La necesidad de reivindicar la poesía de Luis Eduardo Aute

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“Toda reivindicación de Aute es necesaria, y su poesía, que no puede desligarse de su trayectoria como cantautor, ofrece un interés que crece a cada relectura que hagamos de ella”

 

La editorial Espasa ha recopilado toda la obra poética de Luis Eduardo Aute en el tomo “Toda la poesía”. Sobre ella escribe Luis García Gil, autor del libro “Aute, lienzo de canciones”.

 

Texto: LUIS GARCÍA GIL.

 

La editorial Espasa acaba de poner en circulación toda la poesía de Luis Eduardo Aute en formato de lujo y también en un formato de bolsillo, más manejable y asequible para el lector. Toda reivindicación de Aute es necesaria, y su poesía, que no puede desligarse de su trayectoria como cantautor, ofrece un interés que crece a cada relectura que hagamos de ella.

No es la primera vez que la poesía de Aute se integra en un solo volumen, pero nunca se ha hecho de este modo situando a los poemigas en un mismo plano. La editorial Sial recogió sus tres libros de poemas que también incluía –como ahora— un prólogo de José Manuel Caballero Bonald que en aquel caso sirviera de prefacio a “La matemática del espejo”. Caballero Bonald fue uno de los que mejor supo valorar desde su condición de poeta la trayectoria de Aute, una trayectoria sustentada en la duda, en el escepticismo, en la refutación, con esa alianza entre lo profano y lo místico que fluye con naturalidad en una obra que no dejado nunca de ser curiosa, experimental. La presencia de Caballero Bonald como prologuista de esta poesía completa es más que lógica, teniendo en cuenta además la labor discográfica del jerezano en Ariola que mucho tuvo que ver con las producciones de Aute de los setenta donde destacaban joyas como Rito y Espuma. Se echa de menos, eso sí, una breve introducción a la poesía de Aute que ayude al lector a entrar en su universo, a contextualizarlo. Hubiese sido un buen complemento al texto de Caballero Bonald.

La novedad de esta integral de Espasa es que además de los poemarios oficiales de Aute (“La matemática del espejo” y “La liturgia del desorden”) se suman todos sus animalarios desde aquel “Animal uno” de 1994 hasta “No hay quinto aniMaLo”, escrito entre 2006 y 2010. No está el más reciente «El sexto animal» (que también editó Espasa), lo cual nos hace ver que no es del todo exacto titular el volumen «Toda la poesía», porque toda la poesía no está. Y sin querer seguir siendo puntillosos, cabe decir que «Animal uno», de donde parte el proyecto de poemigas de Aute, se publica en 1994 con textos que van de 1991 a 1994 y no en 1999 como erráticamente se nos dice en el índice.

 

En aquella primera entrega Antonio Escohotado presentaba a Aute como un mutante que funde palabras con notas y visiones, como un sonámbulo guiado por la vitalidad de su universo. En todos esos destellos creadores, fulguraciones lúdicas e imaginativas, lúcidas y críticas, Aute daba rienda suelta a su ingenio y a su amor al lenguaje a través de los poemigas que como fogonazos trazaban su desconcierto cotidiano ante el feo mundo inmundo al que cantó en su soberbio disco «El niño que miraba el mar». A la manera de los aerolitos de su querido Carlos Edmundo Ory, el autor filipino ha ido conformando una escéptica poética de guardia, entre el aforismo, la ocurrencia y el verso relampagueante con un modo de entender el oficio admirable, de cazar al vuelo las ideas y plasmarlas. No falta su mirada palpitante al amor, al deseo, a la carne y al espíritu en feliz entrelazamiento.

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Un poemario omitido
Queda fuera de esta integral “Templo de carne”, un poemario vinculado a una serie pictórica y al disco “Templo”, una de las obras maestras de la discografía de Aute que supone una aproximación muy original a la iconografía religiosa. Puede sorprender la omisión de este conjunto de poemas fechado en 1986 y que sí formaba parte de la recolección de Sial y de otra posterior del mismo sello ahora bajo el nombre de Pigmalion. Quizá su vinculación al formato canción sea la causa, pero es evidente la autonomía de aquellos versos, por mucho que luego Aute les pusiera música en esta maravillosa integración de todas sus facetas que baña su obra y de la que “Templo” —sumando su vocación pictórica— es todo un ejemplo. Una rareza que sí figura en esta aparente poesía completa es la plaquette «Menú de noche» que se editó en Granada a mediados de los noventa en una edición muy limitada.

Pese a la relevancia de sus versos, en sintonía con la poesía de su tiempo, Aute ha quedado siempre fuera de las antologías generacionales de poesía, donde no solo sus poemas sino también sus canciones merecerían un lugar de excepción, si este país tuviera un modo de sentir la canción como el que se profesa en Francia hacia otros poetas y cantautores. Pocos casos —eso sí— como el suyo, que abarca tantas facetas creativas sabiamente interrelacionadas porque hay discos que conectan directamente con su poesía y viceversa.

Valgan “Sarcófago” o el citado “Templo” como ejemplos de ellos. Y cítense ejemplos a vuelapluma: el poemiga ‘El canto inocente’ donde Aute dice: “Reconozco que soy culpable/ por seguir creyendo/ que la inocencia existe…” que podemos poner en relación con su canción ‘La inocencia’ del cedé “Aire/Invisible”. O ‘El ascensor’, que fue poema de “La matemática del espejo” y canción de “Sarcófago”. O ‘Descendimiento’, poema de los años setenta que luego graba en “Templo”. Podríamos citar muchas más evidencias de esa contigüidad entre el Aute que escribe poemas o poemigas y canciones.

El acierto de reunir los poemigas con otras propuestas líricas de Aute es que permite valorar esa capacidad del artista de experimentar, de jugar con las palabras, con la intertextualidad, con los guiños culturalistas mezclados con lo directamente popular. Muy en consonancia además con la poesía experimental de los setenta con la irrupción de los novísimos. Toda esa atmósfera lírica, de la que se empapa, le sitúa siempre en un lugar de resistencia lírica muy estimable, al margen de modas y tendencias, pero no ajeno a poetas coetáneos como Antonio Martínez Sarrión, que desarrollan una primera parte de su obra en los años setenta.

 

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La edición
La integral de Aute debe su rigurosa presentación al trabajo desarrollado por Miguel Munárriz, al que se añade como introducción unos versos de Aute lanzados al aire en 2017 mientras sigue convaleciente del infarto sufrido en el verano de 2016: “No sé si voy o vengo/ de algún sitio/ donde nunca estuve..”. El poeta sabe que la vida es un misterio dentro de otro misterio. Pero queda la música de las palabras, esa fortaleza donde el verso ejerce su particular combate contra el desaliento. Leer a Aute, su modo de explorar el lenguaje, de combinarlo y entenderlo, de jugar con él, es uno de los mejores homenajes que podemos hacerle.

Toda su poesía se presentó el pasado 13 de noviembre en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Fue un acto emotivo y una celebración de un artista fundamental que estuvo enormemente presente sin estarlo. La imagen que ha circulado por la red de sus manos acariciando esta irreprochable edición de sus obras completas nos ha llenado de emoción a quienes consideramos a Aute uno de nuestros más grandes  e infatigables creadores.

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