Corriente alterna: John Frusciante, uno de los grandes

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«La grandeza de Frusciante es la del alma sobre la perfección, es el mismo caso que el de guitarristas tan dispares como Keith Richards y Blixa Bargeld, es un hombre que sabe cuando tiene que tocar y cuando no»

 

Juanjo Ordás reivindica la grandeza creativa, no solo como guitarrista, de John Frusciante, el hombre que abandonó por dos veces a ed Hot Chili Peppers.

 

 

Una sección de JUANJO ORDÁS.

 

 

La noticia saltaba la semana pasada, John Frusciante participará en el nuevo disco de Duran Duran. Y ya que le han dado tanto bombo, es de suponer que no se trata de una colaboración, sino que grabara guitarras de pleno. Frusciante es uno de los grandes guitarristas de la historia del rock and roll, depurando su sonido desde la influencia funk de Hillel Slovak –a quien sustituyó en Red Hot Chili Peppers– hasta sus discos solistas, creando un estilo que solo cabe asociarse a su nombre. La grandeza de Frusciante es la del alma sobre la perfección, es el mismo caso que el de guitarristas tan dispares como Keith Richards y Blixa Bargeld, es un hombre que sabe cuando tiene que tocar y cuando no, que entiende que el silencio es música también, que hace tanto por la canción el pulsar las cuerdas de la guitarra como el dejar de hacerlo.

La sensibilidad de la madurez de Red Hot Chili Peppers nace con él, con su manera de emplear teclados, no solo guitarra, con sus coros en armonía vocal, por su amor a la belleza en forma de canción. Son muchos los que no disfrutan las últimas obras que grabó con los californianos antes de abandonarlos por segunda vez (sí, este señor sigue su propio camino, ¡siempre!) y es cierto que la potencia funk fue eliminada a favor de la melodía y el azúcar. Pero eran las mejores melodías y azúcares, a un nivel al que muy pocos se acercan en la música popular actual.

Pero para llegar al Frusciante autor, lejos de los compromisos de banda, es esencial echar un vistazo a su trayectoria solista, que comienza con el canto a una autodestrucción que afortunadamente nunca llegó –aunque poco le faltó– de “Niandra lades and usually just a t-shirt” y que acaba con el reciente “Enclosure”, pero personalmente, su disco que más he disfrutado ha sido el memorable “Shadows collide with people”, íntimo, a pecho descubierto, sincero. Y doloroso. No es un álbum para escuchar en cualquier momento.

Anterior entrega de Saxos, chistes, risas y rock and roll.

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