La cara oculta de las canciones: ‘Common people’ y las diferencias sociales según Pulp

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«Los versos de Cocker son una reflexión irónica y mordaz sobre las diferencias entre dos mundos opuestos: los dos extremos de la sociedad, la base y la punta de la pirámide de los estratos sociales»

 

En su época estudiantil, Jarvis Cocker quería ligarse a una compañera de clase adinerada de origen griego. Aunque no lo consiguió, el intento le sirvió para componer ‘Common people’, la canción que situaría a Pulp en el lugar que le correspondía dentro del britpop.

 

Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.

 

Muchas veces, los cambios son buenos. O eso es lo que debía de pensar Jarvis Cocker cuando separó un montón de discos de su colección y decidió que era el momento de deshacerse de ellos. Así que acudió a la tienda Record and Tape Exchange con la intención de ver qué podía sacar por esos discos. Con el vale que le dieron por su colección de música, se acercó a la sección de instrumentos de segunda mano. Allí encontró algo que se le antojó nada más verlo: un teclado Casio. Aunque su colección de discos ahora era más pequeña, con el cambio había obtenido un teclado nuevo, o a decir verdad, usado. No había sido un mal cambio. Y con su Casio de segunda mano, solo podía hacer una cosa: “Cuando compras un instrumento, te dan ganas de irte corriendo a casa a escribir canciones inmediatamente. Así que volví a mi piso y escribí la secuencia de acordes para ‘Common people’, que no es una gran hazaña porque solo tiene tres acordes. Pensé que podría sernos útil para nuestro siguiente ensayo”.

Cuando Jarvis Cocker la tocó delante de sus compañeros de Pulp, la canción no fue recibida con emoción. Solo a la teclista, Candida Doyle, parecía gustarle: “Pensé al momento que era genial. Debía de ser por la simplicidad, y se notaba que era una canción muy potente”. El batería, Nick Banks, consideró que aquella primera versión era “deprimente y faltaba melodía” y el bajista, Steve Mackey, se echó a reír porque decía que parecía una versión del tema de Emerson, Lake and Palmer ‘Fanfare for the common man’ (1977), que a su vez era una versión de la pieza compuesta por Aaron Copland en 1942. Pero en lugar de decepcionarse, Cocker encontró la crítica de Mackey muy constructiva ya que le sirvió como idea para el posible título: “Siempre pensé que la palabra ‘normal’ era interesante. En ‘Fanfare for the common man’, se usaba como la idea del buen salvaje, mientras que en Sheffield era un insulto llamar a alguien ‘normal’”. El mito del “buen salvaje” hace mención a la idea de que los indígenas eran buenos por naturaleza, ya que no habían sido corrompidos por la civilización. Sobre este mito se ha reflexionado tanto en la filosofía como en la literatura, con obras tan dispares como “Tarzán de los monos” (Edgar Rice Burroughs, 1912) o “Un mundo feliz” (Aldous Huxley, 1932).

La palabra «normal» le trajo a Jarvis Cocker recuerdos de su época como estudiante universitario. En concreto, se acordó de una compañera griega de padres millonarios y quiso que la letra del tema hablara sobre ella: “Conocí a la chica de la canción hace muchos años, cuando yo estaba en el St Martin’s College. La conocí en un curso de escultura, pero en St Martin’s el programa incluía una quincena durante la cual tenías que estudiar otra materia. Yo estudiaba cine, y ella quizá fuera a pintura, pero ambos decidimos hacer escultura durante dos semanas. No recuerdo su nombre. Sería alrededor de 1988, por lo que ya era historia antigua cuando escribí sobre ella”. Cocker rememoró un encuentro con esta chica durante un descanso en la cafetería del centro, cuando ella, la pobre niña rica, le confesó que “quería vivir en Hackney y ser como la gente normal”. Años después, Jarvis comenzó a darle vueltas, imaginando una supuesta conversación con la muchacha: “Venía de una buena familia, así que me puse a explicar porqué eso nunca podría funcionar. Odio eso que se suele ver en las películas y las revistas, que la gente pija se vaya a los barrios bajos durante una temporada. Una vez tuve esa narrativa en mi cabeza, fue muy fácil escribir la letra”.

