Editors: «No nos gusta repetirnos, es un paso atrás»

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«No entiendo por qué la gente siempre quiere que las bandas hagan lo que ya han hecho, como grupo eso es lo más aburrido del mundo»

 

Acaban de publicar su séptimo álbum de estudio, EBM. Un trabajo con el que asientan su gusto por el pálpito electrónico con el que ya venían tiñendo su sonido desde hace varios años y varios discos. Sin embargo, este nuevo trabajo, trae otras novedades, como la suma de un miembro más a la banda. Estos son, y así suenan, los Editors de 2022. Nos lo cuenta su guitarrista Justin Lockey en esta charla con Sara Morales.

 

Texto: SARA MORALES.
Fotos: RAHI REZVANI.

 

Quizá pequemos demasiado de nostálgicos, e incluso de románticos, los de este lado. Los que asociamos la vida a melodías y letras que han marcado las diferentes etapas atravesadas. Quizá, en ese intento por mantener intacto un recuerdo con su propio sonido, estemos exigiendo a los músicos y a los grupos —sin querer—que se mantengan fieles a nuestra memoria particular. Y no por ello se niega uno a verlos evolucionar y experimentar, tomando derroteros insospechados. Al contrario, además de interesante, el crecimiento bidireccional es lo que alimenta al arte y, al fin y al cabo, este siempre acompaña en nuestros viajes de ida y vuelta, a pesar de la pérdida de fieles por el camino.

Editors, aquella banda que nos enganchó en la primera década y media del milenio con discos como The back room (2005), An end has a start (2007), In this light and on this evening (2009) y The weight of your love (2013), lleva varios años volcándose en sus pasiones sintéticas. Una apuesta por el rock electrónico que, con este nuevo disco, el séptimo ya, asume incluso destellos industriales que los aleja, definitivamente, de emblemas pretéritos y queridos como “Munich” o “Blood”.

Justin Lockey, guitarrista del grupo desde el año 2012, reivindica ese derecho al cambio en esta charla que mantiene a EBM, el nuevo trabajo, como protagonista, pero en la que es inevitable echar la vista atrás.

 

Enhorabuena por este nuevo álbum, imagino que ahora mismo estaréis en plena luna de miel. ¿En qué momento vital, y anímico, os pilla?
Estamos bien, de buen humor y, ahora mismo, muy emocionados porque nuestro nuevo disco ya esté en la calle. Además, estamos a punto de cerrar, con el último concierto, la que ha sido una gira increíble por Europa, el primer tour en condiciones para nosotros de la era post Covid.

 

Veinte años de carrera ya a vuestras espaldas y, entendiendo que cada disco es único y especial, ¿qué significa para vosotros este EBM?
Significa que seguimos y seguiremos amando lo que hacemos, y seguiremos sintiéndonos comprometidos a impulsar nuestro sonido y nuestra estética. No nos gusta repetirnos pues, en el ámbito de la creatividad, eso es un paso atrás. A lo largo de estos veinte años la banda ha evolucionado disco tras disco y así continuaremos haciéndolo.

 

La gran novedad, esta vez, es que Benjamin John Power (aka Blanck Mass), productor con el que veníais colaborando desde 2019, se suma ahora a las filas oficiales de Editors como un miembro más. ¿Cómo se dio el paso de ampliar la familia?
Ha sido parte de la evolución y la progresión natural de la banda. Aporta una paleta de sonidos única y muy propia de él. Después de todo el trabajo que habíamos hecho juntos durante los últimos años, sentimos que era un paso muy fácil y natural de dar porque, al igual que nosotros, tiene el compromiso de promover el sonido de Editors y eso es algo que admiramos y disfrutamos. Además, a nivel técnico y musical encaja a la perfección con la banda.

 

«Experimentar y estar en el estudio es, probablemente, la parte que más nos gusta de tener una banda»

 

Con In dream (2015) ya comenzasteis a coquetear con la electrónica. ¿Estaba en vuestros planes iniciales llegar hasta dónde habéis llegado dentro de este género?
En realidad, no es una cuestión de si se trata de un sonido electrónico u orgánico. En nuestra mente, simplemente, diseñamos lo que creemos que es mejor para apoyar la canción y el disco como un todo común, visto en conjunto. Algunas veces son capas de electrónica, otras veces se trata de guitarras… No somos estrictos con la forma en que funciona, sencillamente, enfocamos todo el esfuerzo en lo que trabajamos en cada momento a medida que avanza la creación del álbum.

 

La vuelta que le disteis a vuestro disco de 2018, Violence, de la mano de Blanck Mass, precisamente, con aquel The Blanck Mass sessions (2019), ya dejó claro vuestro tesón sintético ¿No os dio miedo pervertir demasiado aquellas canciones?
No, además, en cualquier caso, tampoco hacemos eso lo suficiente como para que queden desfiguradas nuestras canciones. Experimentar y estar en el estudio es, probablemente, la parte que más nos gusta de todo el proceso creativo que supone tener una banda. Ya sea coqueteando con la electrónica o con cualquier otra cosa que nos apetezca en ese momento.

