Los secretos de San Gervasio, de Carlos Pujol

Autor:

LIBROS

«Una novela sobre las ilusiones y su pérdida»

 

Carlos Pujol
Los secretos de San Gervasio
MENOSCUARTO, 2019

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

No hay personaje literario más imitado que Sherlock Holmes. Películas, cómics y hasta otros libros presentan al detective de forma paródica a veces, en imitación seria otras. El caso es que, si miramos las obras que adaptan el personaje posteriormente, superan en mucho las escritas originalmente. En esta ocasión, el barcelonés Carlos Pujol, erudito profesor de universidad y escritor con obras que abarcan todos los géneros literarios, prueba un divertimento que va más allá de la mera recreación.

La edición de Menoscuarto conmemora el vigésimoquinto aniversario de su publicación, conformando un último volumen de las historias de Holmes. Y lo sitúa en San Gervasio, hoy un barrio de Barcelona y de aquellas un pequeño pueblo de las afueras, lindando con la falda de la montaña. Allí acude el detective, desde un Londres estival donde el calor es exagerado, engañado por dos hermanas que lo abordan con la excusa de que su padre, un famoso empresario textil, ha desaparecido.

Con un estilo que remeda muy bien el del canon original, Carlos Pujol hace pasear a Watson y Holmes por una Barcelona en la que encuentran gritona a la gente de la Fonda Universal donde se alojan, preciosas las Ramblas y sus vendedoras de flores y extraña la ciudad y sus habitantes. Al indagar sobre el empresario sobre el que investigan, se enteran de que está recluido en un manicomio en el pueblo de San Gervasio. Cuando acuden a la localidad, encuentran al extravagante escritor Alejo Casavella, que ha urdido una estratagema para atraerlos allí. Está escribiendo una novela y quiere que el famoso detective le ayude a resolver el hilo.

Cuando ya decide volver a Inglaterra, aparece un cadáver y se ponen en marcha los hilos sociales. Encontramos un poeta con multitud de hijos irreverentes y traviesos, una viuda de trato desagradable, un seductor de aire oriental. Y el caso se va complicando, por ejemplo con lo que en novela policiaca se conoce como misterio del cuarto cerrado. Todo ello hace que en al ánimo de Holmes vaya entrando la melancolía, empieza a sentir nostalgia de Londres y asistimos a sus pensamientos decadentes. Es lo más insólito del texto, la figura de un Holmes que pierde su carácter activo, un detective fracasado y empachado de spleen. Esto es lo que lo hace humano, esto es lo que cautiva al lector, que de una novela sobre detectives se haya pasado a una novela sobre las ilusiones y su pérdida.

Anterior crítica de libros: ¿Y si pongo otra palabra?, de Antonio Vega.

 

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