El sonido de tu cabello, de Juan Ramón Biedma

Autor:

LIBROS

«Como en una tragedia de Shakespeare, estos personajes no son más que juguetes del destino»

 

Juan Ramón Biedma
El sonido de tu cabello
ALIANZA, 2020

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Un hombre espera, ya noche cerrada, a la empleada de un motel de Ciudad Juárez. El tugurio de bebidas de la gasolinera aún está abierto y ella —con miedo licuado, pero miedo al fin y al cabo— acepta entrar con él. Le va a proponer un trabajo sencillo, simplemente coger tres pelos de una habitación. Todo el mundo sabe qué significa eso en México. También la mujer, que coge tres pelos de su marido. Los cree indistinguibles.

Así empieza la nueva novela de Juan Ramón Biedma que, aunque vuelve a México al final, transcurre toda en las Tres Mil Viviendas, en Sevilla, una de las barriadas más depauperadas de Europa, donde aparecen al mismo tiempo el cadáver de una joven en la Iglesia Evangélica y el muló, traducción exacta de lo que en castellano sería «el muerto». Es un ser espectral, que sale de su tumba para atacar a las mujeres y que la superstición gitana o el fingimiento da por hecho que está detrás de los crímenes. Un supersticioso tapón para encontrar el verdadero infierno.

Un verdadero infierno que en la novela se retrata en las actitudes humanas y en los lugares. Lugares descritos con tanto corte de bisturí realista como pátina de brillantez lingüística. Talleres clandestinos en que decenas de mujeres cosen y asfixian sus pulmones y sus vidas, edificios en ruinas que son santuarios de drogas, vertederos que son más grandes que ciudades, hospitales ilegales en los que se corta y se saja a los que no tienen papeles, pero sí miedo de acudir al servicio provincial de salud.

Y las actitudes humanas. Sí. Todo nos supera y si salimos a flote es por casualidades, casi burlescas, del destino. La inspectora Perpetua Carrizo, el abogado Set Santiago —que apaña un sobre sueldo del cobro de morosos— Luisa Orujo, una convicta que sale en tercer grado, y Sacramento —la abogada de la acusación popular— inician esta salvaje partida de ajedrez que parece jugada por dos dementes que van degradando cada vez más el juego de los peones hasta llegar a una lucha vecinal casi de pesadilla.

Poco hay que contar de la trama, porque hay mucho en ella, porque da bandazos, sin descanso se abren nuevas puertas, el ruido de fondo es constante y, sin que le llegue al lector la sensación, angustia cada vez más a los personajes. Quizás le falte sugerencia, o el lenguaje apueste por el golpe directo y no por la recreación, quizás haya demasiado realismo, pero es difícil sentir empatía porque, como en una tragedia de Shakespeare, estos personajes no son más que juguetes del destino. Pero también, como en Shakespeare, la lectura es enormemente absorbente.

Anterior crítica de libros: El evangelio de las anguilas, de Patrik Svensson.

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