De estreno: Ripoll

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DE ESTRENO

«Apostar por la parte de resistencia que aporta el ir “hombro con hombro” y apelar a lo colectivo para coger impulso, resume bien la esencia de las canciones»

 

Con la publicación de dos singles, Ripoll ya ha comenzado a dar pistas de lo que será su álbum de debut, previsto para ver la luz en 2023. Un estreno en solitario, tras su paso por bandas de la escena independiente madrileña, con el que se muestra más, se esconde menos y pone sobre la mesa el relato sonoro de esta época.

 

Texto: EFE EME.
Fotos:
CELIA VEGA PÉREZ.

 

Tras militar en bandas punteras del underground madrileño como Alborotador Gomasio, Hazte Lapón y El Pardo, el músico David Ripoll se lanza con su carrera en solitario. Una apuesta firme, minuciosamente definida e ilusionante que suena a rock alternativo, a indie, a britpop y a canción de autor; la miscelánea perfecta para arrancar un nuevo camino que concluirá en 2023 con la publicación de su álbum de debut, pero del que ya podemos escuchar dos adelantos, “Podemos seguir” y “Tienen que arder”.

Dos piezas que ya marcan las coordenadas sonoras y conceptuales de su propuesta, enraizadas en el latido de resistencia, en la camaradería y en el valor de lo colectivo, para poner palabras y melodía a los tiempos que vivimos. Sobre todo ello, nos da pistas Ripoll en esta charla. Un pequeño aperitivo con el que abrir boca a lo que está por llegar.

 

¿De dónde vienes?
De Madrid, tanto mi familia como yo, aunque pueda despistar el apellido. En cuanto a mi trayectoria anterior, he pasado por varios grupos que estuvieron en activo, sobre todo, a lo largo de la década pasada, pero los que duraron más tiempo fueron Alborotador Gomasio, Hazte Lapón y El Pardo.

 

¿Cómo nace el proyecto?
Un poco por egoísmo y un poco por necesidad. Al haber estado participando siempre en proyectos musicales compartidos, algunas de las canciones que hacía acababan terminando en un cajón porque no encajaban del todo con la línea de esos grupos de los que formaba parte. Al final, cada uno quiere contar las cosas a su propia manera, para comunicarlas de la mejor forma posible. Creo que ese es el principal atractivo para todos y todas al hacer música. Por eso, y desde un poco antes del 2019, me fui juntando con cada vez más canciones, en las que sentía que tocaba de verdad los temas que me interesan para plasmar en las letras. En Ripoll creo que me oculto menos, me expongo más, y ver cómo iba creciendo todo eso me animó para dar el salto y a hacerlo por mi cuenta. Asusta más hacerlo así, que cuando sacas las canciones al amparo del nombre de un grupo; pero también sienta bien mirarse al espejo recién levantado y sin arreglar, tal cual eres, asomarte a esa parte de ti y que eso también te pueda llegar a gustar.

 

Describe tu sonido.
Borja Pérez (Confeti de Odio, Monteperdido, Jaimie for President…), que se ha encargado de la mezcla y el mastering de las canciones, bromeaba con que las canciones eran algo así como la banda sonora de El zorro, pero en indie, y mezclado con un toque de rock latino, tipo Los Rodríguez. No deja de ser una broma, pero creo que sirve para ubicar de manera muy rápida e intuitiva lo que suena.

 

Principales influencias.
Al final tienes tantas cosas en la cabeza que no sabría por dónde empezar a desenredar… Por un tema generacional, he escuchado mucho pop independiente nacional y americano, además de britpop, y es imposible que eso no quede reflejado de alguna forma en las canciones. Luego, los clásicos como The Beatles, Beach Boys, The Jam, Pixies, The Cure, Teenage Fanclub, Big Star, Sex Pistols… Yo qué sé, una larga lista que sería interminable. Quizá, lo que sí que marque un poco la diferencia entre Ripoll, respecto a otras etapas, es lo mucho que he escuchado últimamente a algunos artistas con un acercamiento algo más de autor, como Rafael Berrio, Alberto Montero y Nacho Vegas, al tiempo que a los Love del Forever changes y su “Alone again or”. Todo mezclado con el interés que siempre he tenido por los grupos nacionales que han reivindicado una identidad propia, a través de reciclar el estilo de los grupos pop anglosajones, como sucedía con Los Brincos en los sesenta, o Duncan Dhu, Los Secretos y Gabinete Caligari en los ochenta, por poner algunos ejemplos; además de otros casos como el de Los Rodríguez, con esa mezcla de rock latino y rumba. También llevaba tiempo sin escuchar a grupos del rock nacional como Los Ilegales y Los Enemigos, a los que me he vuelto a enganchar al haber publicado discos estos años. «Hola mamoncete, qué haces por aquí…», con ese inicio en una canción ya te quedas pegado.

