Flamingos (2002), de Bunbury

Autor:

OPERACIÓN RESCATE

«Fue una época muy experimental para Enrique Bunbury, siendo la electrónica la base, presente desde Radical sonora»

  

Carlos H. Vázquez retrocede en la discografía de Bunbury para llevarnos hasta 2002, año en el que editó su tercer disco solista, Flamingos. Un cancionero crucial que produjo él mismo y que sentó algunas de las bases de sus futuros discos.

 

Bunbury
Flamingos
EMI, 2002

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.

 

Como solista, Enrique Bunbury es hoy quien es por Flamingos (EMI, 2002). No cabe ninguna duda. Con Radical sonora (Chrysalis, 1997) hubo quien dudó de su talento después de la separación de Héroes del Silencio en 1996, pero este músico es tenaz y con Pequeño (Chrysalis, 1999), el siguiente disco de estudio, puso una pica en Flandes. Nacho Royo, su mánager, siempre ha insistido en la complejidad que tuvo empezar de nuevo entonces: «Durante aquella etapa tocábamos ante trescientas personas. Todo empezó en el concierto con Andrés Calamaro del 10 de octubre de 1999». Desde entonces, Enrique y él han hecho todo el trabajo juntos. «Tenemos claro cuándo hay que separar lo artístico de lo demás. La parte artística es cosa de Enrique; yo no hablo de música y él no habla de dinero […] A veces nos hemos visto incomprendidos por parte de la Industria. Se pudo haber llegado más lejos», añadía en una entrevista realizada en 2011.

La salida al mercado de Flamingos fue el momento estelar de Bunbury en las radios comerciales y “Lady blue”, el single, no tardó en convertirse en una habitual de los repertorios del directo y de las listas. Tampoco eran tiempos fáciles para la industria, sobre todo teniendo en cuenta lo que significó Operación Triunfo y la piratería: de aquellos polvos, estos lodos. «Mi responsabilidad es intentar hacer los mejores discos que pueda. Me importa un rábano lo que hagan los chicos de AFYVE», respondía Bunbury en un encuentro digital de El País durante la promoción de Flamingos.

 

 

Preparativos y grabación

A un astronauta que está despegando no se le pueden parar los pies. EMI tenía presupuesto para Flamingos y no se iba a reparar en gastos, como le contó Bunbury a Diego A. Manrique: «En Pequeño se fueron definiendo cosas que luego hice en Flamingos. En Pequeño buscaba un sonido premeditadamente lo-fi, para escuchar en un radiocasete. Una vez encontrado el lugar donde yo me sentía a gusto, que era lo que había definido con Pequeño, quería hacer eso mismo pero a lo grande. Dije: “Ahora voy a por una megaproducción”. A lo mejor era la única vez que lo podía hacer en mi vida». Tampoco faltaron los invitados: Jaime Urrutia, Quimi Portet, Pedro Andreu, Kepa Junquera, Carlos Ann, Shuarma, Adrià Puntí, Guille Martín, Antonio Estación, Quique Mavilla… y un largo etcétera.

De cara a la preparación de Flamingos, Enrique se encerró en la casa familiar de Cambrils (Tarragona) para componer unas treinta canciones. Después se reunió en Molinos (Teruel) con su banda de entonces, El Huracán Ambulante, para grabar la primera maqueta. El siguiente destino era el estudio: Musiclan, en Avinyonet de Puigventós (Girona). Allí grabaron Flamingos entre noviembre de 2001 y febrero de 2002.

El Huracán Ambulante se había formado en la época de Pequeño, siendo el directo Pequeño cabaret ambulante (Chrysalis, 2000) su presentación: Ramón Gacías (batería), Copi Corellanos (teclados), Luis Miguel Romero (percusión), Ana Belén Estaje (violín), Javier Íñigo (trompeta), Javier García Vega (trombón), Rafa Domínguez (guitarra) y Del Morán (bajo). Ramón, Copi y Del Morán ya formaron la primera banda de Bunbury en Radical sonora, con la suma de la guitarra del ex Héroe del Silencio Alan Boguslavsky, pero con Pequeño se añadió el resto, incluido el saxofonista Antonio Ríos, quien tuvo un paso efímero pero con peso en la banda.

