La luz de The National, en veinte años de fotografías

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«Ha sido gratificante ver a The National desarrollarse musicalmente y poder documentar cómo han crecido y cambiado»

 

A través de la exposición Light years (hasta el 30 de junio, en Matadero, Madrid) el fotógrafo Graham MacIndoe pone en manos del público algunas de sus fotografías más emblemáticas realizadas a The National. Un trabajo junto a la banda, desde el otro lado del objetivo, a lo largo de los veinte años.

 

Texto: SARA MORALES.
Fotos: GRAHAM MACINDOE (Fotos 1,3 y 4) y MATADERO MADRID ESTUDIO PERPLEJO (Foto 2).

 

«La gloria de todo eso se me había escapado, hasta que vi lo duro que sería alcanzarte; pero yo siempre he estado a años luz de ti», canta Matt Berninger, voz de The National, en una de las canciones insignia de la banda, “Light years”, perteneciente a I am easy to find, su último disco hasta la fecha, publicado en 2019. Hoy, además de ser una de sus insignias en directo, es el tema que pone nombre a la exposición del fotógrafo escocés Graham MacIndoe, quien acompaña desde hace veinte años al grupo para retratarlo desde una mirada muy particular y fascinante y, desde ahí, mostrarnos sus dos caras: la visible y la imperceptible, la social y la personal, la que habita bajo los focos, pero también la que luce en la trastienda y entre bastidores.

Un total de cuarenta fotografías con las que recorrer las dos décadas de carrera de una de las bandas más referenciales del rock alternativo mundial, en una muestra que, desde el pasado 2 de junio y hasta el próximo día 30, puede disfrutarse en la Central de Diseño, del Matadero, en Madrid. El viaje visual está plagado de momentos de directo, de instantes de estudio, de fragmentos de carretera y backstage, de soplos de una vida en común, sobre las tablas, y debajo de ellas, que nos acercan desde dentro a la historia de The National. Ese grupo original de Cincinnati, pero concebido en Nueva York, que nació en los confines del siglo pasado para revitalizar el movimiento revival al que estaba asistiendo el postpunk en aquellos años, con bandas como Interpol o Editors, pero que terminó convirtiéndose en un ente propio, con una personalidad sonora arrolladora y pionero del nuevo entendimiento musical que ha puesto sonido a toda una era: el rock alternativo, el indie. Graham MacIndoe, que ha vivido de cerca la evolución del grupo, pues ya era amigo de sus cinco miembros antes de este comenzara a rodar, explica cómo ha sido acompañarles durante todo este tiempo: «Ha sido gratificante ver a The National desarrollarse musicalmente durante todos estos años y poder documentar cómo han crecido y cambiado. Empecé haciéndoles retratos y he terminado fotografiando ensayos, sesiones de grabación, giras… Algo que ha supuesto todo un desafío para mí a la hora de encontrar diferentes aspectos y matices que fotografiar, para que no sean las mismas imágenes una y otra vez».

 

Destellos en la oscuridad

The National fueron forjándose una identidad poco a poco. Si recordamos aquel debut homónimo, del año 2001, con el que se presentaron al mundo, y en el que el guitarrista Bryce Dessner aún no había aterrizado oficialmente en la banda, distinguimos en él ciertos dejes country que, más adelante, no asomarían de un modo tan deliberado en ninguno de sus álbumes. Fue con la llegada de su segundo disco de estudio en 2003, Sad songs for dirty lovers, cuando comenzaron su inclinación hacia la oscuridad, a pesar de que todavía respiraban en su sonido algunos destellos folk. El productor Peter Katis ya comenzó a trabajar con ellos en este álbum, y así lo haría también en los siguientes: Alligator (2005) y Boxer (2007), las dos puntas de lanza en la obra de The National, los repertorios con los que consiguieron matrícula de honor en la escuela del postpunk, como dignos deudores de la obra de Joy Division con gran querencia hacia Pavement.

