Diez discos de homenaje a Joaquín Sabina

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Justo un mes después de la indeseable caída que vivió Joaquín Sabina en el WiZink Center madrileño —de la que se recupera satisfactoriamente—, el letrista Juan Mari Montes —autor de decenas de canciones para Loquillo, Hilario Camacho o José Mercé, entre otros muchos— realiza una selección de los homenajes más interesantes que ha recibido el jienense en forma de disco.

 

Texto: JUAN MARI MONTES.

 

Hace algunos meses salía a la venta el doble álbum Ni tan joven y tan viejo, un trabajo en el que la plana mayor de la música española rinde homenaje a Joaquín Sabina versionando algunas de sus más memorables canciones. No es este álbum, sin embargo, el único aparecido a lo largo de los últimos años con la intención de homenajear el monumental repertorio del cantautor de Úbeda. En este artículo repasamos diez discos nacidos para rendir tributo a Sabina, el autor español —junto a Serrat— que más homenajes ha recibido a lo largo de su trayectoria. Homenajes todos ellos, por cierto, realizados en vida, cuando el cantante y compositor puede tener la oportunidad de celebrarlos y sentirse halagado por toda la devoción y el afecto que le profesan sus colegas del mundo de la canción.

 

1. Entre todas las mujeres. Voces de mujer cantan a Joaquín Sabina (BMG Ariola, 2003

Allá por el 2003, su amigo el cantautor Víctor Manuel tuvo la feliz idea de producir este primer homenaje colectivo a Sabina, en el que el único denominador común sería que las canciones estarían interpretadas por mujeres, de ahí el título que ilustraba la portada. Trece extraordinarias voces femeninas se sumaron al casting, algunas llegadas desde el otro lado del Atlántico, como la mexicana Julieta Venegas, que rescataría uno de los temas más imprevisibles del repertorio (“Corre dijo la tortuga”); la argentina Adriana Varela, que barriendo para casa versionaría “Con la frente marchita”, o la gran Chavela Vargas, que le añadiría un poco más de austeridad y aspereza a los fervientes deseos que Sabina enumera en su célebre “Noches de boda”. Previamente, Lúa, hija de Miguel Ríos, se había encargado de ponerse el traje dedicado a la propia Chavela, “Por el bulevar de los sueños rotos”, evitando a la costarricense caer en el comprometido autohomenaje mientras que Rosario Flores, Niña Pastori o María Jiménez, en distinta medida, le insuflaban al repertorio la correspondiente cuota de raíz sureña, y las extraordinarias voces de Ana Belén, Sole Giménez, Pasión Vega u Olga Román, despojaban sus correspondientes partituras de la cazalla y la arenisca habitual para llevárselas a los territorios de la elegancia más sedosa, depurada y académica. Rematarían la jugada la aragonesa Carmen París, con su paseo de aires antillanos por la “Calle Melancolía”, y Tamara, desde el estamento más comercial, encargándose de servir para todo tipo de públicos en formato single el tema por entonces más celebrado de Sabina, “Y nos dieron las diez”, poniendo la guinda a un pastel condimentado con los arreglos de David San José, hijo de Víctor, desde el pop amable y preciosista, la canción de autor, ciertas influencias jazzys y bastante fidelidad a las piezas originales.

2. Donde más duele. María Jiménez canta por Sabina (Muxxic Records, 2002)

Una de las mujeres que había participado en el anterior disco colectivo, la gran María Jiménez, había editado un año antes su personal tributo al cantautor del bombín. La idea surgió del legendario Gonzalo García Pelayo, productor de los primeros discos de María, que abandonaba por una temporada sus interesantes batidas por las ruletas de los más dispares casinos de todo el mundo para recuperar el viejo hábito de los estudios y las mesas de grabación, olvidado desde hacía algún tiempo. Para María Jiménez este disco también suponía el reencuentro con su público tras algunos años retirada, aunque recientemente había disfrutado de un imprevisible y puntual éxito cantando junto a Lichis “La lista de la compra”, el primer y fulgurante éxito de La Cabra Mecánica.

De pronto, todas las piezas empezaron a encajar. La voz salvaje y desinhibida de María Jiménez seguía ahí, con más solera, pasión y desvergüenza que nunca; Sabina acababa de demostrar con la famosa pieza “19 días y 500 noches” que sus versos tenían una increíble seducción cuando cabalgaban a lomos de la rumba más canalla y pendenciera y los Pelayo, Gonzalo y su hijo Iván, aprovechaban el tirón para extender el mismo formato de jaleos, palmas, cajones y guitarras flamencas a otras piezas sabinianas concebidas desde otros parámetros estilísticos. Nos referimos a canciones tan apasionantes y fastuosas como “Medias negras”, “El diablo no hablaba de ti”, “Ruido”, “Cerrado por derribo” o “Con dos camas vacías”, entre otras que conformaron un repertorio que hasta en ciertos círculos habitualmente alérgicos a la música sabiniana llegarían a celebrar con un poco de mala leche como el disco con canciones de Joaquín mejor cantado de toda su trayectoria.

