La serrana, de Karmento

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DISCOS

«Lo ha vuelto a hacer, ha conseguido un disco emocionante en el que las palabras gastadas se vuelven a pulir con recreaciones modernas»

 

Karmento
La serrana
EL TRAGALUZ, 2024

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Hace aproximadamente cuatro años, la cantante manchega, Carmen Toledo, Karmento para el mundo del arte, editó su segundo disco, Ese devenir —el primero había sido autoeditado—, y en el destacaba un alma de música popular, orientada al sur, pero que en sus hechuras y su cuerpo era enormemente actual. Ahora ha doblado la apuesta y ha llenado todo de sonoridades electrónicas y experimentales que dan otro brío a las canciones, inspiradas en las mujeres de su pueblo, Bogarra.

El espíritu, aun así, sigue siendo popular. “El aguadero” —en que su voz parece tener el peso de siglos— prueba con bases minimalistas para imágenes que ahondan en la tradición. A veces hay que beber el agua de fuentes populares –este es el leitmotiv de la letra— para hacer clara la voz. Lo sabía Lope, lo sabía Bécquer y lo sabía Machado.

Este es el registro más cercano a lo convencional que mantiene el disco, en el que hay un par de emocionantes retratos. “La serrana” es enormemente lírica y pinta la figura de una mujer que va creciendo, con su amor, sus esperanzas y sus ilusiones, igual que la canción, que poco a poco va tomando cuerpo, con un final digno de Lola Flores. De la misma manera, “La loca del pueblo” es una pintura llena de ternura, donde la sensualidad y la locura van a la par, dos vías entrecruzadas que culminan en una felicidad que no ve el resto de sus vecinos, que no saben mirar.

“Me dio pelusa” es la más aflamencada, y alcanza un ritmo final de pasodoble, con arreglos de vientos. Por el contrario “Remanso” es casi folk, sin perder raíces sureñas, pero sin fijarse tanto en ellas. “Viejos padres” observa a unos amantes con años de relación que aún tienen algo en común, y miles de cosas que los alejan. Y lo común se ha de cuidar y acrecentar en una canción de decadencia, pero también de esperanza. Y el camino continúa en la que cierra el disco, “Hay que soltar”, con una voz dúctil y algo de ranchera, que se crece y no desentonaría en el repertorio de Rocío Dúrcal.

Pero después está la parte electrónica. “Fangos” comienza con un recitado, sigue con percusión constante y castañuelas, rayos llenos de tensión que iluminan todo y una letra que enfoca las relaciones tóxicas. Siempre está su mundo, su barro, su poesía tradicional, pero en “Fuego encendido” la vuelca en sonoridades inéditas, aunque el tono andalusí se revela claro desde el inicio, con mucho de Falla también.

“Las cuentas” es incluso arty, con un fondo obsesivo y la melodía reconvertida en un sendero de lentitud atenazante que se despliega en un final lleno de recursos sugerentes. Karmento lo ha vuelto a hacer, ha conseguido un disco emocionante en el que las palabras gastadas se vuelven a pulir con recreaciones modernas y llegan directamente al corazón. A donde siempre han llegado, porque están hechas para eso.

Anterior crítica de discos: Long story short: Willie Nelson 90 (Live at the Hollywood Bowl), de Willie Nelson.

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