Lagartija Nick: «Huimos de todas las camisas de fuerza del rock»

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«Musicalmente, es verdad que el grupo se reinventa. Es un paso arriesgado»

 

Unos textos póstumos del músico y periodista Jesús Arias son el punto de partida hacia Cielos cabizbajos, el nuevo disco de Lagartija Nick. Eduardo Tébar se entrevista con su líder, Antonio Arias, en Granada.

 

Texto: EDUARDO TÉBAR.
Fotos: ANTONIO OLMEDO.

 

Septiembre en Granada. Por fin, una plácida tarde de lluvia. Antonio Arias detecta mi presencia frente a su casa. La imagen de un periodista húmedo no parece un buen comienzo. Para colmo, una lagartija se interpone a su paso en el jardín. La situación es cómica y yo vengo a charlar con el músico granadino de un disco sobre tragedias. Pero así son las cosas en Lagartija Nick: todo guarda otra lectura, un sol dentro de otro sol.

Tres décadas después de su fundación, la banda se sigue reinventado. En esta etapa, la que iniciaron en 2017 con Crimen, sabotaje y creación, el proyecto ha encontrado un motor artístico en la figura de Jesús Arias, hermano mayor de Antonio y compositor en los ochenta del punk visionario de TNT, quien dejó toneladas de cuadernos de notas y maquetas al fallecer en 2015, a los 52 años. El líder de Lagartija analiza y ordena todo ese material, que descansa en el sótano de su vivienda. Entre tantos papeles, el último proyecto en el que Jesús se volcó: Los cielos cabizbajos.

Planteado como poema sinfónico, el trabajo traza un mapa del horror del siglo XX, de la barbarie perpetrada por nuestra especie. Sin embargo, en tiempos de Open Arms, muchas de estas canciones devienen en lacerante y rabiosa crónica al minuto. Preservando la intención orquestal con la que fue concebido, Lagartija Nick condensan reminiscencias de Lorca, Bach y Kubrick hasta la electrónica iniciática de Wendy Carlos. Antonio prepara té y pone en el salón un vinilo de Waldo de los Ríos para entrar en materia.

 

Un volantazo de Lagartija Nick. ¿Otro más?
Uno entra en este disco como el que va al matadero. Tratamos aspectos que no habíamos trabajado nunca. Una orquesta, un coro… ¿Cómo lo incorporas? Lo del coro lo barajamos desde 2010. Yo le presenté a mi hermano a Jorge Rodríguez Morata, el director musical. Esas cosas siempre están a la espera de que llegue un proyecto para tirarte a una piscina y nadar con Moby Dick. El material de mi hermano era una guía muy potente. Se juntan muchas de las fuerzas que él propiciaba, así que es un disco global. Con este legado, tan escrito y definido, podíamos meternos en una aventura de este calibre. Musicalmente, es verdad que el grupo se reinventa. Es un paso arriesgado.

 

¿Es tan rompedor como lo fueron Omega y Val del Omar?
Nos hemos ido adaptando a todas las hecatombes que surgían. Al principio no visualicé que nosotros fuéramos a mezclarlo. Pensaba en grabar todos los elementos y, después, dejarnos ayudar por Youth, que trabajó con Los Evangelistas y es de ese tipo de productores que saben desenvolverse con muchísimas pistas. Este disco se está acogiendo mejor. La opinión contra Omega fue beligerante. Y en Val del Omar ya estábamos anestesiados.

 

¿Tantas pistas tiene este disco?
Hay pistas, hay pistas… La orquesta se dobla en algún momento. La idea inicial era publicarlo con Universal, pero las conversaciones se pararon y dejó de interesarles. Todo ha fluido a partir de los acontecimientos. No sabíamos que esto acabaría en un movidón de mezclas y producción. Todo iba creciendo. Es un disco que pedía vida. Cosas por un sitio, cosas por otro. Además, quedó muy bien grabado en multipistas el concierto en el Paraninfo del PTS el año pasado, con Estrella Morente. Hay bastantes canciones de ahí que no hemos metido en el álbum. Nos hemos abierto a las que tienen más desarrollo con el grupo. Llegamos a pensar en un disco mucho más amplio, con lo que queríamos regrabar lo que ya estaba registrado en el PTS de Granada. Existe un disco de directo que tendremos que editar algún día como ampliación de este trabajo. Los cielos cabizbajos es inasible en ciertos aspectos. Sentimos la agonía de no poder abarcarlo todo y no ser capaces de explicarlo en toda su dimensión. Jesús nos dejó unas letras tremendas. El poema sinfónico conceptual permitía encajar las piezas. Por momentos, parecía que el disco nos iba a devorar, pero lo que ha hecho es que crezcamos. En ese sentido, se parece a Omega. Atraviesa ese campo de fuego del que uno piensa que no va a salir vivo. Al final, llego a la misma conclusión: esto deberíamos haberlo hecho antes. Reflexiono mucho en esto cuando escucho discos antiguos: orquestaciones, guitarras más limpias, estructuras distintas… El camino nos ha llevado y nosotros nos hemos dejado llevar por el camino.