3. La Habana canta a Sabina (Sony Music, 2011)

Otro de los discos colectivos de homenaje a Sabina fue este álbum grabado en Cuba. La idea fue del productor Imanol Ortiz, que algunos años antes había dirigido otro proyecto dedicado a Serrat de las mismas características, con el que la distinguida academia de los Gramys le había otorgado el premio al Mejor álbum tropical contemporáneo. Probablemente con la intención de reverdecer este éxito, Ortiz armó este repertorio en cuya selección contradictoriamente huiría de las piezas que en su versión original se ofrecían como claras candidatas (recordemos la filiación cubana de temas como “Postal de La Habana”, “Ya eyaculé”, “La casa por la ventana” o “Con un par”, por ejemplo) para decantarse por clásicos como “19 días y 500 noches”, “¿Quién me ha robado el mes de abril?”, “Que se llama soledad” o “A la sombra de un león”, una canción que incluso aparecerá en dos versiones diferentes.

Clásicos de la Nueva Trova Cubana como Milanés, o Amaury Pérez, cantautores más jóvenes como Carlos Varela o Jessica Rodríguez, boleristas sin complejos como Haydee o Ivette Cepeda y los consabidos representantes del son y la salsa tropical como Pancho Amat o Kalunga, se aplican en pulir esta colección de clásicos de Joaquín, entre los que destacaría la versión abolerada de “Una canción para la Magdalena” en la voz del propio autor de la música Pablo Milanés, que abría el disco; la emocional “Tan joven y tan viejo” que cerraba el trabajo en la garganta de Carlos Varela, los fantásticos juegos vocales del dúo Buena Fe en “La canción más hermosa del mundo” o la imaginativa versión instrumental que se marcaba el pianista Frank Fernández con “19 días y 500 noches” certificando que efectivamente, detrás del verbo de oro de Sabina, también anidaba la inspiración de una excelente música.

4. De purísima y oro. Los flamencos cantan a Sabina (Sony Music, 2012)

Precisamente con otra bellísima pieza en formato instrumental se cierra otro tributo muy especial, en este caso grabado por intérpretes flamencos. Hablamos de “Como un dolor de muelas” interpretada por el guitarrista Cañizares. De purísima y oro llevaba por título este trabajo tomándolo prestado de otra de las canciones más especiales incluidas en 19 días y 500 noches, que sin embargo no aparece en el listado de canciones interpretadas. Antonio Carmona inicia el disco con “Y sin embargo” acompañado de músicos cubanos, y a la fiesta flamenca se van sumando en las distintas pistas personalidades del flamenco más ortodoxo como Carmen Linares, Arcángel, Niña Pastori o José Mercé, intérpretes de la canción comercial aflamencada como India Martínez, Pitingo o José El Francés, clásicos iconoclastas como Martirio o Enrique Heredia El Negri o nuevos valores del flamenco como Sandra Carrasco o Joana Giménez.

Entre los momentos más mágicos del disco podríamos citar la memorable versión de “Noche de bodas” de Martirio acompañada a la guitarra de su hijo Raúl, o la vieja “Calle Melancolía” transportada a ritmo de bulerías en la voz impagable de Arcángel. Entre los momentos más curiosos, el tema inédito “Puntos suspensivos”, en realidad un poema de Sabina musicalizado para la ocasión por el propio Mercé y Javier Limón, uno de los varios productores de un disco irregular y que se solaza en los clásicos típicos de Sabina con la excepción del tema elegido por El Negri, que nos recuerda el imprevisible “Como un explorador”.

5. Molto più di un buen motivo, de Lu Colombo (autoeditado, 2011)

Muy al contrario que en Latinoamérica, donde las canciones de Sabina son consumidas con la misma pasión o delectación que en nuestro país, en el continente europeo y por comprensibles razones idiomáticas apenas han tenido repercusión, aunque convendría anotar alguna excepción. Como la de los oídos de la cantante italiana Lu Colombo, que a principios de los años dos mil caería absolutamente rendida ante el colosal repertorio del jienense. Tanto fue así que, en el mes de febrero de 2011, presentaría Molto più di un buen motivo (Nos sobran los motivos), un sorprendente álbum exclusivamente integrado por canciones del cantautor español. Una obra que tiene la particularidad de estar cantada íntegramente en italiano gracias al prolijo y escrupuloso trabajo del poeta Sergio Secondiano Sacchi, que durante un par de años trabajó en unas adaptaciones tan respetuosas y meticulosas como imaginativas. «Son los colores brillantes, además del ritmo de sus canciones, lo que me atrae», explicó la intérprete milanesa en la presentación de este atractivo trabajo, en el que se incluyen con arreglos semiacústicos de tono mediterráneo extraordinarias versiones en italiano de los temas más previsibles del Sabina de finales de los noventa como “Una canción para Magdalena”, “Contigo” o “Noches de boda”, pero en las que también caben osadías más inesperadas como las que revisitan “De purísima y oro”, “El café Nicanor”, o “Jugar por jugar”.

