Fotopress: Miguel Ángel Bargueño

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«Los conciertos de rock son una ordinariez: incómodos, pestilentes y llenos de gente dispuesta a embadurnarte de cerveza. De hecho, hace poco decidí dejar de ir a  conciertos»

A Miguel Bargueño, le hemos leído en EFE EME, «Man», «Rolling Stone» o «Tendencias» y durante un tiempo dirigió «La Revista 40». Ahora se prodiga menos escribiendo pues dedica su tiempo a 40TV, donde, desde 2009 es coordinador de contenidos y programas (antes fue redactor jefe). Los seguidores del pop español le estamos muy agradecidos por haber escrito la biografía «Enrique Urquijo. Adiós tristeza» (Rama Lama).


Fecha y lugar de nacimiento.
Nací en Madrid. Soy de 1966, del 7 de diciembre. Cumplo años el mismo día que dos colosos de la música, Tom Waits y Bertín Osborne; chorrada ésta que no me canso de repetir.

¿Qué música sonaba en tu casa cuando eras niño?
Generalmente, canción melódica de los setenta. Los discos pop de Rocío Jurado, por ejemplo. Raphael.

¿Cuál fue el primer disco que compraste?
Me agencié dos a la vez: «Spirits having flown», de los Bee Gees, y uno de un grupo de rockabilly llamado Rocky Sharpe and the Replays, que arrasaba con el single ‘Rama lama ding dong’. Debía de tener doce años, puesto que ambos son, creo, de 1979. El siguiente fue, en casete, «Discovery», de la ELO, que pasó a ser mi grupo favorito hasta que me hice heavy y adicto a Kiss.

¿Y el último?
«The living road», de Lhasa de Sela. Es de 2003, pero lo descubrí hace poco, como tantas cosas, gracias a Spotify. Buceo incansablemente por Spotify y lo que me gusta lo compro en Play.com, que no te cobra gastos de envío. El penúltimo: «Queen of Denmark», de John Grant. También en Play.com. Lo siento por las distribuidoras españolas.

Selecciona tres discos internacionales esenciales de tu colección.
Por razones meramente sentimentales: «Destroyer», de Kiss; «Oddesey and oracle», de The Zombies; «Suites para cello», de J. S. Bach.

Selecciona tres discos nacionales esenciales de esa misma colección.
Por el mismo criterio: «Asfalto», de Asfalto; «Los Secretos», de Los Secretos; «Soidemersol», de La Buena Vida.

Un disco doble al que no le sobra nada.
No existe.

Un grupo o cantante a quien rescatarías del olvido.
José Manuel Soto.

¿Cuál fue el primer concierto al que asististe?
Kiss en el Pabellón del Real Madrid, hacia 1983. Fue un poco frustrante porque acababan de quitarse el maquillaje y los disfraces. Aún recuerdo a los teloneros: Helix y Tigres de Oro.

¿Y el mejor concierto que has visto?
He visto algunos buenos, pero por lo general aborrezco los conciertos. Me interesan mucho más los discos. Los conciertos de rock son una ordinariez: incómodos, pestilentes y llenos de gente dispuesta a embadurnarte de cerveza. De hecho, hace poco decidí dejar de ir a  conciertos.

Elige y razona tu elección:

Serrat/Aute.
Dos plastas. Pero el toque seductor de Aute me tira más.

Sabina/Calamaro.
Ni punto de comparación. Sabina, además de por la excelencia de sus letras, quiere ser Sabina. Calamaro quiere ser no sé si Bob Dylan o uno de estos.

Nacha Pop/Los Planetas.
Me gustaban mucho Los Planetas del principio, los del EP de Elefant, y los aplaudo por elegir el idioma español en medio de la obsesión indie con el inglés. Pero Nacha Pop ayudaron a construir el pop de este país. Y luego están las letras de Antonio Vega.

Nacho Vegas/Quique González.
Quique González por goleada. Hace la música que yo haría si supiera tocar.

La Mala/La Bien Querida.
La Mala me parece muy hostil. Y la otra no sé quién es. Me quedo con La Regular.

Jacques Brel/Serge Gainsbourg.
De Francia prefiero a las chicas: Françoise Hardy o Jane Birkin.