 

«Parecía que el disco nos iba a devorar, pero lo que ha hecho es que crezcamos»

 

Resulta llamativo que un álbum tan complejo naciera en directo, antes de cobrar vida en el estudio.
Ese concierto para la Universidad nos dio una visión externa del trabajo. Nos animó ver cómo la gente recibía el repertorio y nos motivó para centrarnos. El trayecto desde entonces ha durado un año y medio largo. El material es amplísimo. Aquí abajo [en el sótano de su casa] guardo todas las estanterías de Jesús. Usé sus cuadernos fechados entre 2005 y 2015, aunque también revisé los de los años noventa. Canciones como “Sarajevo” vienen de principios de esa década. Hemos tenido que dar forma a algo incontrolable.

 

¿Ha sido uno de los trabajos más difíciles de grabar de Lagartija Nick?
Lo complicado ha sido hacerlo desde esa bicefalia: mi interior y la cabeza de Jesús. Los temas son muy largos. No es como nuestros discos pop o incluso el anterior, que te ponías a tocarlo y salía después de ensayar. Aquí tocábamos sin tener conciencia total de cómo serán los arreglos orquestales. Todo era más abierto. Grabamos por partes para que las letras, las guitarras y los teclados tuvieran una dinámica. Se trataba de liberar espacios, generar dinámicas de ausencia. En “Sarajevo”, por ejemplo, hay una cantidad inmensa de gente tocando y se nota cuando llega un quiebro. Queríamos que sonara dinámico y real. Y extraer de Lagartija otras formas de expresión. Esto ha sido herencia de Youth, una persona que mira los discos como si fueran cuadros, o secuencias de cuadros. Se entiende más desde el punto de vista pictórico que como un álbum en sí.

 

 

La puesta de largo será ambiciosa. Se encargan Cube.Bz, responsables de escenografías de Rosalía, C. Tangana o Albert Pla.
Los conoce Nore, nuestro mánager. El videoclip de “Buenos días Hiroshima”, realizado por Laura Ginès y Pepón Meneses, sigue esa línea. Es más, el disco lo publica Montgrí, el sello creado por la gente de Cala Vento. Son personas que comparten una curiosidad productiva. Vemos una nueva generación millennial con ganas de producir. Además, la comunicación ha sido muy buena con todos y el disco se ha beneficiado de ello. Cuando tengamos que salir y buscar otro coro que no sea el de cámara de la UGR, será como saltar al vacío otra vez.

 

Jesús siempre fue como un miembro en la sombra de Lagartija. Visionó el tratamiento musical del poema Omega y lo pormenorizó en un centenar de folios.
iempre le dije que él es la voz de sus canciones, ya fuera en TNT o en otro proyecto. El “Manifiesto Guernika” de TNT lo canta él y él es quien más transmite en el “Rimado de ciudad”. Así que esto me ha servido para devolverle su propio material; no porque nadie se lo quitara, pero sí para devolverle su voz. Mi hermano no veía fin a la hora de producir las canciones. Su disco con Qüasar adolece de exceso de pistas. Echaba en falta limpieza para que saliera el corazón de Jesús en las canciones. Que las letras no quedaran sepultadas en esa cantidad de ideas y sonidos. Todo eso lo hemos tenido presente y en modo de recreación. La noticia de los protagonistas de “Sarajevo”, que él conservaba grabada en cinta, la hemos recreado con Jon Sistiaga.

 

Te refieres a Jesús como poeta.
Jesús era un poeta. Ensanchó muchísimos caminos que están en este disco. En el “Rimado de ciudad” abrió la poesía al punk, con el ojo puesto en Lorca y fijándose en referentes locales como Luis García Montero o Javier Egea, y arropado por Mariano Maresca. Es un mundo que ya no existe en Granada. Pero existió y fue muy relevante. Para Jesús, el conflicto era también como su propia guerra, una metáfora de su amor, de un mundo en destrucción, al borde de la muerte, con la madre como símbolo del espíritu vapuleado de la guerra. En “Buenos días Hiroshima” canto toda la letra que él escribió e introduzco respuestas, que son las letras de sus demos. Una novedad es este disco ha sido la cantidad de texto con el que contamos, que nos ofrece la posibilidad de desarrollar la canción en varios sentidos. La mejor arma de Jesús era la poesía y esto él tampoco lo había hecho. En este álbum huimos de todas las camisas de fuerza del rock.

