Eskorbuto: Punks resucitados

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«Anti todo’ es la expresión del desencanto de la época. El retrato visionario, amargo y a veces socarrón de aquel Bilbao atestado de caballo, paro y marginalidad»

«Anti todo», sucia perla del punk local facturada por Eskorbuto en 1985, acaba de ser puesta al día (en CD y vinilo) para disfrute de los amantes de las emociones fuertes. Eduardo Tébar nos cuenta lo que hay que saber de este disco crepuscular.


Texto: EDUARDO TÉBAR.


El sello BCore recupera –en compacto y en una limitadísima tirada en vinilo de color– el mítico “Anti todo” de Eskorbuto, álbum básico en la historia del punk español que permanecía fuera de los catálogos. La reedición presenta un lavado de cara del máster original, grabado en 1985, así como reveladoras reflexiones del periodista Pablo Cabeza, íntimo testigo de las andanzas del trío de Santurtzi –ayudó a financiar el primer disco– y responsable del diseño original. “La remasterización coloca esta obra en otro sugerente terreno musical. Lástima que por las penurias de la época y por las muchas pelas que costaba comprar el máster, con todas las pistas, no pueda ser remezclado, pues sería muy divertido ver cómo sonaría ‘Mata la música’, aún más disco. Canción, por cierto, que en escasas ocasiones llegaron a tocar en directo y que le debe bastante al técnico de sonido, Josean López”, aclara Cabeza, acostumbrado ya al asedio postal de rastreadores de todos los países de América y de varios de Europa.

El blanco y negro de las fotos interiores, tomadas al grupo en directo en 1986 por Xavier Mercadé, refleja con crudeza la realidad de Eskorbuto: urgencia, espontaneidad, connivencia, muerte. “Anti todo” es la expresión del desencanto de la época. El retrato visionario, amargo y a veces socarrón de aquel Bilbao atestado de caballo, paro y marginalidad. Hoy, el cementerio de Santurce continúa recibiendo el peregrinaje de seguidores que reverencian a Josu Expósito y Jualma Suárez, fallecidos en 1992, el primero en mayo, el segundo en octubre. El mito aumenta con los años y las jóvenes generaciones de revitalistas del punk estudian este legado como vademécum sagrado. Un interés al que bien sirve de guía el completo libro de Diego Cerdán, “Eskorbuto: Historia triste” (2001).

CRONISTAS DE UN BILBAO GRIS

En este siglo XXI de incertidumbre y anestesia tecnológica, la escucha de “Anti todo” gana profundidad con la lectura del homérico volumen “Lluvia, hierro y rock & roll: Historia del rock en el Gran Bilbao (1958-2008)” (Ediciones Sirimiri, 2009), de Álvaro Heras Gröh. Sus casi quinientas páginas, suculentas en información, contextualizan con rigor el marco vivencial de Eskorbuto: clima de violencia política, represión policial, desmantelamiento industrial, ultracatolicismo foral, socialismo jacobino, la epidemia del jaco y las más brutales cotas de desempleo en la juventud de la zona. Josu y Jualma hablan de la degradación urbana, de su realidad, como tantas otras formaciones del momento. Pero, a diferencia de la mayoría, ellos destacan por su desgarro, su capacidad para emocionar y su sagacidad intuitiva. Nunca ofician de alzadores de banderas. El suyo no es un dolor sociopolítico, sino individual.

Tampoco se reconocen en la cuerda del Rock Radikal Vasco, por más que el escrutinio general sitúe «Anti todo” como cumbre del género. En el trabajo brilla un punk gamberro y asilvestrado, aunque en profunda conexión con los sinsabores de la calle. La pareja vuelca en estas diez canciones toda su desesperación y un humor tan negro como el alquitrán. Ambos juegan con estribillos lapidarios y amenazas literarias de pared. Registrado en menos de dos días, ahora surge la duda: ¿qué sería de este álbum si lo hubiesen preparado con más tiempo, más presupuesto y cierto control? En cualquier caso, las limitaciones técnicas de Josu a la guitarra se complementan a la perfección con la perspicacia de Jualma al bajo, instrumento al que saca el máximo jugo en notas marcadas, coloridas y pegadizas. Riffs monolíticos, voces en primer plano y baterías esquemáticas al fondo. Una producción muy británica, muy de punk oscuro.

La muerte ronda a menudo por “Anti todo”: el ingeniero, Josean López, feneció en accidente de tráfico poco después de grabar; Josu, por su lado, insistía en que desaparecería antes de cumplir los 30. “Nuestras vidas se consumen / El cerebro se destruye / Nuestros cuerpos caen rendidos / Como una maldición… Prefiero morir como un cobarde / Que vivir cobardemente”, cantan en ‘Cerebros destruidos’. El desangelo existencial queda patente desde el arranque con ‘Historia triste’. Nada de nihilismo de salón: Eskorbuto vomitan su intrahistoria. ‘Tamara’ y ‘Ha llegado el momento’ –las dos únicas que superan los cinco minutos de duración– se generan en el estudio; esquizofrenia entre punk siniestro y funk mutante que anticipa claves rompepistas actuales. Por su parte, ‘Mata la música’ –se refieren a la música disco, que emulan y asimilan a su manera con maestría– sobresale como gran sorpresa rítmica. Lúcidos, salvajes y directos. La frustración heroica del punk radical.

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