Libros: «Los amigos de Eddie Coyle», George V. Higgins

Autor:

«Estamos en el Boston de los setenta, pero apenas aparece la ciudad. La novela es exclusivamente dialogada, cinematográfica, y si alguna pincelada descriptiva hay está en las calles»

George V. Higgins
«Los amigos de Eddie Coyle»
LIBROS DEL ASTEROIDE

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Parece ser que la novela que presenta Libros del Asteroide en primera traducción al español refundó el género negro en Estados Unidos. Algo tan calado en el imaginario narrativo norteamericano como la novela de detectives, coches y dinero requiere a nuevos tiempos, nueva sangre; y dicen que tras la época hippy fue George Higgins con su primera obra quien expresó cómo iba a ser el final de siglo y se convirtió en un referente. Periodista y fiscal, la combinación más adecuada para el género, no volvió a escribir nada de tanta altura.

¿Qué es lo nuevo, pues en esta novela? Un par de cosas únicamente, pero esenciales. Con un behaviorismo extremo –que ya era marca en estas narraciones desde Hammet– los dos primeros capítulos establecen sendas líneas temáticas: Eddie Coyle, un delincuente de poca monta, hace de intermediario en una venta de armas y a la vez avisa a la policía de que le dará información sobre peces gordos; piensa así evitar un juicio que le espera en pocos días. La obsesión por librarse es lo que destruye, al fin y al cabo, al personaje. A partir de aquí empieza un laberinto de búsquedas –armas e información– que solo abrirá salida al final.

Estamos en el Boston de los setenta, pero apenas aparece la ciudad. La novela es exclusivamente dialogada, cinematográfica, y si alguna pincelada descriptiva hay está en las calles, indigentes o predicadores es lo único que vemos, fugazmente. Los espacios se resuelven en coches y bares. La Mafia y las Panteras Negras son omnipresentes sin ocupar nunca la primera escena. Y los diálogos son certeros y sin adulterar. Ni literarios ni falsamente duros, diálogos de pluma periodística. Esta es la primera virtud.

La segunda estriba en la ambientación. Las escenas son de comedia de situación, un costumbrismo aparentemente plácido en el que las palabras de los personajes, exactas como digo, dan una visión panorámica. Pero dentro de esta placidez anida algo tenso que de golpe se rompe en episodios de violencia extrema. Algo que es ya tan común en las obras de seguidores tan famosos como David Mamet o Quentin Tarantino. De hecho, las últimas escenas podrían formar parte del guión de «Pulp Fiction» sin desvirtuar ni un milímetro la película. Y si «Los amigos de Eddie Coyle» ha marcado el ideario estético de estos autores, convendrán conmigo que a la fuerza tiene que ser especial e intachable.

Anterior entrega de libros: “Llenad la Tierra”, de Juan Carlos Márquez.

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