“Frosting on the beater” (1993), de The Posies

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OPERACIÓN RESCATE

“Puestos a bordar el pop, las canciones brillan a un nivel sobresaliente. Si hablamos de energía, se sitúa a mucha distancia de todo lo que habían hecho”

 

Mientras The Posies celebran su treinta aniversario como banda, Fernando Ballesteros nos conduce hasta el Seattle de 1993 para reescuchar su tercer trabajo discográfico, “Frosting on the beater”.

 

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The Posies
«Frosting on the beater»
GEFFEN RECORDS, 1993

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

El 2018 está siendo un año importante para los Posies. Celebran los treinta años de su debut con una serie de conciertos y la reedición de tres discos clave en su trayectoria: “Dear 23”, “Frosting on the beater” y “Amazing disgrace”. El segundo de ellos, publicado en 1993, está considerado por muchos de sus fans como su mejor obra y un elepé fundamental en el power pop de la década de los noventa.

Era su tercer paso discográfico. En “Failure”, su debut en 1988, era apreciable el esfuerzo de unos chavales que apenas habían dejado atrás la adolescencia y generó una entusiasta respuesta en el panorama local. Su siguiente álbum, titulado “Dear 23” y publicado dos años después ya llegó a las tiendas con la etiqueta de Geffen. Pero fue en “Frosting on the beater” donde explotaron todo su talento a lo grande.

Varias circustancias confluyeron para hacerlo posible. Para empezar, los dos años anteriores se habían curtido en directo, habían girado como teloneros de grupos como Redd Kross y Replacements y habían dejado de ser un proyecto para convertirse en una banda con todas las de la ley. Había una base sólida: Jon Auer y Ken Stringfellow son dos grandes músicos cuyas voces parecían haber nacido para encontrarse en el camino. Las armonías brillaban en la ecuación y el dúo, autodefinido como “dos autores pop trabajando cada uno en sus canciones con músicos que vienen y van”, se entendía con la mirada.

La experiencia en directo fue clave en el salto cualitativo de este álbum, pero hubo otro factor. Don Fleming, reputado productor que había trabajado ya con multitud de grupos como Sonic Youth, Teenage Fanclub y otras vacas sagradas de sonidos más cercanos al sector ruidoso, dotó a su sonido de una fuerza hasta entonces inédita.

 

 

Sus nuevas canciones tenían una atmósfera más intensa, aquello tenía más peso. Solo hay que escuchar el muro guitarrero que se alza al comienzo de ‘Dream all day’, la canción que abre el cedé. Su fuerza le guiña un ojo al hard y a la psicodelia y el estribillo es de esos que llegan, se pegan a ti y ya no se van. Sin embargo, es en ‘Solar sister’ donde el poder melódico de los Posies brilla con toda su intensidad. Un hit en potencia que lo fue en el circuito de radios universitarias pero al que se le negaron otras grandes ligas.

La trilogía inicial la completa ‘Flavor of the month’, otro de los grandes cortes de este trabajo. Y tras la traca de apertura, ‘Love letter boxes’ y ‘Definite door’ mantienen el tipo a base de melodía e inspiración. Aunque no todo es pop y felicidad luminosa en el disco. Ahí está el oscuro riff de ‘Burn & shine’ y esos siete minutos que, las cosas como son, nos recordaban a mitad de camino que venían de Seattle y que igual iba a ser verdad que allí flotaba en el aire algo que ellos también habían captado. Qué decir de ‘Lights out’, que estalla antes de recobrar la calma y perderla, de forma definitiva, entre guitarrazos.

 

 

Era su mejor trabajo hasta el momento y —en mi opinión— una cumbre nunca superada por el grupo. Puestos a bordar el pop, las canciones brillan a un nivel sobresaliente, muy por encima de sus dos primeras obras. Si hablamos de energía, se sitúa a mucha distancia de todo lo que habían hecho. Venían de Seattle, pero su fórmula era otra y alguno de los ingredientes de la receta les colocaba muy lejos de sus vecinos famosos. Los Posies llevaban sus canciones a un terreno en el que convivían con comodidad los Beatles y Cheap Trick. También Big Star, claro, una influencia que merece unas líneas aparte.

 



La epifanía: Alex Chilton

Con este tercer disco muchos conocimos a la banda. En 1993, todo lo que venía de Seattle lo hacía unido a una etiqueta que no hace falta que recordemos. Meses después de sacar el disco, la noche que actuaron en la sala Revólver junto a Teenage Fanclub fue para muchos de los allí presentes una epifanía con nombre propio: Alex Chilton. Tanto los escoceses como ellos, con sus matices, habían mamado de las enseñanzas del maestro y de sus Big Star, un grupo al que un servidor conoció y comenzó a querer —una cosa lleva a la otra de forma automática— gracias a sus jóvenes alumnos.

En aquel concierto terminaron todos juntos en el escenario, en una fiesta del pop de guitarras a la que iban a seguir muchas otras. Desde entonces, Ken, Jon y sus compinches nos han regalado noches para el recuerdo, a veces altgo etílicas y casi siempre festivas. Lo han dejado, han emprendido otros caminos, han vuelto, han tenido sus más y sus menos… en fin, estamos en 2018 y aquí siguen. Y aunque el éxito masivo nunca ha llamado a la puerta de la marca Posies, Stringfellow y Auer han vivido varios hitos históricos. Seguro que cuando Chilton elogió al grupo, ellos ya sintieron que todo había merecido la pena, y cuando llamó a los chicos para integrarse en Big Star, con los que grabaron ‘In space’, tocaron el cielo.

 

 

Con REM, Stringfellow ha vivido noches espectaculares en recintos abarrotados, y es que estos dos currantes del rock and roll las han vivido de todos los colores. Incluido el masivo. Muchos de esos momentos han tenido lugar en España. Por aquí vuelven regularmente y lo hacen para actuar, pero también para veranear o para producir a grupos como Neuman o Ramírez.

Ahora, con treinta años grabando y con “Frosting on the beater” celebrando también su vigesimoquinto aniversario, el album va a tener una segunda vida con una reedición ampliada que incluirá el contenido original del disco, remasterizado de las cintas originales, más un disco extra de material inédito. Y la próxima vez que su nombre aparezca anunciado en un cartel, volveremos a ir a la fiesta.

 

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