En 1986, K.D. Lang saltó a los escenarios norteamericanos como sabia nueva para la siempre estricta escena country. Guiada por la música de Patsy Cline, su referente más inmediato, la canadiense se parecía poco a lo que hasta entonces se conocía por los rigurosos circuitos de Nashville, ofreciendo un “look” andrógeno (una mujer con pinta de hombre) y un repertorio poco convencional. El cancionero irregular de aquellos días iría cogiendo fuerza con el tiempo asentándose en dos pilares fundamentales: su envidiable voz y su pasión subconsciente por el pop. Ambas cosas la llevarían, primero, a colaborar como segunda voz con el maestro de maestros, Roy Orbison, en el tema “Crying”, que sería su trampolín, y, después, a dar forma a una carrera plagada de premios, con discos cada vez más personales y consistentes. K.D. Lang pasaba a ser una artista con personalidad propia, que además declararía públicamente ser lesbiana. Después de tres años de silencio tras la publicación de Hymns of the 49th Parallel, Lang vuelve con Watershed, posiblemente su mejor álbum hasta la fecha, donde sus composiciones se adentran aún más en los mares del pop romántico. Desde Londres, en plena campaña promocional, se encuentra la cantante. No hay mucho tiempo para charlar con ella, pero es el suficiente como para saber que la humildad y la educación con la que responde K.D. Lang indican que no se considera ninguna estrella, a pesar de tener la estantería de su casa llena de Grammys.
TEXTO: FERNANDO NAVARRO.
Watershed es tu primer álbum con composiciones propias desde Invencible summer, publicado en el año 2000. ¿Por qué tanto tiempo sin componer?
Bueno, nunca se sabe lo que puede pasar entre un álbum y otro. Tan sólo las cosas ocurren. Tuve la oportunidad de participar en un disco de duetos con Tony Benett, A wonderful world, y luego tenía la necesidad de hacer Hymns of the 49th Parallel con canciones de artistas muy importantes para mí. Centrada en esos proyectos, no estuve escribiendo. Después, necesité tomarme un descanso con la idea de disfrutar de nuevo del proceso de componer canciones. No tenía prisa por escribir. Dediqué el año 2006 para escribir y grabar casi todo el material de Watershed. Realmente, todo se ha debido a un proceso natural de las cosas y de cómo se han ido sucediendo.
Es la primera vez que además te dedicas a las labores de producción. ¿Qué tal la experiencia?
He estado muy involucrada en la producción durante toda mi vida. Ya en mi primer disco fui coproductora. Siempre me he interesado por el sonido, pero es verdad que éste es el primero en el cual soy la única productora. Decidí hacerlo porque quiero expresar cómo siento la música de la forma más personal y natural posible, como hacen otros productores y músicos traduciendo la música que luego escucho. Esta vez he tratado de verlo a mi manera. Imagino que ha quedado como una combinación de la música que he hecho en mis veinticinco años de carrera.
Pues escuchando Watershed, pareces centrarte en la música pop.
(Risas) ¿Lo crees? No me he centrado necesariamente en el pop. Tan sólo es la manera en la que siento la música ahora mismo. No he querido centrarme en nada en concreto. Únicamente he disfrutado cuando escuchaba y sentía mi música. Pero es maravilloso que te suene así.
Algunas canciones recuerdan a la edad clásica del pop con ese aire sinfónico. Los arreglos y tu voz se combinan como en las grabaciones de los cincuenta y sesenta.
Seguro, ¿por qué no? Es fantástico. Me encanta toda esa música de aquella época, emotiva y aparentemente sencilla. Espero transmitir lo mismo. Supongo que el álbum tiene un ambiente de ese estilo. Es una pieza romántica.
La primera canción, “I dream of spring”, ya presenta esa combinación.
Es una de mis canciones favoritas del disco. Es un poco de country, un poco de canción de “songwriter”, pero realmente es una fantasía extraña inspirada en la obra de Tedia Bell (poeta estadounidense), que es tan romántica, enorme y bella. Para mí, es grande y pequeña al mismo tiempo. No sé, es una introspección que me hace sentir que algo se mueve dentro de mí.
Tienes ese poder de atracción para llamar a las composiciones románticas.
Con bastante probabilidad me muevo en el romanticismo, pero también intento mantener mi visión y retos artísticos, así como atender a otros aspectos y motivos espirituales. Creo que no soy sólo una cantante romántica. Lo que pasa es que mi música surge del espíritu de mi voz.
¿Te consideras una crooner?