Los versos de Cocker son una reflexión irónica y mordaz sobre las diferencias entre dos mundos opuestos: los dos extremos de la sociedad, la base y la punta de la pirámide de los estratos sociales. Y es que, aparte del comentario pronunciado por la estudiante griega, a mediados de los años noventa, en el Reino Unido se puso de moda una extraña afición entre las clases más pudientes que querían conocer cómo vivían las clases más bajas de la sociedad en los peores barrios; un turismo peculiar que el cantante volvió a comparar con el “buen salvaje”: “Parecía estar en el aire, ese tipo de voyeurismo social condescendiente… Lo sentí en ‘Parklife’ (Blur, 1994), por ejemplo, o en ‘Asesinos natos’ (Oliver Stone, 1994), hay una idea del buen salvaje. Pero si caminas alrededor de viviendas sociales, tienen mucho de salvajismo y no mucho de nobleza”. Los ricos podían jugar a sentir por un día cómo resultaba ser pobre, sin embargo, este cambio de roles no se podía jugar a la inversa. Era una especie de “El príncipe y el mendigo” (Mark Twain, 1881) a medias. Pero para el cantante de Pulp, este turismo social no era más que una farsa, ya que el hecho de nacer en una buena cuna siempre suponía asegurarse un final feliz, como demuestran las ácidas palabras del tema: “Pero no lo conseguirás / porque cuando estés tumbado en la cama de noche / viendo las cucarachas escalar por la pared / si llamas por teléfono a tu papá, él podrá detenerlo todo”. No hay nada mejor que tener un buen colchón sobre el que poder caer. Pero no todo son hechos reales en la canción. Jarvis Cocker se permitió añadirle una pizca de ficción. Aunque la letra dice que la muchacha quiere acostarse con él, en realidad era Jarvis quien quería llevarse a la chica a la cama. Un sentimiento que no fue recíproco.

 

Pulp estrenó la canción en el Festival de Reading de 1994. Como Cocker había terminado la letra la noche antes, la tenía tan reciente que apenas le había dado tiempo a memorizarla, por lo que le costó recordarla durante la actuación. El tema fue lanzado como single en mayo de 1995 y para el músico resultó ser el primer bombazo en condiciones de Pulp: “Estaba claro que ‘Common people’ fue una canción importante. Otras ocho canciones del álbum las escribí mientras ésta estaba en la lista de éxitos. Saber que tienes una gran cantidad de público por una vez en la vida me dio la confianza para sacar ciertas cosas de mí”. La canción se incluyó en el álbum “Different class”, publicado en octubre del mismo año. El título del disco no podía estar mejor escogido, ya que era una referencia a las diferencias sociales de las que hablaba la canción. Gracias a este trabajo, el quinto en la discografía del grupo, Pulp despuntó a nivel internacional después de más de quince años de carrera y de diferentes cambios de formación en la banda. Además de ‘Common people’, este álbum incluyó ‘Disco 2000’, otra de las canciones destinadas a formar parte de los clásicos de Pulp.

El lanzamiento del disco coincidió con el apogeo del britpop. De hecho, recientemente, la emisora “BBC Radio 6 Music” concedió a ‘Common people’ el honor de ser la canción más representativa del britpop, por delante de temas como ‘Don’t look back in anger’ (1996), de Oasis, ‘Girls & boys’ (1994), de Blur, o ‘Bitter sweet symphony’ (1997) de The Verve. El documental de la cadena BBC 3, “The story of Pulp’s Common people” (2006) buscó a aquella rica joven griega, pero no consiguió dar con ella, por lo que Cocker dudó sobre su identidad: “Me enseñaron una fotografía, pero no era ella. No sé. Quizá no era griega. Quizá no la entendí bien”. El nombre de Jarvis Cocker es de sobra conocido dentro de la historia de la música, sin embargo, aquella joven que “quería vivir como la gente normal” resultó ser una persona anónima. Al final se invirtieron los papeles y acabó siendo el cantante de Pulp quien dejó de vivir como la gente normal.

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