 

¿Os atreveríais a hacer lo mismo con el redondo An end has a start (2007) o hay discos que son intocables y mejor dejarlos como están?
Creo que esto no funcionaría bien retrocediendo tanto, las sesiones de Blanck sobre Violence tienen sentido, pues fue una instantánea del propio proceso de creación de ese álbum, sucedió al mismo tiempo que lo estábamos haciendo. Sin embargo, volver a otro disco con estas intenciones, después de haberlo creado, no tiene nada que ver con la forma en la que trabajamos. Cuando se creó An end has a start, la banda eran personas completamente diferentes, en diferentes circunstancias, y eso ya está resumido en ese disco. Volver atrás y volver a trabajarlo ahora, una década después, sería un paso atrás. No tiene sentido.

 

En esta nueva entrega hay canciones, como “Heart attack”, que continúan recorriendo el camino electrónico iniciado, pero también hay otras que nos transportan a los Editors de antes ¿Habéis jugado a ese equilibrio a propósito?
Yo no diría que aquellos son los Editors de antes, tal vez solo hablaría de Editors. No entiendo por qué la gente siempre quiere que las bandas hagan lo que ya han hecho, como grupo eso es lo más aburrido del mundo. No importa cuántos álbumes publique una banda, siempre habrá alguien a quien le gusten las primeras cosas que se hicieron; y eso también es genial, esos discos siempre van a estar ahí para volver a ellos y poder escucharlos; pero comparar lo antiguo con lo nuevo, especialmente cuando hay una diferencia de veinte años, es estúpido. La gente cambia, los gustos cambian, el proceso cambia y el mundo sigue girando. Somos una banda, no archiveros o historiadores. Creo que el balance en el nuevo disco es «Editors haciendo un álbum».

 

«La vida va en una sola dirección, que es hacia adelante; y eso hacemos Editors»

 

Entiendo lo que dices, pero también hay que entender que a una facción de vuestros fans le hayáis hecho un favor regresando, en parte, al sonido de los inicios.
Tampoco creo que lo hayamos hecho. En la gira seguiremos tirando mucho del catálogo antiguo, que es donde las canciones toman nuevos derroteros y viven después de un disco, respiran y encuentran su propio camino. Pero el que espere que la banda vuelva a las viejas costumbres, o algo así, es incorrecto, pues eso nunca sucederá.

 

¿Pero no os asusta que evolucionar demasiado en sonido pueda suponer cierta pérdida de identidad?
No. ¿Por qué debería ser así? ¿Eres exactamente la misma persona que eras hace veinte años? ¿Te gustan las mismas cosas? ¿El mismo sabor? ¿Tienes la misma forma de pensar? ¿La misma forma de vestir?. La identidad es un concepto transitorio, puede cambiar cada hora, cada día, cada año… Como banda nos gusta abrazar la evolución de nuestra identidad. Tener miedo de mirar hacia adelante es tener miedo de vivir. La vida va en una sola dirección, que es hacia adelante; y eso hacemos Editors.

 

Esta vez, también coqueteáis con el krautrock y la música industrial de un modo más decidido. Un ejemplo claro es el tema “Strawberry lemonade”. ¿Qué os aporta este sonido?
El krautrock y la música industrial ha formado parte de nosotros desde el primer día, aunque supongo que su presencia es más pronunciada en este disco. Yo diría que el lado más industrial es la propia influencia de Bens (Blanck Mass).

 

¿Tenéis algún tabú sonoro o conceptual?
No, en realidad no. ¿Por qué restar posibilidades?

 

Siempre ha sido especial ese momento de Tom Smith al piano (teclado), tocando en directo la eterna “Smokers outside the hospital doors”. ¿Hay temas que nacen pensados para ser así en vivo? ¿Es “Silence”, de este nuevo disco, la idónea para volver a repetir aquella fórmula?
¿Quién quiere vernos sentados en un piano otra vez? ¿Y, por qué? Ve a un espectáculo y lo verás todas las noches.

 

“Blood” (2005) y “Sugar” (2013), dos temas imperecederos de los que no suelen faltar en vuestros conciertos. ¿Tenéis la sensación de haber despachado ya las mejores canciones de Editors, o aún queda mucho por ver?
Esta no es realmente una pregunta que pueda responder hasta que dejemos de hacer música. Si pensáramos que habíamos hecho lo mejor posible, no seguiríamos haciendo música. Lo que es «mejor» para una persona, es «peor» para otra. Esta pregunta es más una opinión.


“Racing rats”, otro de vuestros emblemas, con un videoclip y una letra que pone en evidencia la sociedad que habitamos. ¿Es la industria de la música también una carrera de ratas?
La industria de la música es lo que tú haces de ella, como ocurre con cualquier otra industria. Haces todo lo posible para calcular todos los ángulos e intentas aproximarte lo más cerca posible a tu corazón.

 

¿Qué queda de los chicos de «Munich»? ¿Seguís sintiéndoos identificados con esta canción con la que conquistasteis al público?
Está en nuestros conciertos cada noche.

 

¿Qué esperáis del mundo que habitamos, ese que se nos ha quedado tras la pandemia?
No espero nada más que poder apreciar cada vez más mi vida y las personas que hay en ella.

 

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