Sí, aunque me pone un poco nerviosa pensar que siempre soy lo mismo (risas). Supongo que el sonido de mi voz se presta a ese estilo más que ninguno. (Duda durante unos segundos) Quiero decir que mi voz se combina más con las letras antes que intentar hacer de ella otro instrumento dentro de la canción.
Y cuando se trata de cantar historias, ¿hay muchas diferencias entre la interpretación de una canción en estudio y en directo?
Es muy diferente. En estudio, estás pendiente de captar el momento que quieres expresar y puedes participar dentro de un proceso de muchas interpretaciones. Es algo así como un trabajo manual donde el material es la música. Una canción en directo es distinta porque es una interpretación espontánea donde influye directamente la audiencia que te rodea. Su éxito reside en la energía que se produce entre el cantante y la audiencia. A lo mejor no hay tanta atención a la expresividad que te permite el estudio, pero sobre un escenario el público y el cantante se pueden envolver con la misma energía.
¿Dónde te sientes más cómoda?
Me siento a gusto en los dos sitios. Pero creo que cantar en directo es una de las cosas más extrañas y fascinantes para todo cantante desde siempre. Además, cualquiera puede grabar un disco hoy en día con los ordenadores (risas). Si tocas en directo, paso a paso con tus canciones y conociendo diferentes públicos, puedes ser más consciente de la comunicación de tu música y la emoción que despierta en la gente, aunque eso también pueda producirlo un disco.
¿Qué has querido decir con el título del álbum? Sugiere más de un significado.
“Watershed” significa dos cosas. Es la línea divisoria entre dos ríos, dos partes de agua que vienen desde diferentes sitios. También significa un cambio de dirección en la vida de una persona. Hace referencia a un punto clave. Para mí, es un momento importante en lo artístico. No echo de menos no ser una cantante country. He grabado discos de country, pero no sólo me gusta el country. Nunca he estado haciendo algo pensando en lo que la gente debería esperar de mí. Hay más música e intento plasmarlo en este disco. En este álbum hay un poco de todo. Durante la grabación escuché muchos, muchísimos discos diferentes de country, pop, rock o soul.
Es el segundo trabajo que publicas con el sello Nonesuch, que se caracteriza precisamente por su variedad musical.
En ese sentido, realmente me siento a salvo. Me dan mucha cuerda. Es un sitio muy cómodo para una cantante de mi edad, donde respetan tu música y defienden la diversidad de los artistas que tienen. Creo que es un sello muy bueno para el momento en el que se encuentra mi carrera, donde hay más posibilidades de cambio de registros.
Cuando publicaste tu anterior trabajo de versiones, Hymns of the 49th Parallel, dijiste que Neil Young y Joni Mitchell son dos de tus grandes influencias.
Neil Young está dentro de mi historia. Soy canadiense y crecí escuchando todos sus discos. Ha estado siempre alrededor de todo lo que se ha movido en la música y presente en toda la cultura pop. Para mí, representa la integridad, la honestidad y saber escribir buenas canciones. Tiene la habilidad de llegar allí donde tú quieres llegar. Muchas de sus composiciones cuentan con ese tipo de sensibilidad muy difícil de encontrar. Lo mismo sucede con Joni Mitchell, es una referencia absoluta.
Ambos han sacado nuevos trabajos este año. ¿Los ha escuchado?
Todavía no, pero tengo ganas de hacerlo.
Tu carrera está marcada por colaboraciones con grandes músicos. Por ejemplo, el disco que grabaste junto a Tony Benett o la preciosa balada, “Crying”, que registraste con Roy Orbison.
Sí, es cierto. Al principio, te cuesta creer que estás con gente tan importante. Los dos han sido artistas estupendos. No te intimidan, te hacen sentir como uno más. Son dos figuras de la música contemporánea pero no parecen tenerlo en cuenta, sólo se preocupan por interpretar su música. Roy y Tony me hicieron sentir desde el principio muy cómoda junto a ellos. Pude participar y ser una parte más del trabajo de ambos a pesar de que era bastante más joven que los dos. En el caso de Roy, su fuerza vocal te conectaba desde la primera frase con algo trascendente.
Al nuevo disco le sigue una gira. ¿Te veremos por España?
Bueno, por lo pronto giraré por varias ciudades de Estados Unidos y Canadá. Supongo que eso me llevará un buen tiempo. No sé si iré a Europa y, más concretamente, a España. Espero que sí. Me gustaría mucho, pero hoy por hoy no te lo puedo decir.