 

 

Tu disco suena, o te gustaría que sonara, como los de…
Me gusta eso de «The Last Shadow Puppets + Los Rodríguez», que escuché de un amigo cuando oyó por primera vez “Podemos seguir”. Dios bendiga a las amistades. De todas formas, en mi cabeza lo que hago con Ripoll sigue siendo pop, aún con las palmas y las castañuelas que también suenan en estas canciones. Es verdad que, con respecto a etapas anteriores, el protagonismo que en otras ocasiones se lo llevaban las guitarras —aunque siguen estando presentes—, ahora ha dejado paso y un espacio más amplio para los arreglos de cuerdas o de teclados; y esto, a veces, nos ha llevado a un sonido, por momentos fronterizo, por el que antes nunca habíamos pasado. Emprender ese nuevo camino, pero manteniendo la intención pop, ha marcado bastante la línea de las canciones.

 

¿Cómo definirías tu nuevo disco?
Nah, eso prefiero que me lo digáis los que lo escuchéis. Espero que cuando salga, más adelante, tengamos la oportunidad de volver a hablarlo. En estos tiempos de Instagram, fotos y exposición en redes sociales, y de constante venta de «tu propia marca», creo que sienta bien dejar de intentar vender lo que crees que eres y escuchar lo que dicen los demás.

 

Cinco discos de cabecera.
Never mind the bollocks, de Sex Pistols; Actos inexplicables, de Nacho Vegas; Noséqué-Nosécuántos, de Señor Chinarro; Honestidad brutal, de Andrés Calamaro y Forever changes, de Love.

 

Cinco canciones perfectas.
“I am the cosmos”, de Chris Bell; “Lucha de gigantes”, de Antonio Vega; “Para no olvidar”, de Los Rodríguez; “Simulacro”, de Rafael Berrio y “Game of pricks”, de Guided by voices.

 

¿Prefieres estudio o directo?
Los dos, en buena y en mala compañía.

 

¿A quién te gustaría telonear?
Idealmente a Rafael Berrio, y poder charlar con él. Una pena que se marchase sin el reconocimiento que merecía. Del panorama actual, a Alberto Montero; tiene una habilidad envidiable para llegar a melodías que se transforman en clásicos a la primera escucha.

 

¿En qué disco de homenaje te gustaría participar?
En uno homenaje a Calamaro, haciendo una versión de “Estadio Azteca”; y después intentar convencerle de que es mejor cuando hace canciones que cuando va de público a los toros.

 

¿Qué canción del disco es la que mejor te representa y por qué?
De momento, “Podemos seguir”. Creo que la canción presenta bien esa sensación de desencanto, de desconcierto y de mala hostia que está flotando ahora en el ambiente, a la vez que también dice: «oye, mira, esto está así: jodido. Vale, pero podemos seguir, y no importa nada más». A pesar de las máscaras que nos pongamos, nuestra gente y nuestros amigos nos conocen realmente y compartimos con ellos el escenario de las ilusiones y las decepciones. Aunque a veces caigamos en las frases hechas y en el cinismo, como mecanismos de autoprotección para continuar, la parte cotidiana compartida es la que sirve en buena medida para salvar nuestro día a día. Sin caer en las cursilerías, sino más bien apostando por la parte de resistencia que aporta el ir «hombro con hombro»; resulta fundamental para que no se imponga ese «relato de la soledad» sobre el que se habla en la canción, el apelar a lo colectivo para coger impulso. Esto creo que resume bien la esencia de lo que se irá viendo en conjunto en las siguientes canciones. También habrá las típicas de amor y desamor en las letras, tampoco vayamos a romper el intensómetro.

 

 

¿Cómo eres encima de un escenario?
Aún está por ver. Supongo que cambiará mi manera de afrontarlo ahora en solitario, en comparación con las veces que he subido a un escenario con un grupo. En cualquier caso, y a pesar de ser mi “proyecto personal” (con todo lo odioso que tiene esa expresión), la intención es que los miembros que entren a formar parte de Ripoll se sientan parte de una banda. Así quiero que sea, me pondrá las cosas más fáciles. De momento, Francisco Jiménez y Juan Pedro Gálvez —con los que coincidí en mi última etapa en la formación de Viaje a Sidney—, estarán a la batería y al bajo respectivamente. He contado también con la ayuda de Miguel López Breñas (Cómo vivir en el Campo, Tigres Leones, Puzzles y Dragones…), al que conozco desde el inicio de nuestra andadura musical compartida en Alborotador Gomasio, y que se ha encargado de grabar y producir los arreglos de todas las canciones. Todos están de nuevo sufriéndome y disfrutándome, aún no me queda claro si más una cosa o la otra.

 

¿Qué planes tienes por delante?
Acabamos de sacar el single y el vídeo de “Tienen que arder”. La idea es seguir mostrando más canciones y, el año que viene, publicaremos el disco con el sello Lunar Discos. Y tocar. Empezar ya a tocar en directo, que venimos de estar muy parados estos años atrás y en la música es irrenunciable la alegría de reencontrarse con la gente en los conciertos.

 

Tienes cincuenta palabras para vender tu primer disco. ¡Adelante!
Es mi primer disco, que ya sabéis que siempre es el mejor. En un primer disco siempre hay algo de cabezonería que te mueve para sacarlo adelante, algo también de autoconvencimiento para envalentonarte; y creo son cosas que suelen dejar huella para bien.

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