6. Más de cien mentiras. El Musical (Sony Music, 2011)

De 2011 también data el álbum doble Más de cien mentiras, donde se recoge una importante selección del repertorio de Sabina interpretado por un elenco de jóvenes voces de cantantes y actores (Juan Pablo Di Pace, Álex Barahona, Guadalupe Lancho, Víctor Massán, Diego París, Juan Carlos Martín, Felipe García Vélez, Marta Capel, Toni Viñals, Jaime Zataraín y Silvia Álvarez) que habían protagonizado el musical del mismo título estrenado el 6 de octubre en el Teatro Rialto de Madrid. El musical tomaba el nombre de la canción homónima incluida en el álbum Esta boca es mía, estaba dirigido por David Serrano, que también fue el guionista principal de una historia de explotadores mafiosos, delincuentes callejeros y alguna hermosa prostituta. Una historia que, en realidad, no tendría mucha más sustancia que la de servir de excusa para cantar y coreografiar un repertorio bastante parecido al que por esta misma época paseaba Sabina en sus habituales directos. Aunque el propio Joaquín y Pancho Varona supervisaron la producción del musical y sugirieron algún cambio en el guion, ningún colaborador habitual del cantautor trabajó como músico o en la realización de los arreglos de un musical que no dejaría mucho más rastro que este álbum como un recuerdo un poco impersonal y liviano.

7. 14 de ciento volando de 14, de Pedro Guerra (Sony Music, 2016)

En la primavera de 2016, el prolífico cantautor canario Pedro Guerra entregó dos álbumes: “Arde Estocolmo”, con canciones propias, y 14 de ciento volando de 14, dedicado a la obra de Sabina. Guerra, obviando el repertorio cantado de Sabina, había seleccionado catorce de los sonetos incluidos por Joaquín en su famoso poemario superventas Ciento volando de catorce editado por Visor y se había dedicado a ponerle catorce melodías propias en su reconocible línea habitual sensible y cálida. Aunque el trabajo también estaba arreglado, tocado y producido por el propio cantautor canario, este irá tirando de agenda hasta completar una nómina de treinta aplicadas gargantas que se esmeraron en la tarea de difundir unos versos en principio solo concebidos para la simple lectura en papel. Abundaban en el plantel compañeros del ámbito de la canción de autor, sin que faltara ninguno de los clásicos (estaban Serrat, Víctor, Aute, Silvio, Milanés); hacían acto de presencia algunos compañeros de generación (Drexler o Ismael Serrano); se sumaba una representación de las nuevas generaciones de cantautores (Rozalén o Paco Cifuentes); pero también comparecían roqueros de postín (Miguel Ríos, Leiva, Iván Ferreiro, Dani Martín, Fito Cabrales); respetados flamencos (Soleá y Estrella Morente, Miguel Poveda); distinguidas damas (Ana Belén, Marina Rossell, Sole Giménez) y algún rapero (Nach), nombres que demostraban además de lo bien nutrido de amistades que estaba por la época Pedro Guerra, la extraordinaria capacidad de convocatoria que puede provocar citar el nombre mágico de Sabina cuando a alguien se le pide una pequeña colaboración.

8. Carabina 30-30, de Varona, De Diego, Asúa, Romero (autoeditado, 2012)

Cuando Joaquín se retira a sus cuarteles de invierno para escribir o descansar, un poco saturado de tanta gira y conciertos, algunos de sus músicos siguen girando como si tuvieran miedo de que las paredes de sus respectivas casas se les pudieran caer encima. Lo hacen con el mismo repertorio que habitualmente tocan con él, repartiéndose a veces el micrófono de vocalista por turnos, pero también añadiendo rarezas poco frecuentadas en el repertorio habitual. Y lo hacen con todo el derecho y la legitimidad del mundo, sabiendo que el jefe de la banda no tiene inconveniente y que además también ellos han contribuido a crearlo. En el caso de Pancho Varona y Antonio García de Diego, además de una forma esencial, componiendo las melodías de una parte sustancial del repertorio sabiniano.