 

Preocupación por el sonido

Una de las preocupaciones de Bunbury, respecto a su banda pero sobre todo al sonido, es la producción. Fue él mismo el encargado de producir Flamingos. Asistiéndole estaba Ramón Gacías, batería y pieza clave para entender el sonido de Bunbury desde Radical sonora hasta la actualidad. Los ingenieros eran Jordi Solé y Joan Trayer, gente que había trabajado con Quimi Portet, Lluís Llach, Manolo García, Elefantes, Shakira, Mariah Carey, Albert Pla, Marlango, Pau Donés, Loquillo o Sopa de Cabra, entre otros muchos. Ramón Gacías recordaba con Pep Blay en el libro Enrique Bunbury. Lo demás es silencio (Plaza & Janés, 2007) cómo Joan Trayer le ocultaba a Bunbury el número de pistas hábiles que tenía disponibles: «“Hoy no estoy para nadie” batió todos los récords, empleando ¡ciento veinticinco pistas! ¡Qué delirio mezclarlas! Al final se dejaron la piel. Joan, casi literalmente». El 26 de marzo de 2002, antes de la publicación del disco, Joan Trayer fallecía. Flamingos fue uno de sus últimos trabajos. También trabajó con Enrique en las grabaciones y mezclas de Azul (EMI, 2000), el segundo disco de larga duración de Elefantes.

 

 

Las canciones, como asegura Ramón, «no se sujetaban con un acorde, sino con su sonido». La primera canción en abrir Flamingos es “El club de los imposibles”. En realidad no es la música lo que empieza, sino la campana de un combate de boxeo. De hecho, la portada muestra a Bunbury en la esquina de un ring con más sombras que luces y en blanco y negro (en las fotografías promocionales de Ramón Pérez sale también el boxeador Perico Fernández). Las referencias al boxeo y la iconografía de Las Vegas son constantes en Flamingos: “El club de los imposibles”, “Un bastón para tu corazón”, “Hermosos y malditos” y el sampler de la retransmisión del combate entre Perico Fernández y João Henrique por el título mundial (19 de abril de 1975), saliendo campeón el púgil aragonés. Pero Bunbury no daba la sensación de vencedor en la carátula de Flamingos, sino de boxeador castigado empapado en sudor, sentado en la esquina del ring (Joaquín Sabina, que publicaría Dímelo en la calle en 2002, saldría fotografiado de una manera similar en la portada de su álbum, pero con magulladuras y en color).

El 11 de septiembre de 2001 caían las Torres Gemelas de Manhattan mientras Enrique Bunbury grababa “Lady blue”. Por dentro, Enrique también se derrumbaba; su matrimonio con la periodista Nona Rubio llegaba a su fin en menos de un año (contrajeron matrimonio el 28 de diciembre del año 2000). Copi le confesaba a Manrique que «Enrique procuró que no se notara, pero era inevitable […] Él no pasaba por un buen momento personal. Nosotros, la banda, y yo como amigo de hacía años, procuramos no hablar del asunto; primero por ser algo muy personal y segundo porque él mismo nunca nos dio pie para ello. Enrique lo llevó de una forma muy discreta y serena; supongo que la realidad estaba dentro de su ser». “Lady blue” fue el resultado de aquella ruptura: «Dejo esta grabación a falta de algo mejor. La soledad es un lugar tan vacío sin ti…».

El tema siguiente, “San Cosme y San Damián” sigue por la línea emocional, pero en esta ocasión por la muerte de Rafa, hermano mayor de Enrique, el 4 de abril de 1994. Sin ir más lejos, en Avalancha (EMI, 1995), el último álbum de estudio de Héroes del Silencio, Bunbury dedica también a su hermano “Morir todavía”. Enrique se rompe por dentro en “San Cosme y San Damián” y aúlla en falsete: «Y es tan / frágil la voz / Y es tan / débil que soy / como una urna de cristal que va quebrar». Quienes la hayan escuchado en directo pueden sentirse privilegiados; Enrique lo hace solo en ocasiones especiales. Sirva de ejemplo la grabación del deuvedé Una cita en Flamingos (EMI, 2003).