 

«El momento más especial vivido junto a la banda fue cuando ganaron el Grammy al mejor álbum de música alternativa por Sleep well beast»

 

Atmósferas densas, omnipresencia del bajo, experimentalismo electrónico, detalles poéticos… y una estética ya definida en pro de las sombras, que se vislumbra claramente desde unas portadas cada vez menos coloristas. Quizá por ello, al final, tras ocho discos, entre los que también figuran el referencial High violet (2010) y el emotivo y pseudo biográfico Trouble will find me (2013), la mejor manera de representar a The National sea, definitivamente, el blanco y negro, tal y como demuestra la exposición Light Years, de Graham MacIndoe: «A menudo tomo fotos en color de la banda, pero decidí centrarme en imágenes en blanco y negro para esta muestra porque se adapta al estilo documental que amo», explica el fotógrafo. Y, desde luego, es un acierto. Como también lo es la presencia de otros documentos y objetos, como setlists de directos, púas de guitarra o entradas de conciertos que plagan de anécdotas y curiosidad el recorrido por la sala del Matadero, acompañando a las fotografías. «Son cosas que tengo guardadas, me gusta coleccionarlas. Todavía tengo entradas, carteles y chapas de los conciertos de punk a los que iba cuando era adolescente. Hace unos años volví a fotografiar parte de mi colección para un libro, All the young punks, que fue publicado por Sun Editions». Relata MacIndoe que, ante mi pregunta sobre con qué otra banda o artista le habría gustado realizar esta biografía visual que está realizando con The National, confiesa: «Los Sex Pistols tuvieron un gran impacto en mi vida, así que me habría encantado verlos tocar en vivo y poder fotografiarlos, pero estaban prohibidos en muchos lugares cuando vivía en Escocia».

MacIndoe, un amante de la música ya en sus primeros escarceos por el arte y la cultura desde su Edimburgo natal, para después estudiar pintura y fotografía profesionalmente en Londres. Un alma inquieta, siempre cámara en mano, cuyas fotografías han vestido la Galería Nacional de Escocia, el MoMA de Nueva York y el Victoria & Albert Museum de Londres, entre otros muchos espacios emblemáticos.

 

Hitos imborrables y registrados

Cuando le pregunto a MacIndoe sobre el momento más especial vivido junto a The National, que haya quedado registrado con su cámara, lo tiene claro: «Cuando ganaron el Grammy al mejor álbum de música alternativa por Sleep well beast. Además, la fotografía de la carátula de ese disco es mía y también estuvo nominada a los premios de ese año». Una instantánea, por cierto, en blanco y negro, sobre una de las paredes de un granero del siglo dieciocho en Hudson Valley (Nueva York), ambientado para las sesiones de grabación del álbum.

Aquel hito, aquel Grammy, llegó en 2018, y sí, fue un momento único. El disco había visto la luz en septiembre de 2017, con temas de altura como “The system only dreams in total darkness”, “Guilty party”, “Carin at the liquor store” o “I’ll still destroy you», algunas de las composiciones más sombrías, pero también más excitantes, en la historia de The National. Aires dramáticos, tensión ambiental, una excelente pulsión instrumental alcanzada por los dos dúos de hermanos enfrentados, Aaron y Bryce Dessner —ambos guitarristas— por un lado, y por el otro, Bryan y Scott Devendorf —baterista y bajista, respectivamente—, bajo la batuta vocal de Matt Berninger. Una obra maestra vestida de luto resplandeciente.

 

«Hay otra cosa que, estando siempre presente, no es tan evidente desde mis fotografías, y es lo dedicados que están The National a la música»

 

Exactamente como recoge Light years, una colección de imágenes donde la perfección técnica, que la hay, no es lo importante. El verdadero espíritu de esta muestra se encuentra en la unión de tres sensibilidades que, unidas, conforman un todo superlativo, todopoderoso: la de The National, con su aura enérgica y enigmática como banda; la de Graham Macindoe, con ese don para inmortalizar instantes y la de todos nosotros, receptores del sonido y videntes de la imagen, que venidos desde fuera llegamos directos a comulgar.

«Creo que mis fotos, de por sí, muestran momentos detrás de escena que los fanáticos normalmente no pueden ver. Pero hay otra cosa que, estando siempre presente, no es tan evidente desde mis fotografías, y es lo dedicados que están The National a la música. Esa magia que todavía sucede en la atención al detalle, la práctica y el ensayo, incluso después de dos décadas juntos», concluye.

 

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