 

En el ejercicio del 2012 incluso se atrevieron a grabar este trabajo semiclandestino titulado como su propia gira, Carabina 30-30, recogiendo algunas de estas canciones en sus propias voces, un disco hoy prácticamente inencontrable y que se vendía al término de estos conciertos celebrados en pequeñas salas y auditorios, donde por razones de aforo no podían entrar cuando Joaquín les acompañaba. En aquel disco firmado por Varona, De Diego, Asúa y el lamentablemente fallecido guitarrista José Antonio Romero, se incluían temas como “Cuando aprieta el frío”, cantada por Pancho Varona, “Amor se llama el juego”, interpretada por Antonio García de Diego, o “La canción más hermosa del mundo”, despachada por Jaime Asúa, junto a otros temas más conocidas como “Contigo” o “Peor para el sol”, en versiones íntimas y alternativas que a veces mejoran la original y que ofrecen otro perspectiva de un repertorio que es justo reconocer que buena parte de su seducción proviene de quienes supieron encontraron las melodías perfectas para acompañar la literatura del jefe de la tribu.

9. Tributo Joaquín Sabina, de Rubén Abruzese (Edita Pattaya, 2009)

Con mucho más oportunismo y sin la legitimidad de los propios músicos de Joaquín Sabina, durante los últimos años han ido multiplicándose múltiples bandas y artistas que recorren las salas de toda España y Latinoamérica ejecutando el repertorio de Joaquín Sabina. Grupos con nombres como Enemigos íntimos, 500 Noches, Pacto entre caballeros, A dos bandas, Qué demasiao y otros que, con mejor o peor fortuna, promocionan espectáculos basados en el repertorio de Joaquín Sabina y al frente de los cuales suele casi siempre aparecer un vocalista de voz rota y oxidada intentando imitar la voz de su ídolo en sesiones mucho más cercanas a las tradicionales verbenas que a un auténtico y creativo show. Además de presentarse en las redes sociales con un amplio abanico de personalidades (profesor de Geografía e Historia, diseñador multimedia y hasta protésico dental), el argentino Rubén Abruzese pertenece a esta estirpe de cantantes nacidos exclusivamente para tributar el repertorio de Sabina, ofrecer el sucedáneo de la copia a falta del original en una febril actividad con la que ha recorrido buena parte de las salas de conciertos de todo el cono sur de Latinoamérica.

La particularidad del personaje es que consiguió ser invitado por el propio Joaquín Sabina a subir al escenario a cantar con él, en el Teatro Gran Rex el 2 de abril de 2006, para cerrar la llamada Gira Transoceánica. En lo que aquí nos atañe, anotar que Abruzese también se animará a editar un par de volúmenes titulados Tributo a Joaquín Sabina Vol. 1 y 2 en los que reúne su propia visión del repertorio de Joaquín Sabina. Son dos voluntariosos trabajos, en los que despacha prolijamente los mayores éxitos de Sabina, con mejor intención que resultados.

10. Tributo a Sabina–Ni tan joven ni tan viejo (Sony Music / Warner, 2019)

Es el último tributo grabado por el momento dedicado a Joaquín Sabina jugando con el título de la canción que cierra el álbum “Yo, mí, me, contigo”, la autobiográfica y apasionada “Tan joven y tan viejo”, que sin embargo tampoco aparece en el tracklist del trabajo. Se trata del más completo homenaje que se le ha rendido al cantautor hasta la fecha, un álbum doble instalado en la lista de discos más vendidos del momento elaborada por Promusicae, y en el que participará algún compañero de generación (el inevitable Serrat), pero sobre todo al que se apuntarán cantantes de generaciones posteriores (algunos de los cuales ni siquiera habían sido concebidos cuando se editó el primer trabajo de Sabina), todos ellos habituales frecuentadores de las listas de ventas y grandes éxitos de los más dispares estilos y donde resultaría casi más sencillo decir los que no están que los que se han sumado gustosamente.

Veintitrés de las canciones más conocidas de Sabina, algunas de ellas en formato de duetos, repartidas entre treinta y ocho de las más populares voces del actual panorama de la música pop española con versiones que van de lo previsible y anodino (que no citamos) a picos de verdadera emoción, donde podríamos apuntar interpretaciones como las de Fito y Fitipaldis con Coque Malla que inauguran el disco con la fantástica “Ruido”, Pablo Alborán y Pablo López saliendo airosos de la monumental “Peces de ciudad”, Macaco y Carlos Sadness reinventando la más desconocida “Ganas de…” o Marwan y Keny García inyectando una buena dosis de pasión a “Nos sobran los motivos”. Para la ocasión ha regresado del más allá una banda desaparecida en combate: Los Rodríguez.

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