Don’t try this at home (1991), de Billy Bragg

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OPERACIÓN RESCATE

«Si el legendario Woody Guthrie era el azote de los opresores con su guitarra acústica, Bragg lo era con su eléctrica»

 

Eduardo Izquierdo nos acompaña hasta 1991 para descubrir el séptimo trabajo de Billy Bragg, una de las mejores obras del músico inglés, considerado miembro del movimiento antifolk.

 

Billy Bragg
Don’t try this at home
ELEKTRA, 1991

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO.

 

Empezó siendo considerado la versión eléctrica de Woody Guthrie. Y es que, si el legendario cantautor folk era el azote de los opresores con su guitarra acústica, Bragg lo era con su eléctrica. No tardaron en meterlo sin rubor en el movimiento antifolk, ese que mezclaba el estilo que le da nombre con el punk o el indie rock. Pero el de Essex era mucho más. Porque si aquellos tipos tiraban de la canción cruda, de las impurezas de varios estilos, Billy Bragg se acercaba sin problemas al pop, siendo capaz de atacar al régimen establecido desde las melodías y los coros armonizados. Ahí están para demostrarlo fantásticos discos como Brewing up with Billy Bragg (1984), Talking with the taxman about poetry (1986) o el que nos ocupa, Don’t try this at home (1991). Una vez leí un texto, ya me perdonarán que no recuerde dónde, en el que se aseguraba que «si Ken Loach o Mike Leigh hiciesen música, serían Billy Bragg», y no solo me pareció una descripción soberbia, sino también una sentencia que me hizo recordar de forma automática muchas de las canciones de este trabajo.

Heredero directo de las consecuencias del thatcherismo y de lo que significaba el “White riot” de The Clash, Bragg se presenta en los noventa con ganas, definitivamente, de hacer un disco de banda. Algo que había ido apuntando en su carrera, introduciendo en su música cada vez más instrumentos y aportaciones ajenas. Él no quería ser el típico cantautor de guitarra al hombro, aunque fuera eléctrica, y Don’t try this at home es la culminación de ello. No elige mal sus compañías. A Johnny Marr, habitual en sus discos y productor de un par de temas en esta ocasión, se unen los R.E.M. Peter Buck y Michael Stipe, además de Danny Thompson y Kirsty MacColl. Entre todos se marcan un enorme trabajo en el que, junto a los temas del británico, brillan versiones del tristemente desparecido Gregg Trooper y Sid Griffin o de Fred Neil.

Insuperables se me antojan piezas como “You woke up my neigbourhood”, compuesta a medias con Buck y con un Stipe a los coros simplemente sublime, la evidentemente política “Rumors of war” o la tierna “Mother of the bride”, con un excelente trabajo, de nuevo, del guitarrista de R.E.M. a la mandolina. Pero también están ahí ese auténtico himno power pop que es “Sexuality”, o la inicial y enérgica “Accident waiting to happen”, demostrando que cualquier historia puede ser contada con una buena melodías y una fuerte influencia pop.

Mucho se olvida este disco cuando se habla de las grandes obras de Billy Bragg, pero servidor siempre pensará que es el trabajo que definitivamente demostró que se iba a quedar con nosotros. Era su séptimo disco ya, quizá demasiados para tratarse de una confirmación, pero también su conjunto de canciones más homogéneas en cuanto a calidad y tratamiento en el estudio. El primer paso para demostrar que la etiqueta de mito de la música británica no le iba, en absoluto, nada grande.

Anterior entrega de Operación rescate: Flamingos (2002), de Bunbury.