La resurrección holográfica de Frank Zappa

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«El ensamblaje encajaba a la perfección y convenció al más escéptico»

 

Manuel de La Fuente viajó a Londres para asistir a la insólita gira que presenta el “mundo bizarro” de Frank Zappa, en la que el músico revive en directo en forma de holograma.

 

The bizarre world of Frank Zappa
Teatro Palladium, Londres
14 de mayo de 2019

 

Texto: MANUEL DE LA FUENTE.
Fotos: BRYAN WEBER.

 

Con el teatro Palladium lleno hasta los topes llegó a Londres el pasado martes la nueva gira de Frank Zappa, titulada “The bizarre world of Frank Zappa”. La tecnología ha permitido la resurrección, en forma de holograma, del músico fallecido en 1993, que se encuentra recorriendo medio mundo acompañado de seis de sus antiguos músicos. Se prometía un recorrido por sus temas más emblemáticos, recuperando las sensaciones del directo con uno de los mayores genios del rock y, para ello, los músicos interpretaban las canciones a las que se les añadía, en ocasiones, la imagen digital de Zappa cantando y tocando la guitarra en una pantalla situada en mitad del escenario. El ensamblaje encajaba a la perfección y convenció al más escéptico que desconfiara extrañado ante la idea de ver un holograma.

La extrañeza se borró en seguida. El espectador comprendió de inmediato que iba a asistir a un concierto enorme. Los músicos se encontraban a ambos lados del escenario: a la izquierda, Joe Travers (batería), Mike Keneally (guitarra y teclados) y Scott Thunes (bajo); a la derecha, Ed Mann (percusión), Robert Martin (teclados, saxo y voz) y Ray White (guitarra y voz). La parte central la ocupaba una pantalla gigante rodeada por un arco con más pantallas que mostraban proyecciones —animaciones, imágenes de archivo, etc.— durante todo el concierto y, en algunas canciones, la proyección central la ocupaba el holograma de Zappa a tamaño real. Se trata de un espectáculo audiovisual donde el holograma —pese a ser el reclamo publicitario— casi es lo de menos porque, en el universo zappiano, lo principal es prestar atención a la música o, como dejó escrito en una de sus canciones, “music is the best”.

La atmósfera que se genera es de una fascinación tal que la inmersión en el espectáculo resulta instantánea. Los asistentes al Palladium aplaudieron a rabiar desde los primeros compases del tema inicial, “Cosmik debris”, cuando una cabeza gigante de Frank Zappa empezó a cantar los primeros versos. En el momento del solo de guitarra apareció el holograma de cuerpo entero, un Frank Zappa de principios de los años 70 que al acabar la canción se permitió el lujo de dirigirse a un público que se tomó la licencia de creerse por un instante que tenía ante sí al músico en carne y hueso. “Buenas noches”, dijo Zappa mirando de frente. “Me alegro de veros de nuevo”. Y la sala estalló en aplausos.

 

 

El repertorio escogido corresponde básicamente a los años 70, con canciones como “Montana”, “Penguin in Bondage”, “Zomby woof”, “Stink-foot” o “Dinah-Moe humm”. Cada canción iba acompañada de proyecciones que explicaban la historia sin olvidar la dimensión política, fundamental en Zappa. Así, el tercer tema “Trouble every day”, su canción de los años 60 sobre los disturbios raciales en el barrio de Watts de Los Ángeles, apareció presentado por un discurso de Martin Luther King, acentuando que la denuncia del texto (los abusos policiales, pero también la nula respuesta que supone la violencia de la multitud que se deja arrastrar por el fragor de la manifestación) sigue completamente vigente.

La imagen completa de Zappa cantando y tocando volvió a aparecer en “Apostrophe (‘)” y “Dirty love”, para despedirse con “Camarillo brillo”. No obstante, también irrumpió el holograma en otra pose característica que exhibía Zappa en sus conciertos: de espaldas al público y dirigiendo con la batuta a sus músicos. Así lo hizo en “#2”, una breve pieza instrumental inédita, y continuó con una curiosa versión coral de “Why does it hurt when i pee?”. De hecho, uno de los aciertos del espectáculo pasa por la combinación de un repertorio conocido con versiones en muchos casos inéditas, rescatadas gracias al proceso de buceo en el ingente archivo musical de Zappa, que grabó la mayoría de los conciertos que ofreció en sus cerca de treinta años de carrera. El espectáculo también nos recordaba que este 2019 se conmemora el 50 aniversario de “Hot rats”, uno de sus discos más importantes, y lo hace interpretando su tema instrumental por antonomasia, “Peaches en Regalia”. Y no hay que olvidar la inclusión de piezas menos conocidas del cancionero zappiano, como “The Evil Prince” (del disco Thing-Fish, una demoledora parodia de los musicales de Broadway), “The dangerous kitchen” o “Father O’Blivion”.

 

 

El plato fuerte estaba reservado para el final, con dos momentos destacados. El primero, antes de los bises, la interpretación de “City of tiny lights”, recreada como un homenaje a los músicos que están sobre el escenario y que acompañaron a Zappa en diversos momentos de su trayectoria. La proyección en las pantallas rescató filmaciones de cada uno de ellos décadas atrás, un ejercicio de merecida reivindicación. El segundo llegó al inicio de los bises, cuando Ahmet Zappa — encargado de concebir y poner en marcha el espectáculo— cantó “Dead girls of London”. La noche londinense no era una noche más de la gira: Ahmet anunció que celebraba su cumpleaños y su hermana (Diva Zappa) le llevó por sorpresa al escenario una tarta, para repartir acto seguido algunas porciones entre miembros del público.

Comentaba Ahmet el año pasado, cuando nos anunciaba la gira del holograma en la entrevista exclusiva en Efe Eme que el objetivo era revivir en directo la música de su padre. Tras el concierto, nos mostraba su satisfacción por el objetivo logrado: “Es una celebración de la música, un placer encontrarnos con tantos amigos y aficionados allá por donde vamos. Y es una enorme suerte contar con proyecciones inéditas para acercar la música de Frank. Pero sobre todo es un homenaje a los músicos”. La gira llegará al Doctor Music en julio. “Llorarán, reirán, vivirán un viaje emocional”, prometía Ahmet al público español. La extraordinaria calidad del espectáculo, de los músicos y de las canciones garantiza, sin duda, una experiencia única que merecen descubrir los fans de Zappa y de la música en general.

 

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