Jorge Drexler, encandilador y trashumante en Madrid

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«Todas, las diez de Tinta y tiempo, recorren el escenario con tal naturalidad que parece que llevan mucho más de un año con él y con nosotros»

 

El aclamado Tinta y tiempo lleva a Jorge Drexler al WiZink Center, donde Jorge Drexler ofrece su concierto madrileño más multitudinario de las tres últimas décadas. Allí estuvo Arancha Moreno.

 

Jorge Drexler
WiZink Center, Madrid
28 de enero de 2023

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Foto superior: VICTOR SETIÉN. Fotos interiores: NIA ROSAS.

 

«Están locos», pensó Jorge Drexler cuando le propusieron tocar en el multitudinario WiZink Center. Veintiocho años atrás, dejó Montevideo para venir a Madrid alentado por Joaquín Sabina y empezó actuando en una sala chiquita, el Libertad 8, que no consiguió llenar en su debut. Quizá por eso la noche del sábado, mientras tocaba para más de 6.500 personas, era incapaz de controlar la sonrisa. Se le escapaba a borbotones. Vaya viaje el del último año. Con lo que se habían resistido al principio las canciones de Tinta y tiempo, y lo lejos que le estaban llevando. Hasta siete premios Grammy, y a punto de cruzar el charco para tocar en México, Perú, República Dominicana, Ecuador… y Madrid, su Madrid, recibiéndole en palacio por la puerta grande. Tan locos no estaban. ¿Seguro que aquellos molinos no eran gigantes?

Tres años después de hipnotizarnos con el fascinante espectáculo de su gira Silente, Drexler rehúye de aquella ambiciosa puesta en escena y se rodea únicamente de un fondo blanco, a modo de folio. Un guiño a la resistencia de aquellas canciones que se negaban a nacer durante la pandemia. Todas, las diez de Tinta y tiempo, recorren el escenario con tal naturalidad que parece que llevan mucho más de un año con él y con nosotros. Y con el resto del ecléctico repertorio, donde caben también las primeras, como la lejanísima “Era de amar” que incluyó en aquel Vaivén allá por los noventa. Una buena canción, rescatada del olvido, puede disfrutar de nuevas vidas.

 

«Las canciones nos llevan del Mediterráneo al trópico o al candombe sudamericano sin ningún volantazo»

 

“El plan maestro”, charango en mano (¿era un charango, maestro?), suena transoceánica, a jolgorio, transformando la programación orquestal en fiesta de pulso latino. “Deseo” exuda groove, negrura, sensualidad. “Fusión” y “Corazón impar” se contradicen porque, como defendía Luis Eduardo Aute, el pensamiento no puede tomar asiento. Si en otro tiempo Drexler le cantaba a dos cuerpos que se funden, ahora no cree en la media naranja, sino en la unión de dos naranjas enteras. A veces, cuando piensa en el amor, se acuerda de Gustavo Cerati. Y cuando acude al oráculo del siglo XXI, “Oh, algoritmo”, a falta de la compañía de Noga Erez él mismo se atreve a rapear en inglés, sin miedo. Bueno, pide que «esto quede entre nosotros, Madrid». Y desde el escenario se acuerda de sus hijos, henchidos de un orgullo sonoro en uno de los palcos, cuando canta “El día que estrenaste el mundo”. Aunque distorsione la voz, y eso esconda un poco el sentimiento, sigue siendo una canción bien hermosa.

Con una guitarra española, como en “Tinta y tiempo”, o con la furia tribal que acontece en “Movimiento”, al calor de la batucada femenina y trashumante de La Melaza —proveniente de Montevideo—, las canciones nos llevan del Mediterráneo al trópico o al candombe sudamericano sin ningún volantazo. Poco importan la ropa y el abrigo que lleven: todas son Drexler en estado puro. Defensor de la transformación y la evolución constante, nos guía cual sherpa por la montaña, deteniéndose a veces para explicar el trasfondo de lo que acaba de cantar o desvelando lo que está a punto de suceder. A veces se arrodilla, como si no llegase a creer lo que está viviendo, y otras se sienta al borde del escenario, como el que se acomoda en un escalón a la puerta de casa, de madrugada, para intercambiar confidencias con un amigo. Drexler logra que todo parezca sencillo, arrastrándonos de un escenario a otro, de un género a otro, de un estado a otro, con la habilidad de un buen mago. Y el público se deja llevar, inconsciente de la maniobra pero cada vez más predispuesto a lo que venga.

Convirtiendo todas sus propuestas en música está su banda, capitaneada por su guitarrista y director musical, Javier Calequi; con el magnífico pulso de su baterista, Borja Barrueta, el miembro más antiguo de la banda; su productor de confianza, Carles «Campi» Campón, que se encarga del bajo y las programaciones; los teclados de Meritxell Neddermann y las arrobadoras voces de Alana Sinkëy y Miryam Latrece, que apoyan también con la percusión. Un viaje sónico que fusiona todos sus orígenes: Uruguay, Argentina, Guinea-Bisáu, Madrid, Bilbao, Barcelona. Y todos los que no aparecen en el carné de identidad. Porque, como canta Drexler acercándose al borde del escenario con plena convicción, «yo no soy de aquí, pero tú tampoco».

 

«Aunque nos dio las gracias por compartir dos horas «fuera del ojo de la pena», él fue el verdadero culpable»

 

No sonó en el WiZink mi canción favorita. La de C. Tangana, sí. Irrumpió en el escenario para «cantar» en “Nominao” y puso a Drexler en el brete de interpretar “La edad del cielo”, saltándose el guion y robando al protagonista de la noche más de un «qué cabrón». Y poco a poco, arrullados por la belleza de “Duermevela” o “Asilo”, logrando a duras penas que todo se detuviese en “Silencio”, transportándonos a los embriagadores Roques venezolanos en “Luna de Rasquí” y recuperando el impulso más primario en el cierre de fiesta, “Bailar en la cueva”, caímos ante el embrujo de su hechizo. Amamos el arte. Y aunque nos dio las gracias por compartir dos horas «fuera del ojo de la pena», él fue el verdadero culpable.

Dijo Drexler, en algún momento de la noche, que las canciones suceden. Como si no se escribiesen, ideasen ni soñasen. Las canciones suceden. Ojalá sigan sucediendo en sus manos, como mínimo, otros veintiocho años. Y seguir celebrando, a manos llenas, que aquello no eran molinos, sino gigantes.

 

Repertorio del WiZink de Madrid, 28 de enero de 2023:
El plan maestro
Deseo
Corazón impar
Cinturón blanco
Me haces bien
Fusión
Bendito desconcierto
Inoportuna
Era de amar
¡Oh, algoritmo!
Salvapantallas
Asilo
Tinta y tiempo
El día que estrenaste el mundo
Milonga del moro judío
Pongamos que hablo de Martínez
Nominao
La edad del cielo
Duermevela
Movimiento
Tocarte
Telefonía
Silencio
La guerrilla de la concordia
Luna de Rasquí
Todo se transforma
Amor al arte
Bailar en la cueva

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