La otra vida: Mikel Erentxun, salvado por Elton John, Don Winslow y la música

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«No saber qué va a pasar con el futuro, con el mío y con el de la música en general, me produce bastante tensión»

 

Inquieto, pero tratando de ver el vaso medio lleno, aferrándose a las novelas de Don Winslow y vistiéndose cada tarde para ofrecer un pequeño acústico en su perfil de Instagram. Así está pasando Mikel Erentxun el confinamiento que le ha impedido girar por Estados Unidos. Por Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: SIENA ERENTXUN.

 

Cada tarde a las ocho y cuarto, después de que todos aplaudamos en las ventanas, balcones y terrazas, Mikel Erentxun desciende hacia su guarida, se sienta sobre un taburete, agarra la guitarra y canta una canción. Algunos días es una pieza de su repertorio solista; otros, un viejo tema de Duncan Dhu o un pequeño guiño a un amigo, como ocurrió hace un par de semanas cuando quiso despedirse de Rafael Berrio. Esos minutos diarios son su momento, cuando se despoja de las prendas de padre encerrado en casa y se pone el traje de cantante de rock and roll. Esa es su manera de conectar con su otro yo, ese tipo en el que se convirtió hace más de tres décadas, con el que pensaba cumplir el sueño americano este mismo mes y con el que ha hecho un pacto: nada de grandes planes hasta que toda esta pesadillesca pandemia se difumine. ¿Su secreto? Hace tiempo que le crecieron alas en las cicatrices.

¿En qué momento profesional estabas cuando se decretó el estado de alarma?
Acababa de terminar la gira de El último vuelo del hombre bala, en 2019, y estábamos en un impasse para arrancar la de 2020, con una gira por Estados Unidos muy apetecible en abril, y varios festivales muy interesantes en verano.

¿Cómo te ha afectado esta situación, a nivel profesional? Y personal, si quieres precisar algo.
Antes hablaba de aplazamiento, ahora hablo más de cancelación, porque aplazar no tiene mucho sentido porque nadie sabe muy bien hasta cuándo vamos a seguir así, ¿no? Sí que me ha afectado, tenía mucha ilusión puesta en esta gira norteamericana, una gira de quince conciertos por Estados Unidos, algo que no hacía desde los tiempos de Duncan Dhu. Y por los festivales también me da pena, porque tienen todos muy buena pinta. A nivel personal también me está afectando, para bien y para mal, estas cosas siempre tienen dos lecturas. Al final estar aquí la familia, 24 horas al día junta durante muchos días, tiene cosas positivas. Estamos conociéndonos de una manera distinta. Lo malo es la incertidumbre de no saber qué va a pasar con el futuro, con el mío y con el de la música en general, me produce bastante tensión. Al final esto es una especie de noria de sentimientos y emociones, y todos los días tengo mis momentos altos y mis momentos bajos, pero bueno, mi mujer dice que también está bien pasar por estos momentos bajos para aprender a conocerse a uno mismo.

¿En qué ciudad estás, y cómo estás combatiendo esta situación de encierro? Me refiero tanto a la actitud como a las herramientas.
Estoy en San Sebastián, me ha pillado afortunadamente en casa. Todos estamos bien, tanto la unidad que vivimos aquí, mis hijos y mi mujer, como mis padres, mis hermanos, etc, con lo cual ni tan mal, ¿no? Tenemos la suerte de vivir en una casa unifamiliar, con un poco de terreno, y eso en estos momentos es una fortuna enorme, porque los niños pueden desahogarse, tenemos un perro… en ese sentido lo estamos llevando muchísimo mejor que mucha otra gente que desgraciadamente no puede salir de su apartamento o de su piso. Y tengo mi estudio de grabación en el sótano de casa, con lo cual tengo mis instrumentos. Ni tan mal, no me puedo quejar.

