La otra vida: la noria emocional de Marazu

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«Trato de ocupar mi tiempo y de ser productivo, pero es un baile constante de sensaciones de todo tipo»

 

Aislado en su Ávila natal, Marazu se concede el permiso de abandonarse a ratos, aunque se obliga a trabajar todos los días, y a buscar estímulos. Sus lecturas, las físicas y las emocionales, cambian con el paso de las semanas. Por Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.

 

Decía Dumas que no hace falta conocer el peligro para tener miedo, porque los peligros desconocidos son los que nos infunden más temor. Lo que sí se puede hacer para combatirlo es verbalizarlo, y eso es lo que hizo Jorge Marazu hace casi una década, cuando escribió “Miedo”. La canción acabó en su debut discográfico, La colección de relojes (2012), y hace poco se planteó recuperarla y darle una segunda vida acompañado por la cálida voz de Vanesa Martín. Programaron el estreno para el 3 de abril sin saber que, esos días, el miedo no sería algo individual, sino un sentimiento colectivo ante la pandemia.

«Miedo a reconocer / que no me porto bien / miedo a vivir, miedo a sufrir, miedo a perder». El estribillo vale para lo que fue escrito, pero también para lo que estamos viviendo ahora, con tantas familias sacudidas por el maldito coronavirus. «Todos tenemos algún familiar o alguien muy cercano a quien le ha golpeado de lleno. Es una noria emocional constante», admite Marazu. «Trato de ocupar mi tiempo y de ser productivo, pero es un baile constante de sensaciones de todo tipo», dice, desde su encierro en Ávila.

Hace días que el músico ha decidido tomarse este confinamiento «como un ejercicio». Y así se enfrenta a ello: «La herramienta fundamental es la búsqueda de estímulos. Trato de buscar constantemente motivaciones para ocupar el tiempo. También estoy aprendiendo a permitirme no hacer nada si eso es lo que necesito». Se concede a sí mismo sus momentos de desconexión vital, pero eso no quita que esté activo: «Hago el esfuerzo de trabajar todos los días. Eso no difiere de mi manera de hacer las cosas en circunstancias normales. Aunque, inevitablemente, yo necesito una frescura que obviamente no tengo. Uno tiene la necesidad de oxigenar cuerpo y mente, y eso ahora mismo no es posible».

A mediados de abril, Marazu ha ajustado cuentas con un libro que le esperaba desde hace tiempo: El invierno en Lisboa, de Antonio Muñoz Molina. También ha tenido el coraje —como quien esto escribe— de ver El hoyo, la película que estrenó Galder Gaztelu-Urrutia el año pasado y que, vista desde este encierro, se antoja aún más dura, pero invita a la reflexión y deja un poso duradero. Cuando busca refugio en la música, acude con frecuencia al Living in the material world del exbeatle George Harrison, porque lo considera «un disco absolutamente sanador». «También he visto El Palmar de Troya», dice, «y he flipado bastante».

Cumplido el mes del estado de alarma, Marazu ha pasado por diferentes formas de entender lo que está ocurriendo a nivel social e individual: «Mis conclusiones han ido evolucionando según han ido pasando los días. Yo creía que esto nos iba a servir para crecer como sociedad, sobre todo en temas relacionados con la empatía y la humanidad, pero lo cierto es que, si uno le presta demasiada atención a las noticias, el paisaje se presenta bastante desolador. Trato de evadirme un poco de todo eso y actuar desde la responsabilidad y la sensatez, que es lo único que está en mi mano». Toca quedarse en casa, aunque él no pensaba arrancar su gira como mínimo hasta el próximo otoño. Maneje los tiempos que maneje, y aunque de momento se mantiene expectante, él tampoco saldrá indemne de esta crisis que está golpeándonos a todos, y que afectará a la música durante muchos meses más. «Esto es un palo gordo para mi profesión y para todas las profesiones que tienen que ver con las artes escénicas, y no es que estuviéramos viviendo un equilibrio muy alentador antes de esto. No se cómo será todo después de esto, pero sé que saldremos a flote, porque si algo somos es supervivientes, sin duda».

Aún nos quedan muchos días de encierro y casi todos fantaseamos con nuestra vida cuando podamos retomar la libertad de pasear por la calle y correr por el parque, tomar un café, comer con la familia o ir con los amigos a un concierto. Sin embargo, Marazu se adhiere a la misma corriente que el protagonista de El hoyo: «El otro día compartí una entrevista con el actor Iván Massagué y él dijo que cuando se abra la veda se quedará otros quince días más en casa. Me parece una decisión muy sensata que seguramente me apropie».

Anterior entrega de La otra vida: Mikel Erentxun, salvado por Elton John, Don Winslow y la música.

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