 

Puesta en directo

La gira arrancó a mediados de abril de 2002 en Zaragoza. Y lo que comenzó con glamour, zapatos de tacón cubano, pantalones acampanados y sombreros de cowboy terminó en Barcelona el 2 de octubre de 2003 bajo el nombre de Flamingos Limited Tour, donde lo único que le quedó a Enrique fue el sombrero (las camisetas y los vaqueros, además de la barba, formaron parte de su atuendo). Es posible que El Huracán Ambulante llegara a su máximo nivel en esta gira y en las dos siguientes: El viaje a ninguna parte (EMI, 2004) y Freak show (EMI, 2005). Flamingos Limited Tour trajo, además, versiones de clásicos, como el ritmo reggae de “En brazos de la fiebre” o la psicodelia de “Alicia (Expulsada al país de las maravillas)”, ambas del concierto del Lagarto Rock, celebrado en el Auditorio de la Alameda, en Jaén, el 7 de junio de 2003.

 

 

Fue una época muy experimental para Enrique Bunbury, siendo la electrónica la base, presente desde Radical sonora. En el libro de Juanjo Ordás, titulado Bunbury experimental (Efe Eme, 2017), el músico de Zaragoza explica: «No quería abandonar lo aprendido. En los dos discos es muy importante el trabajo realizado con ordenador. Tanto a nivel conceptual como a nivel ejecutivo». En la misma obra, Ordás recogía el testimonio de Rafa Domínguez, quien reconocía que, en “Contar contigo”, «las guitarras de las intros estaban heredadas de las de “Robinson” (Pequeño)». «Del Morán me decía que tenía que patentar ese sonido. Era “el sonido”. Para las estrofas la guía que Enrique me dio fue que sonaran al guitarrista de P.J. Harvey. Como ves no son clavadas, sus indicaciones me servían para partir de algún tipo de sonido y hacer mío el arreglo y el sonido al fin. El tipo de solo del final también ha acabado siendo marca de la casa, medio árabe y con mi amigo el big muff, aunque más rápido que otros y octavado más agudo».

 

Cuatro tipos de canción

Clasificando (grosso modo) el sonido de Flamingos, las quince canciones del disco podrían separarse en cuatro tipos. En primer lugar, las que hacen referencia a las drogas: “El club de los imposibles”, “Enganchado a ti”, “Ciudad de bajas pasiones” y “Hoy no estoy para nadie”. En segundo lugar, las más personales: “Contar contigo”, “Sácame de aquí”, “Lady Blue” y “San Cosme y San Damián”. También están las del cabaret de lentejuelas y terciopelo rojo, como “Sí” (versión de Umpah-Pah), “Un bastón para tu corazón”, “Hermosos y malditos” y “No se fíe” (con Jaime Urrutia), y en último lugar, las oscuras y experimentales: “One, two, three” (una referencia bastarda al “Red right hand” de Nick Cave), “Mundo feliz” (homenaje a la novela de Aldous Huxley) e “…Y al final”. Estas cuatro, precisamente las últimas en cerrar.

 

 

En el 2003, las maquetas de Flamingos salieron a la luz en un disco pirata (bootleg) que se llamó Flamingos Vs. Bizarros. Además de los títulos que ya figuraban en Flamingos, este doble cedé también tenía rarezas instrumentales (“Barret” o “Van the man”), versiones (“Vámonos”, “Eres bellísima”, “Anabel Lee” y “Circo circular”), inéditas (“Malicia”, “Si fuera”…), incluso temas que se volvieron a grabar años más tarde, como “Cementerio en mis zapatos”, que acabó cantándola Raphael bajo el título “Dos clavos a mis alas” y también el mismo Bunbury en Mtv Unplugged. El libro de las mutaciones (Warner, 2015). Sin olvidar la demo de “El día anterior”, la cual sirvió de idea para “Welcome to el callejón sin salida”, de El tiempo de las cerezas (EMI, 2006), junto a Nacho Vegas.

Como ocurre con sus canciones, Bunbury hay más de uno. Los cambios se han ido sucediendo a lo largo del camino y todos tenían un traje a medida. Flamingos, aunque empezaba con un muro de sonido de rock and roll, terminaba abajo, bailando un vals con el silencio. Era, como reza en los créditos, delirante y decadente, pero con esperanza. Puede que no todo se estuviera yendo con el huracán.

 

Anterior entrega de Operación rescate: Broadway the hard way, de Frank Zappa.

 

Artículos relacionados