En lo creativo, ¿te inspira o te paraliza esta situación?
No, no me está inspirando. En las primeras tres semanas no he escrito ninguna canción. Lo he intentado, pero no me sale nada. Estoy dejándome llevar. Lo que sí estoy haciendo es cantar una canción en directo todos los días entre semana [en su cuenta de Instagram], a las ocho y cuarto, y eso me mantiene vivo. Me gusta, por lo menos durante media hora al día, quitarme el chándal o el pijama, vestirme de persona, coger la guitarra y hacer lo que más me gusta, que es cantar, y saber que hay gente viéndolo al otro lado del teléfono o el ordenador. Al principio empecé haciéndolo por ellos, por si mis canciones les ayudaban, pero realmente son ellos los que me ayudan a mí. Me hace sentirme útil y me vienen muy bien esos diez o quince minutos que dedico a cantar todos los días.

¿Qué libro, qué disco y qué película y/o serie te han hecho más llevadero el confinamiento?
Estoy leyendo un libro que me apasiona, de Don Winslow, La frontera. Es la tercera parte, después de El poder del perro y El cártel. Es un libro totalmente absorbente que me hace más llevadero este confinamiento, ambientado en las tramas del narcotráfico mexicano, con conexiones con la CIA, la DEA, el FBI… un libro apasionante. Veo muy poco la televisión porque tengo muy poco tiempo. Sí escucho música, sobre todo cuando me subo a la bici estática o en momentos muertos. Estoy aprovechando para descubrir discos que tenía olvidados o en algún caso que no tenía ni escuchados. Elton John ha sido el gran descubrimiento de esta pandemia. He odiado siempre a Elton John, tuve la mala suerte de crecer con “Nikita” y cosas similares en los 80 y le cogí mucho «paquete», y bueno, después de ver la película me interesé un poco más por el personaje, he empezado a estudiar seriamente los discos de los años 70 y me he encontrado con verdaderas obras maestras. Ahora mismo mi percepción hacia Elton John ha cambiado completamente, le he puesto en el olimpo de los grandes, por lo menos sus años 70. En eso estoy, descubriendo cada día. Él grababa dos discos al año, con lo cual hay muchos discos que descubrir.

«Me gusta quitarme el chándal o el pijama, vestirme de persona, coger la guitarra y hacer lo que más me gusta, que es cantar»

En esta situación tan crítica, ¿qué conclusiones estás sacando de nuestra sociedad, y de ti como individuo?
Ahora mismo está habiendo una conciencia de sociedad, que es algo muy importante. Que no somos individuos aislados en el mundo, que estamos todos unidos. Que todo el mundo salga a las ocho a aplaudir, que surgió casi de una manera espontánea, hace que saques cosas positivas de todo esto. Si somos capaces de esta conciencia que tenemos ahora mismo de unidad, si somos capaces de mantenerla durante la pandemia, cuando todo esto acabe, algo habremos conseguido.

¿Cómo crees que acabará todo esto?
No lo sé, eso es lo que más incertidumbre y dolor de cabeza me ocasiona, no tengo ni idea de cuándo ni cómo. Está claro que va a acabar, que esto tiene una fecha de caducidad, pero no sé ni cómo va a ser el día después, ni cuándo va a ser. Antes me agarraba a junio, pensando que entonces volvería todo a la normalidad, pero ahora ya no pongo fechas, y trato de vivir el día a día sin hacer grandes planes de futuro para no llevarme grandes decepciones. Sé que esto va a acabar, pero no puedo imaginar ni cómo ni cuándo.

¿Qué piensas hacer cuando todo vuelva a la normalidad?
Me apetece hacer todo lo que no estoy haciendo ahora. Lo obvio, que es salir y abrazar y besar al resto de mi familia, ver a los amigos… y hacer todo lo que me gusta hacer y no puedo hacer ahora, como ir al cine, salir a correr por el monte, salir con mi perro a dar paseos largos y sobre todo volver a mi trabajo. Coger a mi banda, la furgoneta y salir a la carretera, que es lo que más echo de menos.

Anterior entrega de La otra vida: Santi Balmes y la conciencia planetaria. 

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