Frank Sinatra/Elvis Presley.
Elegir entre dos iconos no solo de la música sino del siglo XX es casi imposible. Si acaso me inclino por Sinatra, que tiene un extra: su inglés es didáctico.

Marvin Gaye/Bruce Springsteen.
Marvin Gaye, por atormentado. A Springsteen le he cogido manía por culpa de quienes le llaman constantemente “el Boss”. Es como decir siempre “esférico” en vez de “balón”. Lo siento, Boss.

Tom Waits/Lou Reed.
La evolución de Tom Waits no tiene parangón. Esos ruidos extraños que mete en sus discos me fascinan. Lou Reed ha cerrado el grifo, ¿no?

Michael Jackson/Prince.
Rotundamente Michael. Su visión de la música y el negocio fue única. Prince es uno de los artistas más sobrevalorados de la historia.

The Rolling Stones/The Velvet Underground.
Lou, compensaremos lo dicho anteriormente mojándonos ahora con la Velvet Underground. A los Stones les ha hecho mucho daño que los llamen “los Rolling” (sospecho que son los mismos que dicen “el Boss”).

Bob Dylan/John Lennon.

Contesto lo mismo que diría Lennon: Bob Dylan. Fue él, y no otro, quien definió la lírica del rock.

Neil Young/Elvis Costello.
Me quedo con Costello, sobre todo por sus baladas.

Youssou N’Dour/Fela Kuti.
Youssou N’Dour me parece más llevadero, pero mi ídolo de la música africana es Ali Farka Touré.

¿Por qué decidiste dedicarte a la crítica musical?
Cuando estaba en la facultad me metí en el rollo del heavy y las radios libres. Entrevistaba a Sobredosis, Tritón, Santa, Sangre Azul… Así que cuando terminé la carrera, aunque había suavizado mis gustos, ya sabía la rama que me gustaba. Llevé un artículo a Pepo Fuentes, de la revista «Boogie», y no lo publicó, pero debió de gustarle porque empezó a llamarme para colaborar. Al poco cerró la revista, y José Ramón Pardo (a quien solo conocía de haberle entrevistado para «Boogie») me dijo que Alberto Vila, de «El Gran Musical», buscaba un colaborador para los temas más de batalla. Terminé escribiendo la mitad de esa revista quincenal durante cuatro años. Ahí aprendí el oficio.

¿Quién fue tu maestro periodístico?
Los señores «Melody Maker», «NME», «Vox», «Spin», «Rolling Stone» americano, «Q» y «Mojo». Algunos han pasado a mejor vida.

Un equipo de fútbol.
Soy un insatisfecho hincha del Atleti, equipo que cuando yo era niño aspiraba a ganarlo todo y que ahora se contenta con un flácido (y plácido) sexto puesto.

Un político.
Sarkozy. Un crack.

Una ciudad para vivir.
Hace diez años habría dicho Madrid, pero ahora no la soporto. Prefiero guardar las distancias.

El disco que detestas y que despierta alabanzas entre tus compañeros.

Discos de MGMT y cosas así. Me parecen una marcianada. Pero me irrita más el caso contrario: muchos colegas no entienden que alguien que aprecia a Bon Iver, por ejemplo, pueda gozar con un tema de Britney Spears, lo cual es mi caso. A mí me parece perfectamente compatible.

¿Vinilo, CD o mp3?
El vinilo, por la funda, su arte, las letras a un tamaño legible, bla bla bla. Pero no soy nostálgico, y creo que el CD es el último formato válido para escuchar música con calidad. Los archivos comprimidos: por ahí no paso.

La película que nunca te cansas de volver a ver.

Detesto el cine, a excepción de (algunas) comedias románticas y (no todas) las pelis de humor. Mi clásico entre los clásicos es «Aterriza como puedas». Haceros una idea.

El libro que nunca te cansas de releer.
Soy muy fan de Richard Russo. «Ni un pelo de tonto» o «Empire falls» son para tenerlos a mano siempre.

Una serie de televisión.
¡Sí! Mejor una buena serie en el sofá que un mal concierto de pie y sudando. Sigo y he seguido muchas. Extranjera, «Perdidos»; de aquí, «Los protegidos» o la mítica «Los Serrano».

Si estuviera en tus manos elegir la música que suena en los supermercados, ¿qué discos seleccionarías?
Lieder, de Schumann.

Anterior entrega de Fotopress: Rafa Cervera.

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