas se posen en mí». Esta visita de la parca forma parte del tercer elepé de los de Ourense, el que los catapultó a la fama.

2.- “Malas noticias”, de Malas Noticias (1993)

Lloran los instrumentos para erigirse en una potente y bella melodía a modo de duelo, despidiendo a alguien «bueno y con cara de bueno», a manos de un Satanás que ronda la ciudad, para que ella le llore durante el resto de sus días botella en mano. Casi ocho minutos de duración de un tema claramente marcado en dos partes: la inicial, contando la tragedia con frases tan desesperanzadoras como «hoy el cielo es de cemento, parece que Dios está muerto», y el cierre instrumental, al más puro estilo Metallica de los ochenta.

3.- “Pardao”, de Maldita sea mi suerte (1991)

La entrada de la guitarra de Alberto Cereijo supone una evolución en el sonido de la banda y esta canción, con inicio acústico para explotar electrificada en guitarras como metralletas, es buena muestra de ello. En ella, un músico errabundo pasa inadvertido entre la muchedumbre ante cualquier adversidad. Digno de un capítulo de Bukowski.

4.- “Dolores se llamaba Lola”, de Ese día piensa en mí (1988)

Pocas canciones habrán sonado más en las verbenas de los pueblos a lo largo y ancho del país, siendo coreadas al unísono entre oriundos y veraneantes. Pocos versos en el rock and roll son tan famosos como «Fuiste la niña de azul / en el colegio de monjas». Potente y pegadiza, uno de los mayores éxitos de nuestro país con una moraleja similar a “Like a rolling stone”, de Bob Dylan.

5.- “Maldita sea mi suerte”, de Maldita sea mi suerte (1991)

La poesía derrotista de Yosi alcanza su apogeo, tras rápidas guitarras, con frases como «no hay pena que no me ronde / me parte hasta un rayo de sol». Todo un himno con el que muchos seguidores se sienten identificados debido a los infortunios de la vida.

6.- “Si pudiera”, de Santa Compaña (1994)

Una de las mejores composiciones en la carrera de los gallegos, en la que transportan al oyente a un estado que fusiona añoranza, rabia contenida y desesperación por el amor perdido, para terminar convirtiendo esos sentimientos en redención gritando cada verso a los cuatro vientos: «Si quieres un recuerdo te regalo mi pena / Y esta noche duermo solo y quizás te encuentre en mis sueños / que es donde solo te puedo encontrar».

7.- “Cuando los sueños se van”, de Adiós, adiós (2010)

La tristeza no se cura con el tiempo. Y de ello hacen alarde en este éxito de su último álbum, donde el paso de los años termina de corroborar que los sueños no se alcanzan en un nuevo mundo en el que nuestros protagonistas perciben, poco más, que un estéril letargo. Todo ello, aderezado de cañeras guitarras eléctricas y sublimes frases para enmarcar: «Cómo se puede soportar el sol / cuando regresa de su destierro / destrozando la noche y el sueño / destrozando la niebla y el viento / ese viento que pasa las hojas del libro / en el que está escrito nuestro destino».

8.- “Mi casa”, de Si yo fuera Dios (2003)

Al igual que muchos directores de cine tienen el bagaje y reconocimiento suficientes como para reflejarlo en una película de autor, Los Suaves lo hacen con este tema en primera persona, retrotrayéndose a sus inicios para reafirmar el refugio que les ha supuesto en su vida el rock and roll. Respiran en esta canción versos tan biográficos como «mi casa es el gato negro / es mi Gibson Les Paul».

9.- “Palabras para Julia”, de Víspera de todos los santos (2000)

Excelente adaptación del poema escrito por José Agustín Goytisolo, donde la versión eléctrica ensalza los tintes esperanzadores del escrito a su hija. Una oda a la búsqueda del amor, un chute de moral que promueve la lucha ante cualquier adversidad.

10.- “Siempre con miedo”, de Víspera de todos los santos (2000)

Una de las canciones más emotivas del grupo y, posiblemente, una de sus mejores letras. En ella se arrancan la piel, capa a capa, para dar con una triste realidad que contenemos los seres humanos donde debería haber hueso: el miedo. Vaivenes entre el medio tiempo y riffs de guitarra eléctrica desmadejando el cruel mensaje, con una entrega absoluta: «He construido castillos en la arena / tan hermosos que me conformaría que las olas de mis penas los derribaran / y así por fin poder dormir en sus ruinas».

 

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