 

«Jesús se parece a Enrique Morente en que se pasaba el tiempo revisionando su obra»

 

El disco se abre paso hablando de la muerte, como Omega.
Desde el minuto uno, la muerte es la protagonista del álbum. Ocurre lo mismo que en Omega. El primer single habla de Hiroshima; el segundo arranca con la voz de Jon Sistiaga, que termina diciendo “descansen en paz”, antes de que suene el grupo. Llegamos a dudar si alguien será capaz de escuchar esto. El sentido aventurero, de conectar unas cosas con otras, es muy de Jesús. Se va a editar un poemario suyo, Un jardín contra tu nombre, que guardaba Juan de Loxa. El concepto del jardín le venía a mi hermano por Soto de Rojas, por lo del “paraíso cerrado”, o el jardín en Lorca… Son referencias que está estudiando Isabel Daza. Descubrimos que su poesía estaba en sus letras.

 

“Guernika”, pieza angular del álbum, parte de la visión picassiana del tema de TNT.
Es la canción más cubista del disco. En el libro de sus diarios aparecen unas notas que escribió en los últimos días de su vida. Era una secuencia de cuatro notas para revisar la canción. La experiencia cubista la logramos junto al piano y la mente de David Montañés, que adaptó y completó las partituras. El objetivo que indicó Jesús era que cada personaje fuera un instrumento. De pronto, a mitad del tema, el cuadro empieza a cobrar vida. Montañés tiene esa impronta de Falla y de los vanguardistas, y eso aparece de repente en la canción. Se reinventa, vuelve sobre sus pasos. Hemos sido creativos al aplicar ideas de Jesús, como aquella de usar la voz del piloto Paul Tibbets a bordo del Enola Gay en “Buenos días Hiroshima”. No tenemos esa grabación, pero podemos aplicar otros recursos de modo creativo para que la obra se expanda. Jesús se parece a Enrique Morente en que se pasaba el tiempo revisionando su obra; sin ser él la única inspiración, sino partiendo de ahí para inspirarse. Iba adelante y hacia atrás. Tenía el conceptualismo del mensaje intercambiable.

 

Impacta leer en los diarios que algunas pautas fueron escritas un par de días antes de morir.
En el disco también está la idea de por qué hablamos tanto de Jesús Arias, por qué nos inspira tanto. Es un acto de justicia sobre ese material, que se mantuvo en maquetas en mp3, deuvedés, libretas… Lagartija Nick ha tenido más mano en piezas que dejó inacabadas, como “Acción reacción”. Hay alarmas, sirenas, la voz del Che Guevara, todo lo que él pretendía, pero hecho a veces a nuestra manera. Estoy convencido de que hay cosas que le gustarían menos, por el minimalismo con el que las hemos tratado. Jesús era capaz de sacar a Lorca del 36 y vincularlo con Joe Strummer. Su diccionario simbólico de Omega es tremendo.

 

¿En algún momento te echó para atrás sacar un disco sobre episodios bélicos? Habrá a quien le repela por ser temática quemada, como el “Give peace a chance” de Lennon…
Totalmente. Lo hemos pensado mucho. Son conceptos muy manidos y muy contados desde todos los ángulos, pero eso no le resta ni un ápice de actualidad. El disco empieza a moverse por el mundo. Mira a África con las percusiones de Zeque (Eskorzo) y un cante desde La Chana. Mira a Europa de una forma muy fría. Mira a Japón con unos arreglos muy orientales, sobre una música de nuestro hermano José Ángel…

 

Por querer, Jesús incluso quería meter a un cantaor japonés.
Ha sido un lío. Por eso quedan unos “cielos cabizbajos” por terminar, con Estrella Morente, para ser fieles al libro.

 

Y era un estudioso del haiku.
Hace todo un estudio en Los cielos cabizbajos. Lo entiende y lo mide. Nos acercó cosas que nos resultaban muy lejanas. Se ha quedado fuera una canción, “Dresde”, sobre versos de Nietzsche, que tanto le gustaba.

 

La prensa va a hablar ahora del “disco sinfónico de Lagartija Nick”. ¿Cómo llevas eso?

Precisamente suena aquí ahora Waldo de los Ríos. Los discos sinfónicos tenían mala prensa entre nosotros mismos. Ahora, hasta nos parecen cortos los triples discos de Yes. La melomanía nos lleva a muchos mundos. Y todo sobrevive en el mismo espacio. Te tienes que convertir en un explosivo lo suficientemente compacto como para seguir una dirección.

 

Mi pensamiento al acabarlo fue que en España no se hacen discos así.
Bueno, Miguel Ríos tiene uno, ¡La huerta atómica! Este disco va en esa tradición, la del suicidio. Después empezaremos a flotar con alas nuevas.

 

 

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