In it for the money (1997), de Supergrass

Autor:

OPERACIÓN RESCATE

«La luz que atraviesa todo el disco es una declaración de amor definitiva a la psicodelia, los tintes lisérgicos y el Magical mystery tour de los Beatles»

 

Sara Morales nos lleva hasta 1997 para encontrarnos con el segundo disco de los británicos Supergrass, la constatación del fenómeno que lograron con su debut, bebiendo esta vez de la psicodelia y los Beatles.

 

Supergrass
In it for the money
PARLOPHONE, 1997

 

Texto: SARA MORALES.

 

Tras un meteórico debut con I should Coco, en un despegue público y mediático que los llevó a ser coronados como «grupo revelación» en numerosas publicaciones de 1995, la banda de Oxford debió enfrentarse a su segundo trabajo. Lo tenían difícil; la estela de su primogénito terminó mutando en lastre y, entre la gira de dieciocho meses que los llevó por medio mundo para presentarlo, y la presión de no estar a la altura (su propia altura), anduvieron haciendo malabares anímicos para sacar adelante este In it for the money. Se permitieron la chulería de bautizarlo de este modo, que en castellano viene a decir algo así como «estamos en esto por la pasta»; porque ante el peso de la expectación y el agobio en caso de no alcanzar el listón, prefirieron apostar por la soberbia en lugar de por la insuficiencia. Y en este «mejor ir de “sobraos” que de “pringaos”», poniendo la venda antes de la herida, se toparon con que el nuevo álbum fue tan bien recibido y acogido como el anterior. No alcanzó el primer puesto de los charts británicos como ocurrió con su predecesor, pero sí el segundo; y la NME lo incluyó entre los diez mejores álbumes del aquel 1997.

A sabiendas de lo que había cautivado al público con su estreno, volvieron a desenfundar las armas de su pop rock lúdico solo que, esta vez, disminuyeron en buena medida los tempos y, lo que en I should Coco sonaba a suaves ramalazos punk, en In it for the money se tradujo en indicios de vanguardia y capas y capas de texturas que pusieron en primera línea la madurez de la banda ante estas nuevas canciones ciertamente más complejas y ambiciosas. Los detalles instrumentales al introducir notas de órganos en temas como «Going out», bocinas y efectos de pedales wah wah en las cuerdas de la radiante «Sun hits the sky», resultaron ser un aprobado con nota ante el examen al que se vieron sometidos Supergrass con esta secuela.

Habían decidido probarse a sí mismos oscureciendo y enturbiando su sonido, como alertan desde la pista que abre el álbum —la homónima «In it for the money»—, pero la luz que atraviesa todo el disco es una declaración de amor definitiva a la psicodelia, los tintes lisérgicos y el Magical mystery tour de los Beatles; de hecho, nunca les importó reconocer lo que este les influyó a la hora de concebir el álbum.

Y aunque no desecharon del todo el arranque enérgico de sus inicios en canciones como las trepidantes «Richard III» y «Tonight», esta vez tuvieron la atinada visión de regalarnos algunos oasis de sutileza y armonía con «It’s not me» y «Late in the day» que, desde su aliento semiacústico, se alza como uno de los pasajes más interesantes de la entrega, por introspectivo e intimista.

Los más apegados al pop edulcorado de Supergrass respondieron con un leve recelo a esta evolución, ero con todo y con eso, el grupo demostró a través de este In it for the money dos asuntos importantes para ellos: que el fenómeno ocasionado con su primer disco no había sido un espejismo y que la tradición que arrastraban, nacida de tótems como los Beatles, los Kinks, Small Faces o T-Rex, podía revestirse de la modernidad que imperaba en aquellos confines de los noventa. El «indie» empezaba a asomar las orejas.

Anterior entrega de Operación rescate: El recital de Madrid (1976), de Raimon.

 

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